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domingo, 27 de enero de 2013

Un Manifiesto Profético - Parte 3

Nuestra Esperanza




¿Hay alguna esperanza para los Estados Unidos? ¡No! Nuestra única esperanza es Jesús y por eso no tenemos ninguna esperanza, porque lo hemos rechazado. Hemos vuelto nuestra espalda al mismo Dios que nos hizo grandes y nos colmó de bendiciones. Hemos olvidado que la Palabra de Dios enseña que “a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará” (Lucas 12:47-48).

Hemos establecido obstinadamente nuestro rumbo. Hemos determinado vivir como nos agrada y no como Dios ha dictado. Hemos programado un rumbo de auto-destrucción y Dios va a permitir que lo hagamos a nuestra manera.

La Falta de Esperanza Nacional

Muchos cristianos profesantes se han engañado a sí mismos al creer que hay esperanza para nuestra nación si tan sólo podemos elegir al Presidente correcto o al partido político correcto para controlar al Congreso. Si ése es su punto de vista, entonces usted se ha preparado para una segura desilusión.

Yo no soy ni Republicano ni Demócrata. Soy un Monarquista, debido a que he dedicado mi vida a hacer todo lo que pueda para ayudar a preparar el camino para la venida del Rey de reyes y Señor de señores, quien reinará en gloria y majestad desde Jerusalén y quien traerá paz, rectitud y justicia a esta tierra.

Permítanme repetir mi punto fundamental a enfatizar: Nuestra única esperanza es Jesús y, dado que le hemos vuelto nuestra espalda, no tenemos ninguna esperanza como nación.

La Abundancia de Esperanza Individual

Pero sí hay esperanza individual para aquellos de nosotros que conocemos a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Él ha prometido caminar con nosotros a través del fuego y el agua, consolándonos en nuestros sufrimientos y proveyendo para nuestras necesidades. Él nunca nos olvidará (Isaías 43:1-3-; Salmo 37:25-26).

También tenemos la increíble esperanza del Arrebatamiento de la Iglesia, cuando los creyentes verdaderos serán sacados de este mundo en un parpadeo para estar con Jesús para siempre (1 Tesalonicenses 4:13-18).

Y también hay esperanza para aquellos que serán dejados atrás para enfrentar el terror del derramamiento de la ira de Dios, ya que aun cuando Dios derrama Su ira, Su propósito principal no es castigar, sino llevar a las personas al fin de sí mismas para que se arrepientan y sean salvas (Isaías 26:9).

Eso es gracia. Regocijémonos que nuestro Dios es un Dios de gracia (1 Pedro 5:10). De lo contrario, no habría ninguna esperanza para ninguno de nosotros.

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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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