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domingo, 23 de junio de 2013

Libro: ¿Qué Clase de Amor es Éste? - Capítulo 2 (en pdf)


Estimados lectores:

En el enlace adjunto, podrán encontrar el capítulo 2 del libro en referencia: ¿Está la comprensión bíblica reservada para una élite?


Espero que este valioso material contribuya grandemente a su crecimiento y edificación espiritual. 

Finalmente, agradezco a todos aquellos de ustedes que con sus oraciones y ofrendas hacen posible que su servidor pueda traducir al español estas obras que no se encuentran disponibles en idioma español.

En Cristo Jesús,

Donald Dolmus
Administrador
En Defensa de la Fe
Managua, Nicaragua

sábado, 25 de febrero de 2012

Libro: "¿Qué Amor es Éste? - Capítulo 3 (en pdf)


Apreciados lectores:

En el enlace adjunto podrán descargar el capítulo 3, Juan Calvino y sus Instituto, del libro en referencia.

Instrucciones para descargar el archivo: Seleccionar la opción "File" y luego "Download".

Espero que este material contribuya a su crecimiento y edificación espiritual.

martes, 14 de febrero de 2012

¿Es el libre albedrío un término bíblico?


Pregunta: En un reciente sermón, nuestro pastor dijo, “El libre albedrío no es un término bíblico”. ¿Es cierto? Por favor explique.

Respuesta: El libre albedrío para obedecer o desobedecer, amar u odiar, someterse o rebelarse, no sólo es bíblico sino también esencial para la relación del hombre con Dios. Él nos llama a amarle, obedecerle, servirle y adorarle y a hacerlo por elección: “Escogeos hoy a quién sirváis” (Jos. 24:15). Dios no sería glorificado en cualquier obediencia, adoración o amor que no surgiera voluntariamente desde el corazón.

Jesús dijo, “El primer y gran mandamiento [es] amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mt. 22:37-38). El hecho de que el amor surge del corazón, del alma y de la mente demuestra que éste debe ser un acto del libre albedrío. El amor debe darse y recibirse de buen grado o sino no es amor. Nuestro Señor dijo que el segundo mandamiento era amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos y, “De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mt. 22:40). De esta forma, sin la capacidad de amar a Dios y al prójimo no podemos obedecer la Biblia.

¿Su pastor dice que el libre albedrío “no es un término bíblico”? ¡Pero ese concepto aparece 17 veces en la Biblia! El mismo significado es expresado en otras palabras. “Ofrendas voluntarias” se halla dos veces (Ez. 36:3; Am. 4:5), así como “ofrenda voluntaria” (Lv. 7:16). Todas deberán ser traídas “libremente a Jehová” (Ez. 46:12).

La primera ofrenda en Levítico (un patrón para todas) debía ser traída por el adorador “de su voluntad” (Lv. 1:3-4). Las muchas ofrendas de “libre albedrío” debían ser dadas por el individuo “de su voluntad, de corazón” (Ex. 25:2). Los que dieron materiales para edificar el tabernáculo tenían que traerlos con “un corazón dispuesto” (Ex. 35:5).

Cristo declaró: “El que quiera [es decir, desee] hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” (Jn. 7:17). La Biblia finaliza con una oferta que repite o implica muchas veces: “Y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap. 22:17). La Escritura no puede ser más clara acerca de este punto. El libre albedrío es bíblico y esencial.

Dave Hunt
The Berean Call

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

sábado, 11 de febrero de 2012

Video: A Woman Rides the Beast


Could the Greatest Double-Cross in History Deceive the "Elect"?

MOST "end times" discussions focus on the coming Antichrist—but he is only half the story...

MANY are surprised to discover that in Revelation 17, there is another mysterious character at the heart of prophecy—a woman who rides the beast...

TRADITION says this "mystery" woman is connected with the church of Rome. But isn't such a view outdated? After all, today's Vatican is eager to join hands with evangelicals and all religions worldwide...

BIBLICAL truth and global events present a well-defined portrait of the woman and her powerful place in the Antichrist's future empire...

MORE THAN TEN remarkable clues in Revelation 17 and 18 prove the woman's identity beyond any reasonable doubt...watch and be amazed!

Courtesy of:

jueves, 9 de febrero de 2012

Video: Christian Palestinianism

Paul Wilkinson has done some excellent research on Christian Palestinianism and the anti-Israel Crusade. The following video presentation was filmed at the Berean Call Conference 2011.

Below is a link to 54 page pdf document titled "Prophets Who Prophesy Lies in My Name" based on the same subject. It is free for you to download.

domingo, 5 de febrero de 2012

Juan Calvino y sus Institutos

Capítulo 3 del libro: ¿Qué Amor es Éste?



El Calvinismo y las controversias que lo rodean han enfrentado a los Protestantes durante más de cuatrocientos años.

Claro está, toda la discusión en la Iglesia data desde mucho antes que Juan Calvino, a Agustín, Pelagio y otros. Aurelius Augustinus nació el 13 de noviembre del 354 en Tagaste, una pequeña ciudad cerca de la frontera oriental de la moderna Algeria. Su padre fue un oficial romano y un pagano; su madre, Mónica, una cristiana. En el año 386, después de estudiar filosofía, derecho y los clásicos (fue grandemente inspirado por Platón), un año de enseñar gramática y una breve carrera como un retórico, Agustín abrazó el Cristianismo. Ingresó a la que esencialmente era la Iglesia Católica Romana (ICR) de su época y estableció un monasterio, el cual mudó a Hipona, África, poco después de ser nombrado su obispo. A menudo llamado el padre de las principales doctrinas del Catolicismo Romano, Agustín, como veremos, influenció fuertemente a filósofos posteriores e incluso ejerce una fuerte influencia entre los evangélicos hoy en día, mucha de ella por medio del Calvinismo.

Aunque la ICR aún no había asumido su forma y poder actuales, los fundamentos estaban siendo establecidos en los cuales Agustín jugó un papel importante. Ya, el 27 de febrero del año 380, el “Edicto del Emperador Graciano, Valentiniano II y Teodosio I” declaraba:

Ordenamos que tengan el nombre de cristianos católicos quienes sigan esta norma, mientras que a los demás los juzgamos dementes y locos sobre los que pesará la infamia de la herejía. Sus lugares de reunión no recibirán el nombre de iglesias y serán objeto, primero de la venganza divina, y después serán castigados por nuestra propia iniciativa que adoptaremos siguiendo la voluntad celestial”.1

Nacido en Gran Bretaña cerca del final del Siglo IV, Pelagio se elevó a la prominencia después de que la caída de Roma en agosto del año 410 lo forzó a huir a África del Norte. Ahí entró en conflicto con Agustín por sus ideas de que habían existido seres sin pecado antes de Cristo y que era posible por medio del esfuerzo humano, ayudado por la gracia, que cualquiera viviera por encima del pecado. Afirmaba que Adán era mortal cuando fue creado y que su pecado no provocó la muerte sobre la humanidad, sino que sólo lo afectó a él. Por consiguiente, los infantes nacen en el mismo estado en el que Adán estaba antes que pecara. Además, las buenas obras eran esenciales para la salvación, especialmente que los ricos dieran sus bienes a los pobres para ayudar a efectuar la transformación moral de la sociedad, la cual él creía posible. Él consideraba que “perdona nuestros pecados” era una oración que involucraba una falsa humildad y que era inapropiada para los cristianos ya que el pecado no es una necesidad sino la propia culpa del hombre.

El semi-Pelagianismo fue desarrollado unos cuantos años después por un monje francés, Juan Casiano, quien modificó el Pelagianismo al negar sus ideas extremas acerca del mérito humano y al aceptar la necesidad del poder del Espíritu Santo pero reteniendo la creencia que el hombre puede hacer el bien, que puede resistir la gracia de Dios, que debe cooperar en la elección, que tiene la voluntad para escoger entre el bien y el mal y que puede perder su salvación. Aquellos que rechazan el Calvinismo a menudo son acusados de promover el semi-Pelagianismo, la cual es una etiqueta amplia y que a menudo no es cierta. Tales etiquetas pueden ser engañosas – incluyendo la etiqueta “calvinista”, debido a las muchas tonalidades y variaciones del Calvinismo.

Aunque generalmente reconocen que Agustín fue la fuente de la mayor parte de lo que Calvino enseñó, los calvinistas discrepan entre ellos mismos acerca de la composición exacta de esta doctrina. Ni el mismo Calvino estaría completamente de acuerdo con muchos de sus seguidores de hoy. En las siguientes páginas, hacemos el intento de citar a aquellos que representan el punto de vista actual entre la mayoría de los calvinistas.

Incluso sin la creciente controversia, no obstante, Juan Calvino es digno de estudiarse debido al enorme impacto que ha tenido, y continúa teniendo, en el mundo cristiano. El Reformador escocés, John Knox, a quien se le acredita haber fundado la Iglesia Presbiteriana, pasó varios años en Ginebra y llevó el Calvinismo a Escocia y al movimiento presbiteriano. Daniel Gerdes dijo, “Las obras de Calvino fueron tan útiles a la Iglesia de Cristo, que difícilmente hay algún departamento del mundo cristiano a ser hallado que no esté lleno de ellas”.2 Se ha dicho que, “Ningún hombre en la historia de la Iglesia ha sido más admirado y ridiculizado, amado y odiado, bendecido y maldecido”.3 Vance afirma que “el prodigioso impacto de Calvino sobre el Cristianismo aún debe ser comprendido”. Él procede a referirse a:

…instituciones y organizaciones tales como Calvin College, Calvin Seminary, el Calvin Theological Journal, el International Congress on Calvin Research, la Calvin Translation Society, la Calvin Foundation, y el H. Henry Meeter Center for Calvin Studies, que contiene más de 3,000 libros y 12,000 artículos relacionados con Juan Calvino. La mayoría de los escritos de Calvino aún están disponibles hoy en día, lo cual es toda una hazaña considerando que vivió hace más de 400 años. Hay existentes más de 2,000 sermones de Calvino, mientras que las obras completas de Calvino ocupan cincuenta y nueve volúmenes en el Corpus Reformatorum. Los estudiantes de la universidad y de seminario en escuelas reformadas y presbiterianas tienen la opción de tomar un curso completo sobre Juan Calvino. Además, Calvino tiene la eminencia de ser mencionado en todo diccionario, enciclopedia y libro de historia, tanto sagrados como seculares”.4

¿Cuánto de Calvino hay en el Calvinismo?

Hoy en día existe un intento por muchos calvinistas de desvincular a Calvino del Calvinismo, en vista de sus tempranos orígenes en Agustín y la Biblia Vulgata Latina. Además, no fue sino hasta el Sínodo de Dort (Dordrecht), más de cincuenta años después de la muerte de Calvino, que los cinco puntos de Calvinismo fueron planteados por primera vez. Irónicamente, esta declaración surgió sólo como una expresión de oposición a los cinco puntos del Arminianismo. Sin embargo, este sistema de pensamiento continúa siendo conocido universalmente como “Calvinismo”. Loraine Boettner dice, “Fue Calvino quien forjó este sistema de pensamiento teológico con tal claridad lógica y énfasis que desde entonces ha llevado su nombre”.5 De dónde provino realmente, como veremos en el siguiente capítulo, es admitido por Custance quien dice que Agustín fue “quizás el primero después del apóstol Pablo en darse cuenta de la Depravación Total del hombre”.6 Farrar concuerda: “A él [Agustín]… se debe la exagerada doctrina de la depravación humana total…”7

A pesar de sus largos y variados orígenes y desarrollo, el término “Calvinismo” permanece como la identificación más comúnmente usada. Como dice Engelsma, hablando en acuerdo con la abrumadora mayoría de calvinistas, “Fue Calvino quien desarrolló estas verdades, de forma sistemática y completa; y por lo tanto, llegaron a ser llamadas por su nombre”.8 B. B. Warfield declara, “Fue él quien le dio al movimiento Evangélico una teología”.9 Timothy George escribe que fue Calvino quien “presentó más clara y más magistralmente que cualquier otro antes que él los elementos esenciales de la teología Protestante”.10 Tudor Jones llama a los Institutos de Calvino, “una de las obras seminales de la teología cristiana…su pensamiento iba a ser la fuerza motriz detrás de cambios revolucionarios en varios países europeos”.11 Edwin H. Palmer expresa una admiración por Calvino que parece fortalecerse cada vez más entre sus seguidores:

El nombre Calvinismo ha sido usado a menudo, no porque Calvino fuera el primero o el único maestro, sino porque después del largo silencio de la Edad Media, él fue el más elocuente y sistemático expositor de estas verdades. Para el noviciado, sin embargo, parecía como si Calvino las había originado.12

Por supuesto, los calvinistas están convencidos que la Biblia misma es la verdadera fuente de este sistema religioso. C. H. Spurgeon declaró, “No creo nada porque Calvino lo enseñó, sino porque he encontrado esta enseñanza en la Palabra de Dios.13…Sostenemos y afirmamos una y otra vez que la verdad que Calvino predicó era la misma verdad que el apóstol Pablo había escrito mucho antes en sus epístolas inspiradas y la cual es revelada de forma más clara en los discursos de nuestro bendito Señor mismo”.14

Discrepamos respetuosamente con este gran predicador. Claramente, Spurgeon tuvo que escoger y elegir qué creencias de Calvino abrazar. De hecho, como veremos, especialmente en sus años finales, Spurgeon a menudo hizo declaraciones que estaban en conflicto directo con el Calvinismo. Su sermón favorito, por medio del cual él dijo que más almas habían venido a Cristo que por medio de cualquier otro, ¡era criticado por muchos calvinistas por ser Arminiano!

¿Cuánto Catolicismo en el Calvinismo?

En las siguientes páginas documentaremos que el extenso elogio que se ha acumulado sobre Calvino como un gran exégeta está muy fuera de lugar. Él enseñó muchas cosas que claramente estaban erradas y que muchos de sus seguidores evangélicos de hoy o no saben o quizá no quieren saber. Hay muchos errores graves contenidos en los escritos de Calvino – el bautismo de infantes, la regeneración bautismal, la reprobación para el placer de Dios, forzar la doctrina con la espada secular, etc.

A causa de dichas doctrinas solas, la destreza de Calvino como un excepcional exégeta de la Palabra de Dios es sospechosa. La mayor parte de sus enseñanzas es reconocida hoy en día en el Catolicismo Romano. Permitamos que aquellos evangélicos que elogian a Calvino como completamente bíblico justifiquen, por ejemplo, lo siguiente que se halla en sus Institutos:

Creo en la Santa Iglesia Católica…de donde fluyen perpetuas remisiones de pecados y plena restauración a la vida eterna.15 Mi intención es tratar aquí de la Iglesia visible, y por eso aprendamos ya de sólo su titulo de madre qué provechoso y necesario nos es conocerla, ya que no hay otro camino para llegar a la vida sino que seamos concebidos en el seno de esta madre, que nos dé a luz, que nos alimente con sus pechos, y que nos ampare y defienda hasta que, despojados de esta carne mortal, seamos semejantes a los ángeles…Anotemos también que fuera del gremio de la Iglesia no hay remisión de pecados ni salvación, como lo atestiguan Isaías y Joel (Is. 37, 32; Jl. 2,32)… para que advirtamos que el apartarse de la Iglesia de Dios es pernicioso y mortal.16

Por supuesto, por “Iglesia Católica” él no quiso decir Católica Romana, sino la verdadera Iglesia Universal. En ninguna parte en la Escritura, sin embargo, la Iglesia es llamada “Madre” o reconocida con concebirnos en su seno a la vida espiritual. Ni tampoco es la verdadera Iglesia alguna vez referida como el medio de “entrar a la vida” o de perdón de pecados. Calvino simplemente está reflejando dogmas que absorbió como un devoto católico romano durante sus primeros veinte y cuatro años de su vida y especialmente a través de los escritos de Agustín, el más grande de todos los católicos.

En cuanto a Isaías 37:32 y todo el libro de Joel, pocos estudiantes de la Biblia harían tal aplicación a la Iglesia. Isaías se refiere al remanente de Israel escapando del Monte Sión durante un juicio venidero, mientras que Joel se refiere a un remanente siendo preservado en Sión. Aun si alguien erróneamente igualara a Israel con la Iglesia, estos pasajes no apoyan las declaraciones de Calvino.

Naturalmente, al convertirse en Protestante, Calvino rechazó al papado como el representante de la verdadera Iglesia. Él declaró que “…no tenemos por qué temer que, absteniéndonos de la participación en tales sacrilegios, nos apartemos de la Iglesia de Cristo.17

No obstante, mientras condenaba al Romanismo como falso, introdujo al Protestantismo la mayor parte de su estructura y falsas ideas, tales como el bautismo de infantes, un clero con poderes especiales y la eficacia de los sacramentos llevados a cabo sólo por dicho clero. Más de eso luego.

Vida Temprana y Conversión

El hombre conocido hoy a lo largo del mundo como Juan Calvino, a quien generalmente se le acredita ser el fundador del sistema de Protestantismo llamado así por él, nació el 10 de julio de 1509 en Noyon, Francia, como Jean Chauvin. La suya era una devotamente religiosa familia católica romana de prominencia en una ciudad eclesiástica dominada por el obispo local y sus sacerdotes asistentes. Como secretario y asesor legal del obispo, el padre de Jean, Gerald, era un participante interno en un sistema político corrupto apoyado en la religión.

En un poco de anticuado y muy común nepotismo, el joven Jean fue puesto en la planilla de la Iglesia a la edad de doce años, permaneciendo en ella durante trece años – hasta un año después de su aparente conversión al Protestantismo de Lutero. Desde sus primeros años, Jean fue el beneficiario de una alianza impía entre las autoridades civiles y religiosas, que mantenían al pueblo en esclavitud – una sociedad dominada por la iglesia. Era un patrón que luego él implementaría como un “Protestante” con aun mayor eficiencia en Ginebra, Suiza, incluyendo el dominio de la Iglesia en asuntos civiles y persecución e incluso ejecución de aquellos acusados de herejía.

Recién al ingresar al Collège de La Marche en la Universidad de París, el amor de Jean hacia el latín se reflejó en su registro como Johannes Calvinus. Ahí pasó con diligencia excesivamente largas horas en el estudio compulsivo que tuvo efectos nocivos sobre su salud en años posteriores y que posiblemente acortaron su vida. Era conocido por su profunda piedad católica y por sus contundentes reproches a la moral de sus amigos.

Muy inesperadamente, en 1528, el padre de Jean, Geral, fue excomulgado de la ICR. Poco después de eso, el hermano de Calvino, un sacerdote, también fue excomulgado por herejía. Como resultado, Gerald ordenó a Jean/Johannes, quien estaba estudiando para el sacerdocio, que se fuera a Orléans a estudiar Derecho.

Calvino posteriormente explicó: “Mi padre tenía la intención que yo estudiara teología desde mi niñez. Pero [dado que] el Derecho demostró ser en todos lados muy lucrativo para sus practicantes, la posibilidad de repente lo hizo cambiar de opinión”.18 Esta nueva actividad se convirtió en la pasión del joven y posiblemente estableció alguno de los fundamentos del legalismo que después se volvió tan dominante en el sistema de teología que a partir de entonces desarrollaría.

Después de obtener una Licenciatura en Derecho en 1531 (más tarde le sería otorgado un Doctorado en Derecho), Jean – ahora Johannes (Juan) – regresó a París, se sumergió en un estudio apasionado de la literatura clásica, y publicó su primer escrito, un ensayo en latín sobre De Clementia, de Seneca. El historiador Will Durant afirma que Juan, aún un devoto católico romano, “parecía dedicado al humanismo, cuando escuchó algunos sermones de Lutero que lo estimularon con su audacia”.19 Discusiones secretas de disensión atrevida pronto arrastraron a Calvino a un círculo de jóvenes humanistas intelectuales que estaban impulsando la reforma de la Iglesia junto a las líneas de la audaz rebelión de Lutero contra el Papa.

Para enero de 1534, aunque aún no era un completo Protestante, Calvino se había hecho lo suficientemente vocal en apoyo de las ideas de Lutero que fue forzado a huir de París. Hallando refugio en la ciudad de Angoulême, comenzó a escribir su clásico voluminoso, los Institutos de la Religión Cristiana, y de forma extraordinaria culminó la primera y más pequeña edición el año siguiente. Boettner reconoce:

La primera edición [en latín] contenía en un breve resumen todos los elementos esenciales de su sistema y, considerando la juventud del autor, era una maravilla de precocidad intelectual. Posteriormente se amplió a cinco veces el tamaño de la edición original y fue publicada en francés, pero él nunca hizo ninguna desviación radical de cualquiera de las doctrinas establecidas en la primera edición.20

Los calvinistas de hoy en día evitan el hecho incómodo de que en todos sus escritos voluminosos, Calvino nunca dice nada acerca de haber nacido de nuevo por medio de la fe en Cristo. Él consideraba haber sido un cristiano desde el momento de su bautismo infantil católico romano: “en cualquier tiempo en que seamos bautizados, somos lavados y purificados de una vez para toda la vida…debemos refrescar de nuevo la memoria del Bautismo…para asegurarse del perdón de sus pecados… ella quita y borra toda nuestra suciedad”21 Él confiaba en ese bautismo como prueba de que era uno de los elegidos22 y denunciaba a todos aquellos que, como los evangélicos ex-católicos de hoy en día, se bautizaron después de creer el Evangelio.

Aquellos rescatados del Catolicismo y que se bautizaron como creyentes eran conocidos como Anabaptistas y fueron perseguidos por los católicos, luteranos y calvinistas. De ellos, cerca del momento de su conversión al Protestantismo de Lutero, Calvino escribió: “Uno no debería contentarse sólo con matar a tales personas, sino que debería quemarlos cruelmente”.23 Calvino los desterró de Ginebra en 1537.24 ¿Cómo pueden los antiguos católicos, que hoy han nacido de nuevo y que se han bautizado, considerar a Calvino como uno de ellos? No pueden – y no deberían.

Los Institutos de Calvino

En sus Institutos, Calvino desarrolló magistralmente su propio estilo de Cristianismo. Fue sin lugar a duda una expansión del Agustinianismo y fue influenciado fuertemente por la Vulgata Latina – la Biblia oficial de la ICR y la que Calvino había estudiado por mucho tiempo en su latín original. Los Institutos, surgiendo de estas dos fuentes primarias, han influenciado a generaciones siguientes a un grado mucho más allá de cualquier cosa que su joven autor hubiera podido imaginar en ese momento.

La mayoría de aquellos, incluyendo a líderes evangélicos, que hoy en día tienen a Calvino en gran estima, no son conscientes de que han sido cautivados por los escritos de un devoto católico romano recién convertido al Protestantismo de Lutero, quien se había separado de Roma tan sólo un año antes.

Curiosamente, Calvino se mantuvo en la nómina de la ICR durante casi un año después que afirmara haber sido rescatado milagrosamente de la “profunda ciénaga” de “obstinada adición a las supersticiones del papado”.25 No fue sino hasta el 4 de mayo de 1534, que regresó a su ciudad natal de Noyon para renunciar al empleo de obispo, donde fue arrestado, encarcelado, logró escapar y huyó.26 Aunque andaba huyendo y cambiaba su lugar de residencia, Calvino finalizó sus Institutos originales en agosto de 1535. La primera edición fue publicada en marzo de 1536.27

Bajo cualquier criterio, este joven estaba muy lejos de la madurez en la fe cristiana. Calvino mismo dijo, “Estaba muy asombrado que, antes de que transcurriera un año [después de que abandonara a la iglesia romana], que todos aquellos que tenían algún deseo por la doctrina pura se dirigían a mí con el fin de aprender, aunque yo mismo había hecho poco más que empezar”28 (énfasis añadido).

Sin lugar a dudas, sus Institutos no pudieron haber surgido de una comprensión evangélica profunda y completamente desarrollada de la Escritura. En cambio, provinieron del entusiasmo energético de un graduado de Derecho reciente y un estudioso ferviente de filosofía y religión, un joven fanático dedicado a Agustín y a una causa recién adoptada. Durant dice:

[Como] un joven de 26, él completó la más elocuente, ferviente, lúcida, lógica, influyente e impresionante obra en toda la literatura de la revolución religiosa… Él introdujo en la teología y en la ética la lógica, precisión y severidad de los Institutos de Justino y le dio a su obra maestra un nombre similar.29

De forma encomiable, al igual que Lutero y los otros Reformadores, Calvino estaba determinado a que la Escritura sería su única autoridad. Al comienzo de sus Institutos, él puso ese fundamento, afirmando que “si tenemos los ojos [en la Biblia] limpios y los sentidos íntegros, pronto se pondrá ante nosotros la majestad de Dios, que ahuyentando la osadía de contradecir, nos forzará a obedecerle”30

Calvino reverenciaba la Palabra de Dios como algo que superaba de lejos cualquier cosa que el hombre alguna vez haya producido o pueda producir que “toda la fuerza de los retóricos y filósofos, en comparación de la eficacia del sentimiento de la Escritura, no es más que humo de pajas. De lo cual es fácil concluir que la Sagrada Escritura tiene en sí cierta virtud divina”.31 Nadie puede cuestionar el celo de Calvino por seguir la Biblia o su sincera convicción de que lo que él concebía y enseñaba era apegado a la Palabra de Dios. No obstante, así como los bereanos escudriñaban cada día las Escrituras para determinar si la enseñanza de Pablo era conforme a la Palabra de Dios, así debemos hacer con la enseñanza de Calvino.

Al momento de escribir sus Institutos, Calvino, lejos de ser un apóstol como Pablo, era a lo sumo un nuevo convertido. Por tanto, al escribir los Institutos, Calvino procuró, con su brillante mente legal, compensar lo que le faltaba en madurez espiritual y orientación del Espíritu Santo. A pesar de su inteligencia natural, sin embargo, este joven fanático parecía ignorar el hecho de que la asociación que más tarde forjó en Ginebra entre la Iglesia y el Estado (así como lo hizo Lutero) era uno de los principales males del Catolicismo Romano repetido de nuevo y la antítesis misma de la vida de Cristo y Su enseñanza. Los restos de ese error aún plagan a Europa hoy en la forma de iglesias estatales.

Elementos Básicos: La Soberanía y la Predestinación

Un fundamento básico del sistema religioso de Calvino era un punto de vista extremista de la soberanía de Dios que negaba la voluntad humana y que consideraba que la Iglesia era el reino de Dios en la tierra – ambos enfoques inspirados por los escritos de Agustín. Verduin escribe de Agustín: “Aquí tenemos una representación temprana de la noción que la Iglesia de Cristo fue destinada por su Fundador a entrar en una situación radicalmente diferente de la descrita en el Nuevo Testamento… Esta idea expuesta por Agustín…condujo a toda clase de absurdos teológicos”.32

Agustín enseñó que la presciencia era lo mismo que la predestinación: “Por consiguiente, algunas veces la misma predestinación se expresa también bajo el nombre de presciencia”.33 Así pues, la presciencia de Dios causa los eventos futuros. De forma interesante, R.C. Sproul escribe que “virtualmente nada en el punto de vista de Calvino acerca de la predestinación…no estuvo primero en Martín Lutero y antes de Lutero en Agustín”.34 Calvino vio a Dios como el autor de todo evento, incluyendo de todos los pecados:

Si Dios solamente hubiera previsto lo que había de acontecer a los hombres, y no lo ordenase según su gusto, entonces con toda razón se plantearía la cuestión de saber qué necesidad pondría en los hombres la divina presciencia; pero dado que…El ha determinado que así sean…es evidente, que todo se hace por ordenación y disposición divina.35

R.C. Sproul declara claramente, “Dios quiere todas las cosas que suceden…Dios creó el pecado”.36 De este punto de vista extremo de la soberanía de Dios provino la comprensión de Calvino acerca de la predestinación. Según él (siguiendo la enseñanza de Agustín), en la eternidad pasada Dios decidió salvar sólo a una fracción de la raza humana y consignó al resto al tormento eterno – sencillamente porque a Él le plació hacerlo:

La Escritura lo demuestra con toda evidencia…que Dios ha designado de una vez para siempre en su eterno e inmutable consejo, a aquellos que quiere que se salven, y también a aquellos que quiere que se condenen.

Así que aquellos ante los cuales Dios pasa al elegir, los reprueba; y esto por la sola razón de que Él los quiere excluir de la herencia que ha predestinado para sus hijos.37

Pero si todos los que el Señor predestina a la muerte están naturalmente sujetos a la sentencia de muerte, ¿de qué iniquidad e injusticia, pregunto yo, podrán quejarse…porque antes de ser engendrados han sido predestinados por su providencia eterna a perpetua miseria…qué podrán murmurar contra Dios?38

El gran Dios…en cuya mano y voluntad está castigar a los transgresores, aunque El no les haya dado su Espíritu…de lo cual no se puede aducir otra causa que la reprobación, que permanece escondida en el secreto consejo de Dios.39

Como quiera, pues, que la ordenación de todas las cosas está en las manos de Dios… ordena con su consejo que algunos desde el seno materno sean destinados a una muerte eterna ciertísima, y que con su perdición glorifiquen su nombre.40

Dios, según el decreto de su benevolencia elige como hijos a aquellos a quienes le place; y esto sin mérito alguno de ellos, reprobando y rechazando a los demás…Es razonable que se muestre como justo juez castigando.

Por eso vienen muy a propósito las siguientes sentencias de san Agustín…que otros sean vasos de afrenta, no se debe imputar a iniquidad, pues no la hay en Dios, sino a su juicio.41

En sus Institutos, Calvino enfatiza la soberanía pero apenas menciona el amor de Dios por los pecadores. Lutero, también, estaba convencido que Dios, por Su propia elección soberana e independiente de cualquier cosa en el hombre, había desde la eternidad pasada determinado a quién salvaría y a quién condenaría. Calvino (como Agustín y la mayoría de calvinistas de hoy) dijo que Dios podía prever el futuro sólo porque Él lo había deseado.42 Aquí tenemos la espantosa doctrina de la reprobación de la propia pluma de Calvino, haciéndose eco una vez más de su mentor, Agustín:

Decimos, pues, — como la Escritura lo demuestra con toda evidencia — que Dios ha designado de una vez para siempre en su eterno e inmutable consejo, a aquellos que quiere que se salven, y también a aquellos que quiere que se condenen. Decimos que este consejo, por lo que toca a los elegidos, se funda en la gratuita misericordia divina sin respecto alguno a la dignidad del hombre; al contrario, que la entrada de la vida está cerrada para todos aquellos que Él quiso entregar a la condenación; y que esto se hace por su secreto e incomprensible juicio, el cual, sin embargo, es justo e irreprochable… Al excluir a los réprobos…muestra con estas señales cuál será su fin y qué juicio les está preparado.43

Depravación y “Misterio”

La misericordia de Dios, como Calvino la entendió, era muy limitada. Él se concentra en la justicia de Dios; sin lugar a dudas, Dios sería justo en condenar a toda la raza humana. El verdadero asunto, sin embargo, es que si Dios, quien es amor, sería negligente en hacer la salvación disponible para cualquiera – mucho menos predestinar a la condenación a multitudes a las que Él podría salvar si lo deseara. La Biblia claramente declara el amor de Dios por toda la humanidad y Su deseo de que todos sean salvos. Es en defensa del amor y el carácter de Dios que proponemos poner a prueba el Calvinismo contra la Palabra de Dios.

Según Calvino, en lugar de que la salvación dependa de que si una persona creyó libremente el Evangelio, ésta depende de que si Dios la ha predestinado a la salvación. Nadie puede creer para salvación sin que Dios lo regenere y que luego produzca en aquellos a los cuales ha escogido la fe para que crean. Esta conclusión se dedujo de la idea extrema de Calvino acerca de la depravación humana, la cual expuso en sus primeros escritos:

El entendimiento del hombre de tal manera está apartado de la justicia de Dios, que no puede imaginar, concebir, ni comprender más que impiedad, impureza y abominación. E igualmente que su corazón de tal manera se halla emponzoñado por el veneno del pecado, que no puede producir más que hediondez. Y si por casualidad brota de él alguna apariencia de bondad, sin embargo el entendimiento permanece siempre envuelto en hipocresía y falsedad, y el corazón enmarañado en una malicia interna.

Por Depravación Total, el Calvinismo quiere decir incapacidad total. Abandonados a sí mismos, todos los hombres no sólo no buscan a Dios sino que también son totalmente incapaces de hacerlo, mucho menos creer en Jesucristo para la salvación de sus almas. Como consecuencia de esta incapacidad total, Dios causa que algunos crean así como causa que todos pequen.

Debemos concluir entonces que Dios, quien es amor, no ama lo suficiente a todos los hombres como para rescatarlos del castigo eterno sino que reserva Su amor para un grupo selecto llamado los elegidos.

Algunos calvinistas intentan negar que Calvino enseñara que Dios decretó la condenación de los perdidos a los cuales negó la Gracia Irresistible que depositó sobre los elegidos. En cambio, dicen que Él sencillamente “deja a los no elegidos en su justo juicio a su propia maldad y obstinación”.45

Al igual que Agustín, sin embargo, Calvino lo dice en ambos sentidos. Claramente, permitir que cualquiera a quien Dios podría rescatar de ir al infierno (sin importar cuánto lo merecieran) es lo mismo que consignarlos a ese destino, el cual Calvino llamó “reprobación”. Ni hay alguna duda que, por medio de la Gracia Irresistible del Calvinismo, Dios podría salvar a toda la raza humana si Él quisiera hacerlo. Ciertamente, el Amor Infinito no permitiría que aquellos amados sufrieran el tormento eterno – sin embargo, Dios, según el Calvinismo, se complace en condenar a billones. Tal enseñanza difama al Dios de la Biblia, como documentaremos a partir de la Escritura.

En el análisis final, ninguna racionalización puede explicar la contundencia del lenguaje de Calvino – que algunos fueron por el “placer [de Dios en] su eterna providencia…antes de nacer condenados a la perdición eterna…”. Esta consignación soberana de algunos a la felicidad y de otros al tormento era una muestra del poder de Dios que haría, según Calvino, “promover nuestra admiración de Su gloria”.46

Incluso los no cristianos consideran una chocante doctrina que Dios sea glorificado en predestinar a algunos a la salvación y a otros a la condenación, aunque no hay ninguna diferencia en mérito entre los salvos y los perdidos. ¡Qué Dios dejaría a cualquiera al tormento eterno que pudiera ser rescatado, sin embargo, degradaría a Dios, ya que hacer esto es repugnante a la conciencia y compasión que Dios ha puesto dentro de toda la humanidad!

Calvino mismo admitió que esta doctrina era repulsiva a la razón inteligente. Así como en el Catolicismo, Calvino buscó escapar de las contradicciones obvias en su sistema alegando “misterio”:

Pablo…elevándose al sublime misterio de la predestinación…47 Cuán grave mal es investigar los móviles de la voluntad de Dios, puesto que de cuantas cosas suceden, ella es la causa con toda justicia… Por eso, cuando se pregunta por la causa de que Dios lo haya hecho así, debemos responder: porque quiso… De lo cual no se puede aducir otra causa que la reprobación, que permanece escondida en el secreto consejo de Dios.48

Calvino afirma obtener de la Biblia la enseñanza que Dios, para Su gloria, predestinó a vastas multitudes a la condenación eterna sin permitirles ninguna alternativa. De hecho, mientras aún era un católico romano, él ya había llegado indudablemente a dicha conclusión a partir de su inmersión en los escritos de Agustín y la Biblia Católica Romana oficial (y gravemente corrupta), la Vulgata Latina.

Spurgeon, aunque era un calvinista (a quien los calvinistas les encanta citar en su apoyo) quien a veces confirmaba la Expiación Limitada, fue incapaz de escapar de su conciencia dada por Dios. Su corazón de evangelista a menudo se traicionaba a sí mismo en declaraciones que expresaban compasión por los perdidos y el deseo por su salvación – una compasión que contradecía al Calvinismo que predicaba en otras ocasiones. Por ejemplo:

Así como es mi deseo [y] su deseo… así es el deseo de Dios de que todos los hombres sean salvos… él no es menos benevolente de lo que somos nosotros.49

Es imposible reconciliar esa declaración con la doctrina de la Expiación Limitada, la cual Spurgeon en otras ocasiones afirmaba. Es irracional decir que Dios desea sinceramente la salvación de todos, pero envió a Su Hijo a morir sólo por algunos. Pero ésta, como veremos, es sólo una de muchas contradicciones en las que el Calvinismo atrapa a sus adherentes.

Artículos relacionados:
Libro: ¿Qué Amor es Éste? – Capítulo 1
Libro: ¿Qué Amor es Éste? – Capítulo 2
Más acerca del Calvinismo

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

You can get Dave Hunt’s book, “What Love is This?”, here:


Notas:

1. Sidney Z. Ehler and John B. Morrall, Church and State Through the Centuries: A Collection of Historic Documents and Commentaries (London, 1954) 7.


2. Cited in Philip Schaff, History of the Christian Church (New York: Charles Scribner, 1910; Grand Rapids, MI: Wm B. Eerdmans Publishing Co., reprint 1959), 8:281.

3. Georgia Harkness, John Calvin: The Man and His Ethics (Nashville, TN: Abingdon Press, 1958), 3.


4. Laurence M. Vance, The Other Side of Calvinism (Pensacola, FL; Vance Publications, rev. ed. 1999), 69–70.

5. Loraine Boettner, The Reformed Doctrine of Predestination (Philipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1932), 3–4.

6. Arthur C. Custance, The Sovereignty of Grace (Phillipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1979), 18.


7. Frederic W. Farrar, History of Interpretation (New York: E. P. Dutton and Co., 1886), 24.

8. David J. Engelsma, A Defense of Calvinism as the Gospel (The Evangelism Committee, Protestant Reformed Church, n. d.), 22.


9. Benjamin B. Warfield, Calvin and Augustine, ed. Samuel G. Craig (Phillipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1956), 22.


10. Timothy George, Theology of the Reformers (Nashville, TN: Broadman Press, 1988), 179.

11. R. Tudor Jones, The Great Reformation (Downer’s Grove, IL: InterVarsity Press, n. d.), 133.


12. Edwin H. Palmer, foreword to the five points of calvinism (Grand Rapids, MI: Baker Books, enlarged ed., 20th prtg. 1999), 2.

13. Charles Haddon Spurgeon, Autobiography of Charles H. Spurgeon (Philadelphia, PA: American Baptist Society, n. d.), 44:402.


14. Spurgeon, Autobiography, 47:398.


15. John Calvin, “Method and Arrangement,” in Institutes of the Christian Religion, trans. Henry Beveridge (Grand Rapids, MI: Wm. Eerdmans Publishing Company, 1998 ed.), 29.


16. Ibid., IV: i, 4.

17. Ibid., IV: ii, 2.

18. William J. Bouwsma, John Calvin: A Sixteenth Century Portrait (United Kingdom: Oxford University Press, 1988), 10.

19. Will Durant, “The Reformation,” Pt. VI of The Story of Civilization (New York: Simon and Schuster, 1957), 460.

20. Boettner, Reformed, 403.

21. Calvin, Institutes, IV: xv, 3.


22. Ibid., 1–6; xvi, 24, etc.

23. Roland Bainton, Michel Servet, heretique et martyr (Geneva: Iroz 1953), 152-153, quoting letter of February 26, 1533, now lost.


24. Bernard Cottret, Calvin: A Biography (Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans, 2000), 129; Calvin, Institutes, IV: xv, 16; IV: xvi, 31.

25. John Calvin, Commentary on Psalms—Volume 1, Author’s Preface, www.cal.org/c/calvin/ comment3/comm_vol08/htm/TOC.html.


26. J. D. Douglas, Who’s Who In Christian History, 128–29; cited in Henry R. Pike, The Other Side of John Calvin (Head to Heart, n. d.), 9–10. See also Alister E. McGrath, A Life of John Calvin (Cambridge, MA: Blackwell Publishers, 1990), 73; and Jones, Reformation., 127.

27. Jones, Reformation, 127.


28. Calvin, Commentary on Psalms, Preface.

29. Durant, “Reformation,” VI: Civilization, 459–60.

30. Calvin, Institutes, I:vii,4.


31. Ibid., viii,1.

32. Leonard Verduin, The Reformers and Their Stepchildren (Sarasota, FL: Christian Hymnary Publishers, 1991), 66.


33. Augustine, On the Gift of Perseverance, chapter 47, http://whitefield.freeservices.com/augustine06.html.

34. R. C. Sproul, Grace Unknown (Grand Rapids, MI: Baker Books, 1997), 189.

35. Calvin, Institutes, III: xxiii, 6.

36. R. C. Sproul, Jr., Almighty Over All (Grand Rapids, MI: Baker Books, 1999), 54.

37. Calvin, Institutes, III: xxiii, 1.

38. Ibid., 3.

39. Ibid., 4.


40. Ibid., 6.

41. Ibid., 10-11.

42. Ibid., xxi–xxii.

43. Ibid., xxi 7.

44. Ibid., II: v,19.

45. Canons of Dort (Dordrecht, Holland, 1619), 1,6.

46. Calvin, Institutes, III: xxi, 1.

47. Ibid., II: xii, 5.

48. Ibid., III: xxiii, 2,4.

49. C. H. Spurgeon, Metropolitan Tabernacle Pulpit, Vol. 26:49–52.

martes, 27 de diciembre de 2011

El Porqué de este Libro

Capítulo 1 del libro: ¿Qué Amor es Éste?



“¿Puede responder algunas preguntas acerca del Calvinismo?”. La pregunta la hizo un joven que estaba sentado conmigo y otros más en un restaurante en una ciudad donde yo estaba exponiendo en una conferencia.

“¿Por qué me preguntas a mí?”

“Escuchamos que está escribiendo un libro acerca del Calvinismo”

“Así es, lo estoy haciendo – un libro, de hecho, que no quería escribir. Hay buenos cristianos en ambos lados. La última cosa que quiero hacer es crear más controversia – pero es un tópico que debe ser enfrentado y abordado a fondo”. Mirando alrededor de la mesa, quedé sorprendido con el repentino interés reflejado en cada rostro. Todos estaban escuchando atentamente.

“Apenas había pensado en el Calvinismo durante años. Luego, de repente – o así me pareció a mí – en los últimos años el Calvinismo había emergido como un problema por todas partes. Quizás estoy empezando a darme cuenta, pero me parece que esta doctrina en particular está siendo promovida mucho más amplia y agresivamente ahora de lo que alguna vez fui consciente en el pasado”:

“Nuestra iglesia recientemente añadió al personal a un nuevo pastor asociado – un graduado del Master’s College and Seminary en el Sur de California”, explicó el joven. “El introduce el Calvinismo en casi toda sesión de su clase bíblica”.

“Permíteme sugerir cómo podría hacerlo”, respondí. “Le pregunta a la clase lo que ellos piensan que es primero, la fe o la regeneración. Todos dicen, ‘La fe, por supuesto – cree en el Señor Jesucristo y serás salvo’. Luego los desafía, ‘Pero la humanidad está muerta en delitos y pecados. ¿Cómo puede un muerto creer?’”.

Tenía toda la atención del joven. “¡Así es exactamente! ¿Cómo lo sabía?”

“Luego él explica”, continué, “que Dios tiene que soberanamente dar vida a aquellos que están espiritualmente muertos antes de que puedan creer o incluso entender el Evangelio – que la regeneración debe anteceder a la fe”.

“¡Tiene razón! Pero esto parece muy extraño… ¡cómo tener que ser salvo antes de que pueda ser salvo!”

“El calvinista no lo diría con esas mismas palabras”, respondí, “pero aun es un poco más extraño que eso. Sin comprender o creer algo acerca de Dios, Cristo o la Biblia – debido a que los ‘totalmente depravados’ supuestamente no pueden hasta que sean regenerados – los ‘elegidos’ son espiritualmente vivificados por un acto soberano de Dios sin ningún deseo o cooperación de su parte, y sin siquiera saber lo que les está pasando en ese momento”.

“Eso es exactamente lo que él ha estado enseñando”, añadió otro miembro de la misma iglesia. “No tiene sentido. Nunca leí algo como eso en la Biblia”.

“¿Son ustedes los únicos que han expresado alguna preocupación?”, pregunté. “¿Aquellos que pensaban que la fe es primero aceptaron este nuevo concepto inmediatamente?”

“La mayoría lo hacen. Pero ha causado algo de confusión. Y unas cuantas personas han abandonado la iglesia”.

“¿Nadie lo desafía”, pregunté, “con el hecho obvio de que la muerte espiritual no puede compararse con la muerte física? ¿Que la gente físicamente muerta no sólo no puede creer sino que tampoco puede pecar ni hacer nada más?”.

“Creo que ninguno de nosotros había pensado en eso”.

“¿Qué dice el pastor principal?”

“Parece no saber cómo manejar la confusión. Nunca antes escuchamos algo como esto desde el púlpito, pero ahora insinuaciones del Calvinismo incluso están encontrando su camino dentro sus sermones”.

La conversación siguió de esta forma durante un tiempo. Todo nuevo aspecto del Calvinismo que yo explicaba era recibido con exclamaciones adicionales de “¡Sí! Eso es exactamente lo que estamos escuchando”.

Otros, de áreas completamente diferentes del país, comenzaron a relatar sus experiencias. Un hombre recientemente había abandonado una iglesia que se había dividido por causa del Calvinismo. El consejo de diáconos había votado que todo miembro debía firmar una declaración de fe calvinista. Alguien más provenía de una iglesia cuyo pastor y ancianos habían tomado una línea dura contra lo que consideraron un asunto divisivo y habían expulsado a un maestro de escuela dominical por influenciar a su clase de adolescentes con el Calvinismo, a pesar de varias advertencias.

Otra pareja había visitado una iglesia muy recomendada en una gran ciudad cerca de su hogar, la cual era pastoreada por un autor calvinista muy conocido.

“Realmente no sabemos mucho acerca del Calvinismo”, confesaron mis acompañantes a cenar. “Pero fue una experiencia extraña. Por una parte, tuvimos la impresión de que estas personas se sentían seguras de que eran los elegidos. Sin embargo, también parecía haber cierta inseguridad, como si el desempeño fuera una evidencia importante de la salvación de alguien”.

Mientras nos levantábamos para irnos, una joven que había estado sentada durante toda la conversación en silencio me preguntó si podía tener un momento privado de mi tiempo. Nos sentamos de nuevo y comenzó a contar una historia de dolor. Ella era la esposa de un pastor. Sus vidas y ministerio habían sido felices y fructíferas hasta que su esposo y dos amigos cercanos, también pastores, se interesaron en una nueva “verdad”. Ellos tres eran muy intelectuales. Como resultado de leer autores calvinistas modernos habían sido atraídos hacia los escritos de Juan Calvino, Jonathan Edwards, John Knox y otros.

Su estudio, que los llevó de regreso hasta Agustín, eventualmente se volvió casi una obsesión. Luego cada uno de ellos comenzó a predicar su nueva “luz” desde sus púlpitos. Después de ser advertidos muchas veces para que desistieran, fueron removidos de sus pastorados. Eventualmente, su esposo comenzó a preocuparse si realmente era uno de los elegidos. Las persistentes preguntas se convirtieron en dudas descomunales acerca de su salvación. El Calvinismo que alguna vez había parecido tan satisfactorio comenzó a atormentarlo con incertidumbre. ¿Era él uno de los elegidos?

“¿Tú nunca te sentiste atraída hacia el Calvinismo?”, le pregunté.

Ella sacudió la cabeza. “No soy una intelectual – lo cual podría ser el porqué nunca me atrajo. ¿Pero no se supone que Dios sea un Dios de amor? En mi mente sencilla no tenía ningún sentido que el Dios de la Biblia no amara lo suficiente a todos como para no quererlos a todos ellos en el Cielo, que Cristo no había muerto por todos aunque la Biblia parecía decir que sí lo había hecho”.

Las lágrimas vinieron a sus ojos. Al menos, continuó ella, “sigo intentando decirle a mi esposo que el Dios en el que él ahora estaba creyendo – un Dios que predestinaba a las personas antes de que incluso nacieran a pasar la eternidad en el Lago de Fuego – no era el Dios que yo conocía y amaba”.

Encuentros preocupantes como éstos se volvieron más frecuentes y pronto exigieron una investigación más profunda de mi parte de un sistema que obviamente era abrazado por una porción más grande de la Iglesia de la que yo me había dado cuenta. Parecía tan extraño a todo lo que yo había creído acerca de un Dios cuya soberanía no disminuye Su misericordia y amor. Por mi propia tranquilidad, me vi obligado a dedicarme a la extensa investigación que dio como resultado este libro.

Un asunto de gran importancia

El Calvinismo nunca me ha parecido bíblico por un número de razones que mencionaremos en su debido orden. A lo largo de los años, mis considerables objeciones han sido discutidas en privado, de forma detallada, con varios amigos que son acérrimos calvinistas. Por fortuna, a pesar de nuestras serias diferencias y de nuestra incapacidad para resolverlas, nunca hubo pérdida de buena voluntad. Seguimos siendo amigos hasta este día y simplemente evitamos este tema.

Es cierto que “a lo largo de la historia muchos de los grandes evangelistas, misioneros y teólogos incondicionales sostenían…las doctrinas de la gracia conocidas como Calvinismo”. R.C. Sproul declara que los titanes de la erudición cristiana clásica” son calvinistas. A menudo se hace la afirmación adicional que, aunque muchos no lo han hecho saber públicamente, la gran mayoría de los líderes evangélicos de hoy en Estados Unidos sostienen alguna forma de esta doctrina. Pronto descubrí que habían muchos más libros impresos promoviendo el Calvinismo de lo que alguna vez yo había imaginado. Su número e influencia están creciendo rápidamente.

Al igual que la Biblia de Estudio de John MacArthur, la Nueva Biblia de Estudio de Ginebra promueve agresivamente el Calvinismo en sus explicaciones marginales de pasajes claves. Ella afirma presentar la “verdad de la Reforma”. Esa osada frase equipara a la Reforma con el Calvinismo – una proposición aceptada casi universalmente hoy en día entre los evangélicos. La pregunta de si esto es cierto, con la que trataremos en las siguientes páginas, es ciertamente una de gran importancia.

La importancia de nuestra preocupación recibe mayor peso por el hecho de que sus proponentes aun afirman que “el Calvinismo es el puro Cristianismo bíblico en su expresión más clara y pura”. D. James Kennedy ha dicho, “Soy un presbiteriano porque creo que el Presbiterianismo es la forma más pura de Calvinismo”. John Piper escribe, “Las doctrinas de la gracia (Depravación Total, Elección Incondicional, Expiación Limitada, Gracia Irresistible, Perseverancia de los Santos) son la urdimbre y la trama del evangelio bíblico apreciado por tantos santos durante los siglos”.

¿No significaría esto, entonces, que aquellos que no predican el Calvinismo no predican el Evangelio? ¿Y cómo podrían los evangélicos probablemente ser salvos si rechazan los cinco puntos del Calvinismo que Piper afirma que son “la urdimbre y la trama del evangelio bíblico”? C.H. Spurgeon, quien a veces contradecía el Calvinismo, declaró:

“…esas grandes verdades, las cuales son llamadas Calvinismo…son, creo yo, las doctrinas esenciales del Evangelio que es en Jesucristo. Ahora no pregunto si usted cree en todo esto [Calvinismo]. Es posible que no lo haga. Pero creo que lo hará antes de que entre al cielo. Estoy convencido de que así como Dios haya podido lavar sus corazones, Él lavará sus cerebros antes de que entren al cielo”.

Esa declaración tan fuerte es impresionante, viniendo de Charles Haddon Spurgeon. John H. Gerstner escribe, “Creemos junto al gran predicador bautista, Charles Haddon Spurgeon, que el Calvinismo es sólo otro nombre para el Cristianismo”. De nuevo, si el Calvinismo es el verdadero Cristianismo, ¿significa eso que los no calvinistas no son cristianos? Sin duda, la mayoría de los calvinistas no dirían eso, ¿pero no es ésa la implicación aquí?

Por supuesto, hubo muchos líderes cristianos de igual estatura en la historia de la Iglesia, tales como D.L. Moody, que tenían una opinión contraria. Norman F. Douty enumera a más de setenta líderes cristianos que, en todo o en parte, se opusieron al Calvinismo (especialmente a su doctrina de la Expiación Limitada) – entre ellos hombres como Richard Baxter, John Newton, John y Charles Wesley, John Bunyan, H.C.G. Moule y otros. Un estudio de la historia de la Iglesia primitiva revela que las doctrinas calvinistas fueron desconocidas durante los tres primeros siglos de la Iglesia. De su conocimiento de la historia eclesiástica, el Obispo Davenant, presente en Dort, declara:

“Podemos afirmar con certeza que antes de la disputa entre Agustín y Pelagio, no había cuestionamiento con respecto a la muerte de Cristo, si acaso debía extenderse a toda la humanidad o restringirse sólo a los elegidos. Porque los Padres…ni una palabra (que yo sepa) se dijo por ellos de que, por decreto de Dios, alguien quedara excluido. Ellos están de acuerdo en que solamente beneficia a los que creen, sin embargo confiesan en todo lugar que Cristo murió a favor de toda la humanidad…

Agustín murió en el año 429 D.C. y hasta ese tiempo, al menos, no hay la más mínima evidencia que algún cristiano siquiera soñara de una propiciación sólo para los elegidos. Incluso después de él, la doctrina de una propiciación limitada fue difundida lentamente y por mucho tiempo no fue recibida sino parcialmente".

Hoy hay una creciente división acerca de este asunto, la mayoría de los calvinistas insistiendo que Cristo murió sólo por los elegidos. Por otra parte, IFCA International, un grupo de cerca de 700 iglesias evangélicas independientes y 1,200 pastores (algunos de ellos calvinistas) afirma en su declaración doctrinal, “Creemos que el Señor Jesucristo murió en la cruz por toda la humanidad…para lograr la redención de todos los que confían en él…”.

El mismo Spurgeon, citado tan a menudo por los calvinistas para apoyar su punto de vista, estaba dividido entre su corazón de evangelista que deseaba la salvación de todos y sus creencias calvinistas. A veces parecía rechazar la Expiación Limitada, aunque a menudo la predicaba con firmeza. Algunas veces parecía contradecir a sí mismo casi al mismo tiempo:

"Yo sé que hay algunas personas que consideran necesario para su sistema de teología limitar el mérito de la sangre de Jesús. Si mi sistema de teología necesitara de tal limitación, lo arrojaría a los vientos. No podría ni me atrevería a permitir que ese pensamiento se alojara en mi mente, pues pareciera ser estrechamente semejante a la blasfemia.

Yo veo un océano de mérito en la obra acabada de Cristo; mi plomada no encuentra fondo, y mis ojos no descubren una orilla. Habría suficiente eficacia en la sangre de Cristo, si Dios así lo hubiera querido, para salvar no únicamente a este mundo entero, sino a diez mil mundos…Teniendo a una Persona divina como una ofrenda, no sería consistente concebir un valor limitado. Confín y medida son términos inaplicables al sacrificio divino. La intención del propósito divino fija la aplicación de la ofrenda infinita, pero no la convierte en una obra finita".

Mérito y valor deben aplicar al efecto de la Cruz. Si la Cruz está destinada para un número limitado (los elegidos), su mérito y su valor son necesariamente limitados. “Si Dios así lo hubiera querido” es la cláusula clave – la que Spurgeon claramente negó a veces. Por otra parte, que Spurgeon creía que la salvación estaba disponible para toda la humanidad es evidente a partir de muchos de sus sermones. La contradicción es clara – un hecho que los calvinistas están renuentes a admitir. De esta forma, he sido acusado de tergiversar, e incluso de citar de forma errada, a C.H. Spurgeon. Suficientes declaraciones adicionales de Spurgeon serán presentadas aquí para permitirles a los lectores que lleguen a sus propias conclusiones.

Una Promoción Agresiva

Los calvinistas están insistiendo cada vez más que sus dogmas peculiares representan la fe de “los reformadores que dirigieron la Reforma” y deberían ser aceptados por todos los cristianos evangélicos como el verdadero Cristianismo y como la expresión bíblica del Evangelio. Con respecto a eso…

>> Hay muchas cosas que ellos representan con las cuales todos los cristianos estarían de acuerdo.

>> Hay muchas cosas que ellos representan con las cuales muchos evangélicos piensan estar de acuerdo debido a malos entendidos, pero que en realidad no lo están, lo cual será aclarado en las páginas siguientes.

>> Hay muchas cosas que ellos representan con respecto a la Iglesia, Israel y el regreso de Cristo a las cuales aquellos que creen en el rapto inminente de la iglesia objetarían con firmeza. Estos últimos puntos de vista no tienen nada qué ver con el Evangelio y por tanto no serán abordados aquí.

En el año 2000, la Alianza de Cristianos de la Reforma se reunió en Londres en oposición a la influencia de la Bendición de Toronto en Inglaterra y envió este mensaje a los evangélicos a nivel mundial: “Llamamos por lo tanto a aquellos que portan la etiqueta “evangélico” a afirmar su fe una vez más de acuerdo con el testimonio de la Escritura y en continuidad con el testimonio histórico de la Iglesia". Con “testimonio histórico de la Iglesia”, quieren decir las doctrinas peculiares que provienen de Agustín, interpretadas y expandidas por Juan Calvino y que en una época fueron forzadas por una Iglesia estatal sobre todos en Inglaterra y Escocia y en aquellas partes de Europa donde los calvinistas tenían el control. La documentación histórica se proporciona en los capítulos 5 y 6.

Los calvinistas de hoy en día hablan aún más ardiente y audazmente acerca de la necesidad de una “nueva Reforma”, por la cual muy claramente se refieren a un avivamiento del Calvinismo como el punto de vista dominante en la cristiandad. Considere algunas de las resoluciones que conforman “La Declaración de Londres 2000: Alianza de Cristianos de la Reforma – Una visión para la unidad bíblica en la iglesia moderna, ‘El Problema Evangélico’”:

Bajo “La Cuestión de la Verdad”

Llamamos por lo tanto a los evangélicos a regresar al una vez sostenido enfoque bíblico…que reivindicar una doctrina en particular [Calvinismo] como verdadera no es arrogancia espiritual sino un deber bíblico.

Bajo “Una Visión para la Reforma”

Llamamos por lo tanto a los evangélicos a afirmar una visión para la Reforma la cual está de acuerdo con el testimonio de la Escritura y en continuidad con el testimonio histórico de la iglesia [calvinista]. Tal visión es de una iglesia que es tanto Católica como Reformada. Por Católica no queremos decir “Católica Romana”… [Vea el capítulo 4, “La Sorpresiva Conexión Católica del Calvinismo”] Por Reformada, queremos decir que confesamos aquellas doctrinas acerca de la autoridad de la Escritura y la salvación sólo por gracia las cuales nuestros antepasados [calvinistas] reafirmaron al momento de la Reforma [su énfasis].

Bajo “Cuatro Afirmaciones”

Bajo 1: De igual manera afirmamos que somos agustinianos en nuestra doctrina del hombre y en nuestra doctrina de la salvación. Esto es debido a que creemos que Agustín y sus sucesores, incluyendo a los reformadores [calvinistas], reflejan fielmente la enseñanza de la Biblia en relación con la incapacidad espiritual total del hombre caído para responder a Dios, la clemente elección incondicional de Dios el Padre de un pueblo para ser salvo, el designio de la obra expiatoria del Hijo encarnado destinada segura y ciertamente para asegurar la salvación de ese pueblo [sólo los elegidos], la gracia monergística del Espíritu Santo en la regeneración [sin comprensión o fe por parte del hombre] y la perseverancia de los elegidos. Por consiguiente, también rechazamos todas las formas de sinergismo o Semi-Pelagianismo en las que al hombre le es otorgado un papel cooperativo en su regeneración [aun creer], es decir, Arminianismo. Igualmente rechazamos cualquier debilitamiento de la soteriología agustiniana, es decir, Amiraldianismo (Calvinismo de ‘cuatro puntos’) y cualquier endurecimiento de ella, es decir, Hiper-Calvinismo…La noción de una Iglesia Católica y Reformada [calvinista] – un torrente principal y majestuoso de la ortodoxia cristiana histórica [Agustinianismo/Calvinismo] – es de esta forma integral para nuestro entendimiento. Afirmamos esta noción como verdadera y fundacional para cualquier panorama evangélico digno del nombre.

Bajo 2: Los católicos reformados afirman la importancia de la iglesia y su historia en cualquier visión auténtica de la obra redentora de Dios en el tiempo y el espacio. El Evangelicalismo de hoy está infectado con una amnesia mortal con respecto a la iglesia [calvinista] histórica…Rechazamos específicamente el subjetivo y a menudo espectáculo desordenado de la adoración al estilo carismático, con sus prácticas acompañantes, tales como supuestas hablar en lenguas, profecías, “muertes en el Espíritu”, etc.

Bajo 4: Lamentamos la influencia entre los evangélicos de un dispensacionalismo pietista en el cual el mundo es considerado irremediablemente perverso (y así sin valer la pena el esfuerzo de influenciarlo) y en el cual la única esperanza se supone que sea el rapto inminente de los santos.

Un Desafío a Permanecer Callado

Con el reciente aumento del Calvinismo, cierto número de líderes calvinistas han comenzado a tomar una postura mucho más agresiva en su promoción pública. Ambos lados, de hecho, están cada vez más haciendo este tema un asunto de compañerismo en el Señor, resultando en división en un número de iglesias por lo demás sanas.

En algunas iglesias, a los miembros se les prohíbe promover el Calvinismo incluso en privado. En otras, sólo calvinistas son aceptados como miembros. Por supuesto, lo último ha sido cierto de pastores y candidatos a las misiones durante siglos en casi todas las iglesias presbiterianas y aun en algunas iglesias bautistas – pero ahora esa posición parece estar creciendo.

Casi a diario descubro que este tema estaba exigiendo un interés más amplio y una mayor importancia de la que yo había imaginado. Parecía obvio que existía la necesidad de más investigación y escritura para lidiar con este importante asunto.

Cuando se hizo conocido que pretendía escribir un libro así, cierto número de pastores me advirtieron que me abstuviera de expresarme públicamente acerca de este tema. Algunos afirmaron que, debido a mi ignorancia de sus verdaderas enseñanzas, yo ya había tergiversado la “Doctrina Reformada”. Una respuesta típica de los amigos calvinistas a quienes les envié un manuscrito inicial para que lo comentaran era algo así: “Las caricaturas que presentas y los hombres de paja que construyes me demuestran que no tienes ninguna comprensión en absoluto de la posición reformada, y hasta que la tengas, te aconsejo que te abstengas de imprimir algo”.

Las cartas comenzaron a inundar nuestro ministerio, The Berean Call, desde todas partes del mundo, muchas escritas por pastores insistiendo que yo no estaba calificado para abordar el Calvinismo e instándome a sellar mis labios y a soltar mi pluma con respecto a este tópico. Se sugirió que perdería muchos amigos y que me alienaría a mí mismo de líderes evangélicos, de los cuales se dijo que la mayoría eran calvinistas convencidos. Además, ¿quién publicaría un libro así, dado que las editoriales más importantes habían producido muchos libros que apoyaban al otro lado?

Lo que más me conmovió fue la preocupación expresada seriamente por amigos cercanos de que un libro escrito por mí acerca de este asunto podría causar división – la última cosa que yo quería. “Ya lo podemos escuchar", me dijeron varios amigos: “¡Aquí viene Dave Hunt de nuevo; esta vez está atacando a los calvinistas!” Esa preocupación pesaba muy fuerte sobre mí.

Uno debe estar dispuesto a aceptar un consejo sabio. Pero el consejo de permanecer callado, aunque dado por muchos debido a una preocupación genuina, pareció, después de mucha oración y un examen de conciencia de mi parte, ser desatinado. Spurgeon llamó al debate acerca de la soberanía de Dios y el libre albedrío del hombre “una controversia que… creo que ha sido en realidad saludable y que nos ha hecho a todos nosotros una vasta cantidad de bien…”. El deseo de mi corazón es que este libro será sólo para la gloria de Dios y para bendecir a Su pueblo.

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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)


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