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martes, 26 de abril de 2022

El Reino Venidero – Parte 5

Por Dr. Andy Woods

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Debido a que el mundo evangélico de hoy cree en gran medida que la iglesia está experimentando actualmente el reino mesiánico, comenzamos un estudio que narra lo que la Biblia enseña con respecto a este importante tema del reino. Que habrá un futuro reino mesiánico en la tierra ha sido revelado hasta ahora a través de la intención divina de restaurar el oficio de Administrador Teocrático (Génesis 1:26-28) que se perdió en el Edén (Génesis 3). Del mismo modo, la promesa de un reinado futuro, terrenal y mesiánico fue profetizada en el Pacto Abrahámico (Génesis 15) y sub-pactos relacionados. Si bien estos pactos garantizan que el reino algún día vendrá a la tierra a través de Israel, de acuerdo con el Pacto Mosaico, la manifestación final del reino está condicionada a la aceptación de Cristo por parte de la nación como su tan esperado rey durante los eventos del futuro período de la Tribulación. Artículos anteriores también explicaron cómo Dios restauró el oficio de Administrador Teocrático que se perdió en el Edén, al menos en un sentido limitado, en el Sinaí. Este arreglo teocrático cubrió la mayor parte de la historia del Antiguo Testamento cuando Dios, incluso después del tiempo de Moisés, gobernó Israel indirectamente a través de Josué, varios jueces y, finalmente, los reyes de Israel, hasta que el cautiverio babilónico terminó con la Teocracia. Tal terminación inició un tiempo oscuro en la historia judía conocido como los Tiempos de los gentiles (Lucas 21:24; Apocalipsis 11:2), cuando la nación no tenía un rey davídico reinando en el Trono de David, ya que Judá sería pisoteado por varias potencias gentiles. En el contexto de tal esclavitud entró Jesucristo, el heredero legítimo del Trono de David. Los relatos de los Evangelios identifican a Cristo como el tan esperado heredero real profetizado en el Antiguo Testamento.

El Ofrecimiento del Reino

Como se señaló anteriormente, cuando el Pacto Abrahámico y los sub-pactos relacionados se consideran en armonía con el Pacto Mosaico, la estructura pactual de Israel se puede describir mejor como un pacto incondicional con una bendición condicional. En otras palabras, cualquier generación judía debe satisfacer el Pacto Mosaico condicional antes de que puedan entrar las bendiciones incondicionales del Pacto Abrahámico. Tal condición sólo puede satisfacerse si Israel entroniza al rey elegido por Dios (Dt. 17:15). Por lo tanto, le correspondía al Israel del siglo I entronizar a Cristo para poder recibir todas sus bendiciones pactuales.

La oportunidad para que el Israel del siglo I entronizara a Cristo y, en consecuencia, experimentar todas estas bendiciones se conoce como “el ofrecimiento del reino”. La idea está capturada en la expresión: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, proclamada a la nación primero por Juan el Bautista (Mt. 3:1–2); luego Cristo (Mt. 4:17); luego los Doce (Mt. 10:5–7); y finalmente los Setenta (Lc. 10:1, 9). Lo que esta expresión significa es que el gobierno indiscutible que Dios experimenta en el cielo se había acercado a la tierra en la persona de Jesucristo, el ansiado rey davídico. Se le llama “el reino de los cielos” ya que el reino será inaugurado por el “Dios del cielo”. Observe cómo Daniel conecta a este “Dios del cielo” con Su reino venidero: “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido…” (Dn. 2:44). Debido a que el rey estaba presente, la oportunidad de entronizarlo fue una realidad para el Israel del primer siglo. Sin embargo, la expresión “se ha acercado”, no significa que el reino había llegado. Más bien, el reino estaba cerca, en un estado de inminencia o expectativa inmediata, ya que la presencia del rey le permitía al Israel del primer siglo tomar una decisión genuina de entronizar a Cristo, y así entrar en sus bendiciones pactuales.

Observe que la palabra “reino” en la expresión, “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, no fue definida por Juan el Bautista, Cristo, los Doce, y los Setenta. Esta falta de una definición del Nuevo Testamento muestra que la noción del reino se entendía por cómo el concepto ya se había desarrollado en el Antiguo Testamento. Como hemos aprendido, el Antiguo Testamento define y describe específica y descriptivamente un venidero reino mesiánico terrenal. Este reino se anticipa en el oficio de Administrador Teocrático que se perdió en el Edén, en los pactos bíblicos, en la teocracia terrenal que gobierna a Israel desde la época de Moisés hasta Sedequías, y en las predicciones de los profetas del Antiguo Testamento. Si el Israel del primer siglo hubiera entronizado a Cristo, este reino terrenal se habría convertido en una realidad, no sólo para la nación, sino también para el mundo entero. Los pactos de Israel se habrían cumplido, y los Tiempos de los Gentiles habrían terminado.

El Israel del Primer Siglo Rechaza el Ofrecimiento del Reino

A pesar de la oportunidad sin precedentes para el establecimiento del reino mesiánico, debido a la presencia del Rey entre los judíos del primer siglo, trágicamente, Israel rechazó el ofrecimiento del reino. ¿Por qué el Israel de la época de Cristo rechazó la oportunidad de establecer el reino? Se pueden dar al menos dos razones. Primero, Cristo enfatizó en el Sermón del Monte que el reino no era sólo físico y político, sino también moral y espiritual (Mateo 5‒7). Aquí, Cristo reiteró lo que el Antiguo Testamento ya había revelado, que, aunque el reino ciertamente sería terrenal y terrestre, también sería moral y ético (Ez. 37:23‒24). Por lo tanto, los ciudadanos del reino de Cristo exhibirían ciertas cualidades morales (Mt. 5:3–12). Debido a que Israel estaba más interesado en un reino físico y político, que derrocaría a una Roma opresiva, que en un reino espiritual y moral (Juan 6:15, 26), el énfasis de Cristo en las características morales de Su reino preparó el escenario para el rechazo final de Israel al ofrecimiento del reino.

En segundo lugar, Israel persiguió la justicia por medio del esfuerzo propio, en lugar de aceptar la justicia imputada o transferida ofrecida por Cristo (Mt. 5:20). El sistema farisaico orientado a las obras de Israel (Marcos 7:13), hizo que la nación tropezara con el simple mensaje de que la justicia sólo se puede obtener por la fe sola (Juan 6:28‒29). Romanos 9:30‒32 explica: “¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en LA PIEDRA DE TROPIEZO”. Si bien un pequeño remanente judío aceptó el mensaje de Cristo, el quid de la nación, así como el liderazgo de la nación, tropezaron con él.

Los Evangelios revelan cuidadosamente el rechazo de Israel al ofrecimiento del reino. El punto decisivo se encuentra en Mateo 12:24. Cuando los fariseos no pudieron explicar uno de los muchos milagros de Cristo, en cambio atribuyeron la realización del milagro a los poderes satánicos. En este punto, la expresión, “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2; 4:17; 10:5–7) prácticamente desaparece del Evangelio de Mateo. El concepto no resurge hasta que el ofrecimiento se extender a una generación distante de judíos durante el período de la Tribulación (Mt. 24:14). Tal ausencia significa que Dios quitó el ofrecimiento del reino de la mesa cuando los fariseos demostraron incredulidad cuando fueron confrontados por los milagros de Cristo. Este rechazo del ofrecimiento fue ratificado por la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén, así como por la decisión de la nación de entregar a Cristo a los romanos para ser crucificado (Mt. 21–23; 26–27). El rechazo de Israel del ofrecimiento del reino también está representado en la siguiente declaración de los líderes religiosos de la nación a Pilato: “Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César”. (Juan 19:15). Por lo tanto, Juan resume bien: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11).

Debido a que Israel rechazó el ofrecimiento del reino, el reino mesiánico no se estableció en el Primer Advenimiento de Cristo. En lugar de heredar Su legítimo reino, Cristo nunca llegó a ser rey de la nación y, en consecuencia, fue “cortado”, y heredó “nada” (Daniel 9:26a). Si bien el Pacto Abrahámico incondicional impide que Israel pierda la propiedad de las promesas pactadas, la falta de respuesta del Israel del primer siglo al ofrecimiento del reino impidió que la nación poseyera estas bendiciones. Desde el tiempo de Cristo hasta el día actual, Israel sigue siendo sólo el propietario y no el poseedor de las promesas pactadas. Aunque no ha sido cancelado, el reino mesiánico permanece en un estado de aplazamiento. Así como las generaciones pasadas de judíos fueron disciplinados por las violaciones al Pacto Mosaico a manos de los babilonios y los asirios (2 Reyes 17; 25), el Israel del primer siglo que rechazó a Cristo también experimentó disciplina divina (Dt. 28:49–50), por medio de la destrucción de Jerusalén y el templo, que resultó en más de un millón de muertes judías, cuando Tito de Roma invadió a Israel treinta y ocho años después de la época de Cristo, en los horribles eventos del año 70 d.C. (Dn. 9:26b; Mt. 24:1–2; Lucas 19:41–44).

La Era Interina y el Aplazamiento del Reino

Debido al rechazo de Israel del ofrecimiento del reino que resultó en el aplazamiento del reino mesiánico, Cristo comenzó a explicar las condiciones espirituales que prevalecerían durante la ausencia del reino. Este programa interino incluye Su revelación de los misterios del reino (Mt. 13) y la iglesia (Mt. 16:18). Antes de describir estas realidades espirituales, deben hacerse algunas observaciones preliminares sobre esta nueva era interina.

Primero, el hecho de que Dios sabía que Israel rechazaría el ofrecimiento del reino (Dn. 9:26a), marcando así el comienzo de Su propósito eterno para la era interina, de ninguna manera implica que el ofrecimiento del reino al Israel nacional no fuera una oferta legítima o de buena fe. Un Dios todopoderoso puede usar el libre albedrío de Sus criaturas para lograr Sus propósitos eternos. Chafer explica:

…Dios no sólo conoce de antemano la elección que Sus criaturas harán, sino que Él mismo puede obrar en ellas tanto el querer como el hacer Su propio placer. Las Escrituras presentan muchos incidentes que revelan el hecho de que la voluntad de Dios es ejecutada por los hombres incluso cuando no tienen la intención consciente de hacer la voluntad de Dios… ¿Estuvo la muerte de Cristo en peligro de ser abortada y todos los tipos y profecías con respecto a Su muerte de ser demostrados falsos hasta que Pilato tomó su decisión con respecto a esa muerte?[1] 

En otras palabras, cuando Israel, por su propia voluntad rechazó el ofrecimiento del reino, esa decisión fue utilizada por un Dios todopoderoso para marcar el comienzo de la siguiente fase importante de Su plan preordenado. Este plan implicaba tanto que Cristo pagara la deuda por el pecado al morir en la cruz, como la obra actual de Dios en la era interina. 

Continuará

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

El Dr. Andy Woods es oriundo de California, donde asistió a la universidad y obtuvo una licenciatura en Derecho. En 1998, cambió de rumbo y comenzó a hacer la transición del Derecho a la Teología, cuando decidió ingresar al seminario.

Finalmente obtuvo un Doctorado en Exposición Bíblica del Seminario Teológico de Dallas. Actualmente se desempeña como pastor en la Iglesia Bíblica de Sugar Land, en el área de Houston, mientras se desempeña como Presidente del Seminario Teológico Chafer, en Albuquerque, Nuevo México. Es un escritor prolífico y un conferenciante muy solicitado.

Visite el sitio web del Dr. Andy Woods:


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Notas Finales

[1] Lewis Sperry Chafer, Systematic Theology, (Dallas: Dallas Seminary, 1948), 5:347-48.

El Reino Venidero – Parte 4

Por Dr. Andy Woods

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Debido a que el mundo evangélico de hoy cree en gran medida que la iglesia está experimentando actualmente el reino mesiánico, comenzamos un estudio que narra lo que la Biblia enseña con respecto a este importante tema del reino. Que habrá un futuro reino mesiánico en la tierra ha sido revelado hasta ahora a través de la intención divina de restaurar el oficio de Administrador Teocrático (Génesis 1:26-28) que se perdió en el Edén (Génesis 3). Del mismo modo, la promesa de un reinado futuro, terrenal y mesiánico fue profetizada en el Pacto Abrahámico (Génesis 15) y sub-pactos relacionados. También se explicó que, si bien estos pactos garantizan que el reino algún día vendrá a la tierra a través de Israel, de acuerdo con el Pacto Mosaico, la manifestación final del reino está condicionada a la aceptación de Cristo por parte de la nación como su tan esperado rey durante los eventos finales del futuro período de tribulación. El artículo anterior también explicó cómo Dios restauró el oficio de Administrador Teocrático que se perdió en el Edén, al menos en un sentido limitado, en el Sinaí. Este arreglo teocrático cubrió la mayor parte de la historia del Antiguo Testamento cuando Dios, incluso después del tiempo de Moisés, gobernó Israel indirectamente a través de Josué, varios jueces y, finalmente, los reyes de Israel hasta que el cautiverio babilónico terminó con la Teocracia.

Los Tiempos de los Gentiles

Este cautiverio babilónico inició una época oscura en la historia judía conocida como los “Tiempos de los Gentiles” (Lucas 21:24; Ap. 11:2). Esta era se define como el período de tiempo en el que la nación estaba funcionando sin un rey davídico reinando en el Trono de David. Durante este período, Judá sería pisoteado por varios poderes gentiles. Estos poderes incluyen Babilonia (605–539 a.C.), Medo-Persia (539–331 a.C.), Grecia (331–63 a.C.), Roma (63 a.C.–70 d.C.), así como el futuro Imperio Romano revivido del Anticristo (algunas veces llamado “Roma Fase II”). Nabucodonosor, en un sueño, vio este período de tiempo simbolizado por una hermosa y deslumbrante estatua. Cada parte de la estatua representa una potencia gentil diferente (Dn. 2). En su sueño, Daniel vio el mismo período de tiempo en la forma de cuatro bestias grotescas. Cada bestia representaba una potencia gentil diferente (Dn. 7). Para Nabucodonosor, quien era el rey de Babilonia o la primera potencia gentil en pisotear a Judá, este período de tiempo le parecía hermoso. Esta perspectiva explica por qué Nabucodonosor percibió esta era en la forma de una estatua atractiva. Para Daniel, un judío, cuyo pueblo sería pisoteado por estas potencias gentiles, este período era sombrío. Esta perspectiva explica por qué vio los tiempos de los gentiles representados por varias bestias feroces.

Note que los Tiempos de los Gentiles, que comenzaron con la deposición de Sedequías por parte de Nabucodonosor y el cautiverio babilónico en el 586 a.C., están marcados por las siguientes tres características: la terminación de la teocracia terrenal; la falta de un rey davídico reinando en el Trono de David en Jerusalén; Judá siendo pisoteada por una sucesiva serie de potencias gentiles y la terminación de la teocracia terrenal que se indica mediante la partida de la gloria shejiná de Dios del templo (Ez. 10:4, 18–19; 11:23). Según las profecías de Daniel, los Tiempos de los Gentiles seguirán su curso y eventualmente concluirán la restauración de un rey legítimo reinando en el Trono de David, y el regreso de la gloria shejiná de Dios al templo milenial (Ez. 43:1–5). Este período difícil terminará con el regreso de Jesucristo para gobernar y reinar desde el Trono de David en Jerusalén (Dn. 2:34–35, 44–45; Mt. 25:31). Mientras que los Tiempos de los Gentiles comenzaron con la deposición de Sedequías por parte de Nabucodonosor, éstos terminarán con el regreso y la entronización de Cristo, inaugurando así el tan esperado reino mesiánico.

Por lo tanto, sólo después de que Cristo haya terminado el reino final del hombre (el Imperio Romano revivido del Anticristo), el reino davídico se establecerá entonces en la tierra (Dn. 2:34–35; 43–45; 7:23–27). Este hecho por sí solo debería disuadir a los intérpretes de encontrar una manifestación prematura del reino en la actual Era de la Iglesia. Desafortunadamente, los teólogos del “reino ahora” ignoran esta cronología al argumentar a favor de una forma espiritual presente del reino, a pesar de que los reinos del hombre aún no han seguido su curso, el Anticristo y su reino aún no han sido derrocados, y el Segundo Advenimiento aún no ha ocurrido. Esta cronología de Daniel hace que el erudito del Antiguo Testamento, Merril Unger, concluya:

…Daniel, ni en la profecía de la imagen del capítulo 2 ni en la profecía de las bestias del capítulo 7, se ocupa de la era presente del llamado de la iglesia, el período durante el cual Israel está temporalmente en rechazo nacional…A Daniel se le dio la visión profética de Roma hasta el momento de la muerte de Cristo (dos piernas). La visión continuó con la reanudación del trato divino con el Israel nacional (después de la finalización de la iglesia en el rapto), durante el período entre la glorificación de la iglesia y el establecimiento del Reino sobre Israel (Hechos 1:6). Por lo tanto, el reino de hierro con sus pies de hierro y barro (cp. 3:33–35, 40. 44), y la bestia indescriptible de 7:7–8 visualizan no sólo el poder gentil (1) como lo fue en el primer advenimiento, pero (2) también la forma en que existirá después del período de la iglesia, cuando Dios reanudará Su trato con la nación de Israel. Qué inútil es para los eruditos conservadores ignorar ese hecho y buscar un cumplimiento literal de esas profecías en la historia o en la iglesia, cuando esas predicciones se refieren a eventos aún futuros y no tienen aplicación alguna para la iglesia.[1]

Los Profetas Anticipan el Reino

A lo largo de los años oscuros de desobediencia nacional, dominio gentil y aplazamiento del reino, los profetas del Antiguo Testamento mantuvieron la esperanza para la nación y el mundo, al hablar fielmente de una generación venidera de judíos que se volverían a Yahvé, marcando así el comienzo de las bendiciones del reino. A causa de este rayo de luz espiritual que los profetas proporcionaron en medio de las tinieblas espirituales, Pedro se refiere a la profecía como “…la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19). Si bien se necesitarían múltiples volúmenes para describir adecuadamente todo lo que los profetas del Antiguo Testamento revelaron con respecto al reino venidero,[2] algunas predicciones del profeta Isaías serán suficientes. Según Isaías 2:1b–4:

Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.

Isaías 11:6–9 dice de manera similar:

Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.

De acuerdo con estas maravillosas predicciones, cuando el reino mesiánico se materialice, Jerusalén será el centro de la autoridad espiritual y política mundial. Esta autoridad dará como resultado a una justicia perfecta, la paz mundial, el cese del conflicto con y entre el reino animal, y el conocimiento espiritual universal. Otras características de la era del reino incluyen una tierra renovada, una Jerusalén regocijada, una reducción de la maldición, una auténtica justicia social, prosperidad, y respuestas inmediatas a las oraciones. Estas gloriosas condiciones aguardan la entronización de una futura generación judía del rey elegido por Dios (Dt. 17:15). Tal entronización hará que Israel no sólo sea el dueño, sino también el poseedor de todo lo que se promete en los pactos de Israel. A medida que estas bendiciones pactuales lleguen a Israel en ese día futuro, el mundo entero también será bendecido (Ro. 11:12, 15).

Continuación de los Tiempos de los Gentiles hasta la Venida de Cristo

Después del cautiverio babilónico, que comenzó en el 586 a.C., los setenta años profetizados de disciplina nacional y divina habían recorrido su curso. Por lo tanto, el recién inaugurado gobierno persa permitió que el pueblo de Dios regresara a su patria (Esdras; Nehemías). Por lo tanto, para la época de Cristo, la nación había regresado a la Tierra Prometida durante más de cinco siglos. Sin embargo, una residencia tan prolongada en la tierra no significaba que los Tiempos de los Gentiles habían concluido. Durante todo este tiempo, Israel no había disfrutado de un rey que reinara en el trono de David. Además, como Daniel había predicho (Dan. 2; 7), Israel continuó bajo el dominio de varias potencias gentiles. Esas potencias incluían Persia, a la que siguió Grecia, y finalmente Roma. Cuando Cristo nació, el Imperio Romano ocupaba la Tierra Prometida, colocó a Israel bajo una enorme carga fiscal y usurpó de los judíos el derecho de ejecutar a sus propios criminales (Juan 18:31). Más allá de esto, la nación había pasado por cuatrocientos años de silencio, cuando Dios no estaba hablando directamente a Su pueblo a través de oráculos proféticos.

Con el telón de fondo de tal silencio esclavitud entró Jesucristo, el heredero legítimo del Trono de David. Los relatos de los Evangelios identifican y afirman a Jesucristo como el anhelado Descendiente Davídico profetizado en los Pactos Abrahámico y Davídico. Por ejemplo, el Evangelio de Mateo conecta a Cristo genealógicamente tanto con Abraham como con David (Mt. 1:17). Mateo también asocia rutinariamente a Cristo con el título “Hijo de David” (Mt. 9:27). De manera similar, Lucas muestra que Jesús es el heredero legítimo de las promesas de Dios a David (Lc. 1:32–33, 68–69). 

Continuará

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

El Dr. Andy Woods es oriundo de California, donde asistió a la universidad y obtuvo una licenciatura en Derecho. En 1998, cambió de rumbo y comenzó a hacer la transición del Derecho a la Teología, cuando decidió ingresar al seminario.

Finalmente obtuvo un Doctorado en Exposición Bíblica del Seminario Teológico de Dallas. Actualmente se desempeña como pastor en la Iglesia Bíblica de Sugar Land, en el área de Houston, mientras se desempeña como Presidente del Seminario Teológico Chafer, en Albuquerque, Nuevo México. Es un escritor prolífico y un conferenciante muy solicitado.

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Notas finales

[1] Merill F. Unger, Unger's Commentary on the Old Testament (Chicago: Moody, 1981; reprint, Chatanooga, TN: AMG, 2002), 1643.

[2] For example, see J. Dwight Pentecost, Things to Come: A Study in Biblical Eschatology (Findlay, OH: Dunham, 1958; reprint, Grand Rapids, Zondervan, 1964), 481-90.

jueves, 11 de marzo de 2021

La Profecía de la Semana de Milenios (pdf)

La Teoría del Día Milenial

Por Dr. David R. Reagan

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Fragmento:

««Las Escrituras contienen una profecía implícita que sugiere fuertemente que somos la generación terminal — la que experimentará el Rapto de la Iglesia.

Pero antes de echarle un vistazo, consideremos un hecho que la mayoría de los cristianos parecen desconocer. ¿Sabía que hay una profecía en el Antiguo Testamento que claramente establece la época de la Primera Venida del Señor? Se encuentra en el libro de Daniel, en el capítulo 9, comenzando con el versículo 24. Por lo general, se conoce como la “Profecía de las 70 Semanas de Años”»».


Estimados lectores: Gracias a las ofrendas de amor de nuestros colaboradores, podemos poner gratuitamente a su disposición este material exclusivo de nuestro Ministerio. Si siente de parte del Señor apoyar la labor que su servidor está llevando a cabo, visite nuestra sección Donativos, para descubrir cómo podrá hacerlo.

martes, 9 de marzo de 2021

La Profecía de la Semana de Milenios (parte 2 de 2)

La Teoría del Día Milenial

Por Dr. David R. Reagan


Escritos Cristianos Primitivos

La Teoría del Día Milenial judía fue retomada por los primeros padres de la fe cristiana y adoptada por ellos. Por ejemplo, Justino Mártir (100-165 d.C.), en su Diálogo con Trifón, afirmó su creencia de que la tierra durará 6,000 años, seguidos de un Shabat de descanso que durará 1,000 años.

Pero, incluso antes de esto, el concepto se expresó en detalle en La Epístola de Barnabás, cuyo texto completo se conserva en el Códice Sinaítico, donde aparece inmediatamente después del Nuevo Testamento, y antes del Pastor de Hermas. Los eruditos estiman que fue escrito entre el 70 y el 132 d.C. El autor describe la Teoría del Día Milenial en estas palabras:6

“E hizo Dios en seis días las obras de sus manos y acabólas en el día séptimo, y descansó en él y lo santificó” (Génesis 2:2). Atended, hijos, qué quiere decir lo de: Acabólos en seis días. Esto significa que en seis mil años consumará todas las cosas el Señor, pues un día es para Él mil años...Por lo tanto, hijos, en seis días, es decir, en los seis mil años, se consumarán todas las cosas. “Y descansó en el día séptimo”. Esto quiere decir: Cuando venga su hijo y destruya el siglo del inicuo y juzgue a los impíos y mudare el sol, la luna y las estrellas, entonces descansará de verdad en el día séptimo (Epístola de Barnabás, capítulo XV).

A finales del siglo II, Ireneo (130-202), Obispo de Lyon, Francia, escribió: “Porque en tantos días como este mundo fue creado, en tantos miles de años será concluido”. Luego agregó que después de que el Anticristo haya devastado al mundo, el Señor regresará y proporcionará al mundo descanso “en el santificado séptimo día”.7

Uno de los teólogos más influyentes del siglo III, Hipólito de Roma (ca. 170-235), afirmó que “6,000 años deben cumplirse para que llegue el Shabat, el descanso, el día sagrado en el que Dios descansó de todas Sus obras”.8

La creencia generalizada en la Teoría del Día del Milenio entre los primeros cristianos es atestiguada por Edwar Gibbon en su Historia del Imperio Romano. Escribió:9

La antigua y popular doctrina del Milenio estaba íntimamente relacionado con la segunda venida de Cristo. Como las obras de la creación se habían terminado en seis días, su duración en su estado actual, según una tradición que fue atribuida al profeta Elías, se fijó en seis mil años. Por la misma analogía, se infirió que este largo proceso de labor y contienda, que ahora ya casi ha transcurrido, sería sucedido por un gozoso Shabat de mil años;  y que Cristo, con el grupo triunfante de los santos y los elegidos que habían escapado de la muerte, o que habían sido revividos milagrosamente, reinaría sobre la tierra hasta el tiempo señalado para la última resurrección general.

Pero, a pesar de esta temprana popularidad del concepto, dejó de ser aceptado después del 400 d.C., cuando la iglesia católica romana, bajo la influencia de las interpretaciones espiritualizadoras de Orígenes y Agustín, adoptó el punto de vista amilenial, que sostenía que Jesús nunca iba a regresar para reinar sobre esta tierra durante mil años. 

Cristianismo Moderno

La Teoría del Día Milenial experimentó un renacimiento después de la Reforma, cuando la gente comenzó a obtener copias de la Biblia en sus propios idiomas. El punto de vista premilenial de los eventos del tiempo del fin fue revivido y con él, la idea de que 6,000 años de historia serían seguidos por el reinado de 1,000 años de Jesús. 

El concepto fue fuertemente respaldado en el primer libro de profecía bíblica más vendido en la historia: Jesus is Coming, por William E. Blackstone, publicado por primera vez en 1898. Señaló que el concepto fue desarrollado por primera vez por los sabios judíos antes de la época de Cristo, y se menciona con frecuencia en el Talmud. Lo llamó “el Shabat de las semanas de Dios”.10

Muchos maestros de profecía bíblica de hoy en día también han respaldado la teoría. Por ejemplo, en 2012, el Dr. Jack Van Impe (1931-2020), uno de los principales proclamadores de la profecía bíblica en el siglo XX, dio su apoyo al concepto en un artículo impreso en su boletín.11 Lo respaldó nuevamente en 2016, y concluyó: “¡Estamos en el umbral del día final! Una cosa es cierta: sólo quedan unos minutos antes de la medianoche. La hora de cierre está sobre nosotros. La Era de la Gracia está a punto de terminar, y los creyentes pronto gobernarán y reinarán con el Señor Jesucristo”.12

El distinguido experto en doctrina Cristiana, Mike Gendron, se hizo eco de la teoría de los 7,000 años, en un artículo que publicó en 2013, cuando observó:13

Los primeros 2,000 años de la historia humana terminaron cuando la ira de Dios se derramó sobre el pecado en el Diluvio. Los segundos 2,000 años terminaron cuando la ira de Dios se derramó sobre el pecado en la Cruz. Y los terceros 2,000 años terminarán con Dios derramando Su ira sobre el pecado durante la Tribulación. 

Fechando la Teoría de los 7,000 Años

Todo esto nos lleva a una pregunta crucial. Si esta Teoría del Día del Milenio es bíblica, entonces, ¿qué tan cerca estamos del final de los 6,000 años que inaugurarán el reinado milenario de Jesús?

Ésta no es una pregunta fácil de responder. La primera pregunta se relaciona con el punto de partida de los 6,000 años. James Ussher (1581-1656), arzobispo de Irlanda a principios del siglo XVII y profundo erudito, calculó el comienzo del mundo en 4004 a.C., o exactamente 4,000 años antes de la fecha generalmente aceptada para el nacimiento de Jesús en el 4 a.C.14 Basó su hallazgo en las genealogías bíblicas.

Muchos han desafiado los cálculos de Ussher. Otros que los aceptan, han argumentado que la fecha de inicio de la cuenta regresiva de 6,000 años debería ser la fecha en que Adán pecó. Esa fecha, por supuesto, no se conoce, y se ha estimado que podría ser desde unos pocos meses después de la creación hasta 110 años.15

La segunda pregunta se relaciona con el punto de partida de la cuenta regresiva de los últimos 2,000 años: ¿desde el nacimiento de Jesús o desde Su muerte? Y, en cualquier caso, ¿cuál es la fecha correcta? Algunos argumentan que nació en el 4 a.C.; otros en 6 a.C. La fecha generalmente aceptada de Su crucifixión es 30 d.C., pero estoy personalmente convencido de que fue el 31 d.C.16

Contando 2,000 años desde el 31 d.C. coloca Su regreso alrededor del año 2031. En mi investigación, encontré a casi todos los escritores especulando entre 2026 y 2033. 

Otro problema con todos estos cálculos es si se utilizan años normales, según el calendario solar, o años lunares de 360 días. ¡Y esto se complica aún más por el hecho de que los judíos usaban un calendario lunar/solar!

Entonces, como puede ver, no es posible calcular con precisión ni el comienzo ni el final de los 6,000 años desde la creación. Pero según cualquier cálculo, la conclusión tiene que ser que estamos cerca del final.

Otra Pregunta Crucial

Sin embargo, hay una pregunta que surge inmediatamente de mi conclusión. Si estamos cerca del final de los 6,000 años de historia humana, ¿por qué es éste el año 5781 en el calendario judío? En otras palabras, si estamos tan cerca del final de los 6,000 años, ¿por qué dice el calendario judío que estamos a 219 años de esa fecha?

Realmente hay una respuesta muy simple a esta pregunta. Así como el calendario gregoriano occidental tiene una diferencia de cuatro a seis años, el calendario judío contiene un error aún mayor de más de 200 años.

El cálculo de los años del calendario judío, según el Talmud, fue realizado en el siglo II d.C. por el rabino Yose ben Halafta. Su cronología rabínica se llama Seder Olam Rabbah.17 Es casi universalmente aceptado que el calendario está desfasado por lo menos 200 años, debido al hecho de que el rabino Yose adivinó mal en cuanto a la duración del período intertestamental, para el cual no existen registros bíblicos. Los historiadores seculares se refieren a este período como “el período persa”. La cronología rabínica dice que duró 52 años. La cronología aceptada de los expertos históricos dice que duró 207 años, lo que equivale a una diferencia de 155 años. 

Un libro notable publicado en 1997 examina este problema en detalle y prueba más allá de toda duda, que la cronología judía tiene serias fallas. Se titula Jewish History in Conflict (Historia Judía en Conflicto).18 El autor es un abogado de Nueva York y judío ortodoxo llamado Mitchell First. Todos los errores que señala en el calendario judío ascienden a un total de más de 200 años.

Con una evidencia tan abrumadora de errores importantes en el calendario judío, ¿por qué los judíos no corrigen su calendario? La fuerza de la tradición es, sin duda, una de las principales razones. Otra es lo que se llama en los círculos judíos “la doctrina de la fe en los pronunciamientos de los sabios”. Esta doctrina requiere que a los sabios judíos se les conceda el beneficio de la duda.19

Hay una tercera razón para la renuencia judía, una que la mayoría de los rabinos y eruditos se resisten a admitir. Mitchell First niega que tenga algún significado, pero cita a tres eruditos judíos que afirman sin rodeos que están convencidos de que ésta es la razón más importante.20 Es la idea de que los sabios judíos declararon intencionalmente una cronología incorrecta de Daniel 9 con el fin de evitar que las personas usaran el pasaje para predecir con precisión el momento en que vendría el Mesías.

La conclusión es que, en lugar de que éste sea el año judío de 5781, debería, en cambio, estar en las cercanías de 5991 o posterior. 

Otras Profecías Confirmatorias

Hay dos profecías que me gustaría mencionar para terminar, una del Antiguo Testamento y otra del Nuevo, las cuales corroboran la Teoría del Día del Milenio, e indican que definitivamente estamos viviendo en la época del regreso del Señor.

La primera fue pronunciada por Jesús en el Discurso del Monte de los Olivos, que pronunció a Sus discípulos durante la última semana de Su vida. En Mateo 24:32-34, Jesús declaró en la “Parábola de la Higuera”, que cuando la higuera vuelva a florecer, la generación que sea testigo de ese evento, será la que vivirá cuando el Señor regrese.

A lo largo de las Escrituras, la higuera se utiliza a menudo como un símbolo de Israel. De hecho, una indicación de esto ocurrió el día antes de que Jesús hablara esta parábola. Mientras Él y Sus discípulos estaban caminando en el Monte de los Olivos, se encontraron con una higuera estéril. Jesús pronunció una maldición sobre ella y se secó (Mateo 21:18-19). Ésta fue una profecía simbólica de que, debido a que el pueblo judío (representado por la higuera) había rechazado a Jesús como su Mesías (y eran, por lo tanto, estériles), su nación dejaría de existir.

Luego, al día siguiente, Jesús les recordó el árbol y dijo que cuando vuelva a florecer (cuando la nación sea restablecida), el Señor regresará. Esa profecía, como la profecía de los Días Milenarios, indica que estamos viviendo en la época del regreso del Señor. 

La segunda profecía que sustenta la Teoría del Día del Milenio se encuentra en Oseas 5:15.hasta el 6:3. Este pasaje dice que el Mesías regresará al Cielo y permanecerá allí hasta que el pueblo judío reconozca su culpa al rechazarlo y busquen fervientemente Su rostro — algo que pasará durante un tiempo de graves problemas para ellos (la Tribulación). El Mesías se irá por “dos días”. Regresará el “tercer día”, y resucitará al pueblo judío, refrescándolo como una lluvia primaveral.

Como Dios calcula el tiempo, han pasado “dos días” desde que Jesús ascendió al Cielo, porque para Dios, “un día es como mil años, y mil años como un día” (2 Pedro 3:8; Salmos 90:4).

Conclusión

Nadie puede saber la fecha del regreso del Señor, pero las señales de los tiempos y las profecías como las consideradas en este artículo, definitivamente indican que somos la generación terminal, que vivimos en la época del regreso del Señor. 

La pregunta crucial es ésta: ¿Está listo? Si Jesús apareciera en los cielos hoy para sacar a Su Iglesia de este mundo antes de la Gran Tribulación, ¿estaría listo? ¿Lo recibiría con gran regocijo, como un becerro liberado de un establo? (Malaquías 4:2). ¿O se arrastraría a un agujero en el suelo y gritaría para que las montañas cayeran sobre ti? (Lucas 23:30).

Para estar listo para el regreso del Señor en cualquier momento, todo lo que debe hacer es arrepentirse de sus pecados y recibir a Jesús como su Señor y Salvador. Nacerá de nuevo y recibirá la morada del Espíritu Santo, quien le sellará para su redención y servirá como tu guía y ayudador espiritual, a medida que comienza a vivir para Cristo. Cuando haga esto, debe buscar una iglesia creyente en la Biblia que exalte a Jesús como la única esperanza para el mundo. También necesita dar testimonio de su fe en el bautismo y participar en un grupo de estudio bíblico, para que pueda comenzar a crecer en el Señor.

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

Original article:


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References

1) William F. Dankenbring, “Six Thousand Years and Beyond,” (www.triumphpro.com/6000-year-plan.htm), pages 11-12.

2) Jim Bramlett, “Christ’s Soon Return: The Overwhelming Evidence,” (http://choicesforliving.com/spirit/part3/christreturn.htm), page 4.

3) Dankenbring, pages 8-9.

4) Craig Crawford, “The 7th Day Prophecy: A 6,000 Year Climax,” (www.theprophecies.com/year-20xx-the-7th-day), page 11.

5) James Johnson, “The Prophets Foresee the End of the World After 6000 Years,” (http://allpowertothelamb.com/2010/01/the-prophets-foresee-the-end-of-the-world-after-6000-

years), page 1.

6) Dexter B. Wakefield, “The 7,000 Years Doctrine,” (www.lcg.org/lcn/2012/September-October/7000-years-doctrine), page 2.

7) Bob Thiel, “Does God Have a 6,000 Year Plan?” (www.cogwriter.com/six_thousand_year_plan_6000.htm), pages 9-10).

8) Bob DeWaay, “Premillennialism and the Early Church Fathers, (http://cicministry.org/scholarly/sch008.him), page 5.

9) Wakefield, page 2.

10) William E. Blackstone, Jesus Is Coming (Grand Rapids, MI: Kregel Publications, 1989 updated edition), page 40.

11) Jack Van Impe, “The Return of Jesus is Imminent,” Jack Van Impe Ministries International Newsletter, July 1, 2012, pages 3-5.

12) Jack Van Impe, “The 6,000 Year Theory,” Jack Van Impe Ministries International Newsletter, September 19, 2016, pages 1-2.

13) Mike Gendron,

14) Wikipedia, “James Ussher,” https://en.wikipedia.org/wiki/James_Ussher.

15) Bodie Hodge, “When Did Adam and Eve Rebel?” https://answersingenesis.org/adam-andeve/when-did-adam-and-eve-rebel.

16) David R. Reagan, “A Bible Prophecy Problem Concerning the Resurrection,” Lamplighter magazine, March-April 2011, pages 8-9.

17) The Talmud, Yevamot 82b and Niddah 46b.

18) Mitchell First, Jewish History in Conflict: A Study of the Major Discrepancy Between Rabbinic and Conventional Chronology (Northvale, NJ: Jason Aronson, Inc., 1997) 233

pages.

19) Brad Aaronson, “Fixing the History Books: Dr. Chaim S. Heifetz’s Revision of Persian History,” Jewish Action, Summer 1991, pp. 66-70 and Fall 1991, pp. 9-13.

20) Los tres eruditos judíos que han argumentado que la mala interpretación de Daniel 9 se hizo a propósito para oscurecer la cronología de la venida del Mesías son Simon Schwab (1962), Samuel Kedar (1984), y Samuel Hakohen (1988). Vea el libro de First, págs. 66, 75 y 78.

miércoles, 10 de febrero de 2021

La Profecía de la Semana de Milenios (parte 1 de 2)

La Teoría del Día Milenial

Por Dr. David R. Reagan


Las Escrituras contienen una profecía implícita que sugiere fuertemente que somos la generación terminal — la que experimentará el Rapto de la Iglesia. 

Pero antes de echarle un vistazo, consideremos un hecho que la mayoría de los cristianos parecen desconocer. ¿Sabía que hay una profecía en el Antiguo Testamento que claramente establece la época de la Primera Venida del Señor? Se encuentra en el libro de Daniel, en el capítulo 9, comenzando con el versículo 24. Por lo general, se conoce como la “Profecía de las 70 Semanas de Años”.

La Designación de Daniel para la Venida del Mesías

El nombre de la profecía viene del hecho de que Daniel profetiza que ciertos eventos ocurrirán entre el pueblo judío durante un período de 490 años, o 70 semanas de años. Afirma muy claramente que el Mesías vendrá antes que terminen 483 de estos años. La preguntan, entonces, que surge inmediatamente, es: ¿Cuál es el punto de partida para la cuenta regresiva de estos años? Daniel dice que la cuenta regresiva comenzará con “la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén” (Daniel 9:25).

Después de que el imperio babilónico fue derrocado por los medos y los persas, tres reyes persas emitieron edictos con relación al regreso de los judíos a su tierra natal. El primero se produjo en 538 a.C., cuando Ciro autorizó a Zorobabel a reconstruir el templo en Jerusalén (Esdras 1:1-3). El segundo, emitido por Artajerjes en 457 a.C., le dio a Esdras para reinstituir los servicios del templo, nombrar jueces y enseñar la Ley (Esdras 7:11-26). En 445 a.C., Artajerjes emitió un decreto para que Nehemías reconstruyera la ciudad de Jerusalén y sus murallas (Nehemías 2:1-8).

A simple vista, el tercer decreto, el emitido a Nehemías, parece ser el candidato más obvio para la fecha de inicio de la profecía, porque es el único que se relaciona específicamente con la reconstrucción de la ciudad. Por esa razón, la mayoría de los comentaristas la han seleccionado como el comienzo de las 70 semanas de años.

Utilizando 445 a.C. como el punto de partida, los expertos en cronología bíblica han concluido que el punto terminal de los 483 años sería el 27 d.C. como el más temprano, y el 33 d.C. como el más tardío. Las diferencias dependen de si calcula utilizando años solares o años lunares de 360 días.

El punto, por supuesto, es que Jesús nació alrededor del 4 al 6 a.C. y, por lo tanto, Su llegada se ajusta a la profecía, ya que Su nacimiento ocurrió antes del último punto terminal posible de la profecía. Y este hecho presenta un problema importante para los judíos, ya que niegan que Jesús fuera el Mesías. Si no lo era, ¿entonces cómo pueden explicar que el Mesías no nació dentro del período de tiempo de Daniel? Después de todo, reconocen a Daniel como un profeta legítimo de Dios. 

El punto principal que quiero señalar es que la profecía de Daniel reveló claramente la época de la Primera Venida del Señor. Y, de la misma manera, hay profecías tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento que revelan la época de la Segunda Venida del Señor — no la fecha, sino la época general. Y es mi argumento que esas profecías apuntan a nuestro tiempo y, por lo tanto, somos la generación terminal.

Una Profecía Implícita

Una de las más importantes de esas profecías es la que está implícita en el relato de la Creación de Génesis 2, como se encuentra en Génesis capítulo 2:

1) Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.

2) Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.

El relato de la Creación, que consiste de seis días de trabajo seguidos de un día de descanso, es la plantilla de Dios para el tiempo que se repite una y otra vez a lo largo de las Escrituras. Considere la siguiente evidencia.

1) La Semana de Días — Seis días de trabajo seguidos de un shabat de descanso. 

2) La Semana de Semanas — Siete semanas de cuarenta y nueve días entre la Pascua y la Fiesta de Pentecostés, que concluye con día de reposo de Shabat.

3) La Semana de Meses — Los siete meses que contienen las siete fiestas de Israel, comenzando con la Pascua en la primavera y concluyendo con la Fiesta de los Tabernáculos en el otoño, que es una celebración de descanso de las labores agrícolas del año.

4) La Semana de Años — Siete años seguidos de un año sabático, cuando se permite que la tierra descanse del cultivo. 

5) La Semana de las Semanas de Años — Cuarenta y nueve años previos a la celebración del 50º aniversario del Jubileo, y ese año será un año de descanso.

6) La Semana de los Milenios — La idea de que 6,000 años de luchas y humano serán seguidos por 1,000 años de descanso durante el Reinado Milenario del Mesías. 

El último ejemplo de la plantilla de semana que se menciona anteriormente es el tema de este artículo. Es un concepto en el que algunos judíos y cristianos han estado de acuerdo durante los últimos dos mil años. 

Un Posible Ejemplo Pre-Judío

De hecho, hay evidencia de que el concepto es anterior a la fundación del pueblo judío con el llamado de Abraham. Las referencias a la teoría de los 7,000 años se pueden encontrar en los escritos atribuidos a Enoc, quien vivió en la séptima generación desde Adán, y fue el abuelo de Noé. En los Rollos del Mar Muerto se encontraron porciones de al menos diez citas del Libro de Enoc.

Estos escritos no son canónicos, pero hay una cita de ellos en el libro de Judas del Nuevo Testamento (versículos 14-15). Describe la Segunda Venida del Mesías, señalando que, según Enoc, el Mesías vendrá un día en juicio para derramar la ira de Dios sobre los “pecadores impíos”.

Sabemos por fuentes no bíblicas que el Segundo Libro de Enoc declaró que habría 7,000 años de historia, y que el comienzo del 8,000 marcaría el inicio del Estado Eterno (2 Enoc 33:1).1

Ya sea que estos escritos daten de la época de Enoc o fueran escritos más tarde por alguien que usó su nombre, indican que la idea de 7,000 años de historia humana en esta tierra es una tradición muy antigua.

Ejemplos Judíos

La referencia judía más antigua existente a la Semana de Milenios es probablemente la que se encuentra en el Talmud, que hace referencia a una declaración atribuida a la escuela profética establecida por el profeta Elías:

Seis mil años es la duración del mundo. Dos mil de los seis mil años se caracterizan por el caos; dos mil años se caracterizan por la Torá, desde la era de los Patriarcas hasta el final del período mishnaico; y dos mil años son el período de la venida del Mesías (Sanedrín 97a). 

Este concepto se repite en un midrash del siglo 10 d.C. llamado Tanna D’vei Eliyahu. (Un midrash es un comentario sobre partes de las escrituras hebreas). Dice lo siguiente:2 El mundo existirá por 6,000 años. En los primeros 2,000 hubo desolación (sin Torá, desde Adán hasta Abraham); 2,000 años la Torá floreció, y los siguientes 2,000 años es la era mesiánica (Él debería haber venido al comienzo de los últimos 2,000 años; el retraso se debe a nuestros pecados). Por supuesto, el Mesías vino al comienzo de los últimos 2,000 años, pero no fue reconocido por el pueblo judío.

Rabino Baruch S. Davidson

Este concepto de 6,000 años de trabajo y conflicto humano seguidos por 1,000 años de descanso sigue vivo entre los rabinos judíos y lo están enseñando. Tome, por ejemplo, al rabino Baruch S. Davidson, de Brooklyn, NY, que es un escritor de Jabad, un movimiento jasídico judío ortodoxo. Cuando se le preguntó sobre la teoría de los 7,000 años, respondió:3

El Talmud nos dice que este mundo, como lo conocemos, durará seis mil años, con el séptimo milenio marcando el comienzo del Shabat cósmico, la era mesiánica. Trabajamos seis días a la semana, y en el Shabat descansamos y disfrutamos de los frutos de nuestro trabajo; lo mismo ocurre con los milenios.

La aceptación generalizada del concepto de 7,000 años entre los sabios judíos de hoy se ilustra por el hecho de que la idea es aceptada “a través de la división askenazi-sefardí, la división hasidim-misnagdim, y a través de las perspectivas racional del Talmud y la mística de la Kábala”.4


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe


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martes, 5 de enero de 2021

Folleto: Aguardando el Reinado de Jesucristo – Parte 6

Aplicación

Haga clic sobre la imagen para ir al Índice


Para concluir, consideremos cómo debe responder a la información contenida en este folleto. Su respuesta dependerá de quién sea.

Implicaciones para un Creyente

Si ya ha puesto su confianza en Jesucristo como su Señor y Salvador, puede anticipar Su llamado con gran gozo. Sin importar las circunstancias de su vida o las tormentas que se desaten a su alrededor, su destino eterno está seguro. El Señor lo llamará a Sí mismo en el Rapto, antes del comienzo de la Tribulación. Él glorificará su cuerpo en un abrir y cerrar de ojos y le traerá de regreso con Él en Su Segunda Venida, cuando regrese en gloria. Entonces reinará con Él por mil años (Apocalipsis 20:6).

Hasta que lo haga, oro para que este folleto lo ayude a motivarlo a un evangelismo urgente, una vida santa y a una mirada hacia el cielo. 

Implicaciones para un Judío

Todas las bendiciones que acompañan a la elección de Dios pueden ser suyas si pone su fe en el Dios de Abraham, Isaac and Jacob, y acepta que Yeshúa es el Mesías a quien todos los profetas anticiparon. Considere por sí mismo todas las profecías mesiánicas que Él cumplió. Al poner su fe en Él, puede darse cuenta de la bienaventuranza que es su derecho de nacimiento. Pero si lo rechaza, no hay otro camino, ninguna otra puerta, para entrar al descanso sabático eterno de Dios. 

Vuélvase a Yeshúa ahora. Reconózcalo como el Mesías judío predicho por los profetas judíos. No espere hasta que la Tribulación comience para clamar: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”.

Implicaciones para un Incrédulo

Si es un gentil que aún no conoce a Jesús, no espere un día más para alejarse de ira que vendrá (Juan 3:36). Jesús está a las puertas mismas del cielo. Él podría llamar a Su Iglesia en cualquier momento, pero no desea que perezca (2 Pedro 3:9). No se arriesgue a otro momento con la terrible ira de Dios sobre usted (Juan 3:36). Acepte Su regalo gratuito de salvación y llegue a conocerlo como Salvador y Señor. 

Reconozca en su corazón y confiese con su boca: “Jesús, eres el Señor de todo. Confieso mi pecaminosidad y pongo mi confianza en ti. Con tu ayuda, me aparto de mi pecado. Anhelo una relación contigo y anhelo una eternidad contigo.

Abandone su incredulidad. Vuélvase a Jesús y descubra que: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).

Conclusión

Independientemente de la categoría en la que se encuentre, espero que haya sido alentado o desafiado en su comprensión de la profecía bíblica. Oro para que, como Jacob, haya luchado con el Señor, y salga cambiado pero bendecido. 

Más que cualquier otra cosa, le insto a poner su fe en Aquél que murió y resucitó y que viene en gloria para juzgar a los vivos y los muertos. Hasta que Él irrumpa desde los cielos, únase a mí para exclamar: “¡Maranata! ¡Ven pronto, Señor Jesús!”.

¡Vaya con Dios!


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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