martes, 10 de julio de 2018

Libro: Viviendo en Tiempo Prestado – Capítulo 8 (parte 1)

El Renacimiento del Imperio Romano

Experimentando el cumplimiento de la profecía de Daniel


Haga clic sobre la imagen para ir al Índice

El acontecimiento profético más importante del Siglo XX fue la reunión del pueblo judío en su tierra histórica en el Medio Oriente, que resultó en la creación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948. El segundo acontecimiento más importante fue la formación de una confederación europea, que hoy se conoce como la Unión Europea. Ambos eventos históricos apuntan al hecho de que estamos viviendo en los tiempos del fin, justo en el umbral de la Tribulación y el regreso del Señor. 

Kenneth Humphries, un profesor de profecía bíblica y predicador de Irlanda del Norte, escribiendo acerca de Europa en la profecía bíblica, dijo esto:

Una pregunta frecuente en estos tiempos que viajo por diferentes lugares predicando el mensaje profético es, “¿De verdad Europa tiene un papel en la profecía bíblica?”. La respuesta a esta pregunta es un enfático “¡Sí!”. De hecho, el papel de una Europa unificada en la profecía del tiempo del fin está mucho más claro en la Biblia que el papel de la única superpotencia actual del mundo — los Estados Unidos. El libro de Daniel establece con certeza que una Europa unificada se levantará en los tiempos del fin sobre las cenizas del antiguo Imperio Romano.1

A través de los siglos desde la caída de Roma, muchos líderes políticos han soñado con la resurrección del Imperio Romano, y algunos de ellos, como Napoleón Bonaparte y Adolfo Hitler, han tratado de alcanzar ese objetivo a través del uso de la fuerza militar. Todos compartían la visión de unos Estados Unidos de Europa. Pero esa visión tenía que esperar al tiempo de Dios para su cumplimiento. Ese tiempo llegó al final de la Segunda Guerra Mundial.

Los Orígenes Históricos de la Unión Europea

La mayor parte de Europa estaba completamente devastada por la guerra. Esa devastación llevó a varias naciones de Europa Occidental a dejar de lado sus viejos odios y celos con el fin de acercarse unos a otros para obtener apoyo y ayuda mutuos. El resultado fue una serie de uniones económicas que ayudaron a estimular la economía europea.

En 1950, dos franceses, Jean Monet (un hombre de negocios) y Robert Schuman (el Ministro de Asuntos Exteriores), se pusieron mano a la obra para iniciar la cooperación y la unidad europea con el propósito de una integración de las industrias del carbón y del acero de Europa Occidental. El año siguiente, seis naciones (Bélgica, Francia, Alemania Occidental, Italia, Luxemburgo y Holanda), firmaron el Tratado de París que creó la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Este esfuerzo demostró ser tan exitoso que, en pocos años, se tomó la decisión de integrar a otros sectores económicos de los países. Esto dio como resultado el Tratado de Roma, firmado en 1957. Éste creó la Comunidad Económica Europea y la Comunidad Europea de la Energía Atómica.

En 1992, el Tratado de Maastricht transformó la Comunidad Económica Europea de una unión estrictamente económica a una que era tanto económica como política, lo que creó a la Unión Europea.

El colapso del comunismo a lo largo de Europa Oriental a finales de los 80 y comienzos de de los 90 removió la mayor barrera que quedaba para la Unión Europea. Alemania fue reunificada y toda Europa Oriental fue liberada para buscar su propio destino. Ese destino demostró ser una Unión Europea en expansión. De un total de 15 miembros en 1995, la Unión Europea se expandió a una membresía de 27 estados, con varios estados solicitantes esperando la aprobación para ser integrados. La población combinada de los estados miembros excede ahora la cifra de 500 millones de personas.

Acontecimientos Recientes

La Unión Europea está basada es una serie de tratados muy complejos. Para aclarar estos tratados y proporcionar una estructura política más sustancial para la UE, se redactó y se firmó por todas las naciones miembros un borrador de una Constitución Europea en Roma, en octubre de 2004. Su implementación plena dependía de su ratificación por todos los estados miembros, algunos de los cuales decidieron someterla a referendos nacionales.

La Constitución tenía por objeto proporcionar a la UE una “personalidad jurídica” por primera vez. Esto significaba que ella sería capaz de representarse a sí misma como un solo organismo en virtud del derecho internacional, siendo entonces capaz, por ejemplo, de firmar tratados para todos los estados miembros. También había sido diseñada para simplificar la estructura política, aumentar el poder de su Parlamento, y crear algunos nuevos e importantes puestos de líderes políticos.

Un Revés Impactante

Pero, para el asombro de los líderes de la UE, dos naciones clave se negaron a aprobar la Constitución en sus referendos públicos. Fueron Francia y los Países Bajos. Como la Constitución requería la aprobación unánime, se puso en espera durante lo que se llamó “un período de reflexión”.

En marzo de 2007, los tres líderes clave de la UE — los presidentes del Parlamento, Consejo y la Comisión europeos — finalizaron este período con la firma de un documento llamado la Declaración de Berlín. Este documento intentaba proveer un ímpetu renovado para la ruptura del impasse de la ratificación. Éste llamaba a conseguir una solución al problema, que debía alcanzarse antes de las elecciones al Parlamento Europeo programadas para junio de 2009.

El Tratado de Lisboa

En diciembre de 2007 el Consejo Europeo acordó abandonar la Constitución propuesta, pero retener la mayoría de sus cambios en la forma de otro tratado llamado el Tratado de Lisboa. Este tratado aumentó el poder del Parlamento Europeo en el proceso legislativo (que había sido dominado por el Consejo Europeo); creó un Alto Representante para Asuntos Exteriores; e hizo que la Carta de la Unión Europea para los Derechos Humanos vinculara legalmente a todos los estados miembros.

Quizás el cambio más importante desde un punto de vista bíblico fue el hecho de que el tratado creó un nuevo tipo de presidente del Consejo, el organismo más poderoso de la UE. En el pasado, este cargo había sido ocupado por el jefe del gobierno del estado que presidía el Consejo, con una rotación cada seis meses. El Tratado de Lisboa creó la figura de un presidente electo por las cabezas de los estados para servir por un período de dos años y medio. Este nuevo prestigioso puesto está siendo mencionado en los periódicos europeos como “El Presidente de Europa”. Es éste el puesto que el futuro Anticristo muy probablemente ocupará.

Otro Revés

Aunque el Tratado de Lisboa básicamente constituyó la Constitución derrotada, dado que estaba en forma de tratado, todos los estados miembros decidieron ratificarlo en sus parlamentos nacionales en vez de en referendos públicos. Todos, excepto Irlanda. Los irlandeses decidieron que estaban obligados por una decisión de 1987 de su Tribunal Supremo de llevar a referendo público la ratificación del tratado. Las elecciones se llevaron a cabo en junio de 2008, y los irlandeses rechazaron el tratado. Dado que la implementación del tratado requería de una ratificación unánime, tuvo que ser suspendido.

Los líderes de la UE rechazaron renegociar el Tratado. Hablaron con los irlandeses con el fin de dirigirles a otras elecciones bajo la condición de que aportarían algunas garantías de que algunas leyes de la UE respecto a “asuntos familiares” no serían impuestas sobre Irlanda. Estas leyes incluían temas como el aborto, la eutanasia y el matrimonio homosexual. También acordaron permitir a los irlandeses mantener su tradicional neutralidad del estado.

Con estas condiciones, los irlandeses aceptaron celebrar otro referendo, y el tratado fue aprobado en octubre de 2009. El Tratado de Lisboa entró en vigor el 1 de diciembre de 2009.

Lea la parte 2 aquí
Lea la parte 3 aquí 

Traducido por Pablo Losa 
Revisado por Donald Dolmus
Share/Bookmark