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domingo, 23 de mayo de 2021

La Sexta Dispensación: La Iglesia

 Por Dr. Ciro I. Scofield

La sexta dispensación: la Iglesia. En Mt. 12:47–13:52 nuestro Señor Jesucristo anunció una nueva era. Él claramente profetizó la Iglesia en Mt. 16:18 (comp. Mt. 18:15-19). La Iglesia fue comprada con Su sangre derramada en el Calvario (Ro. 3:24-25; 1 Co. 6:20; 1 P. 1:18-19), y constituida en tal durante Pentecostés, después de Su resurrección y ascensión. En ese momento, de acuerdo a Su promesa (Hch. 1:5), los creyentes en forma individual fueron bautizados por primera vez con el Espíritu Santo  en un organismo espiritual unificado que se compara a un cuerpo del cual Cristo es la Cabeza (1 Co. 12-13; Col. 2:19). En vista del énfasis sobre el Espíritu Santo, esta era también ha recibido el nombre de “dispensación del Espíritu”. 

El criterio por el cual las personas son puestas a prueba en esta dispensación es el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, el mensaje de buenas nuevas sobre Su muerte y resurrección (Jn. 19:30; Hch. 4:12; 1 Co. 15:3-5; 2 Co. 5:21; etc.). La revelación continuada y acumulativa de dispensaciones pasadas se combina con esta revelación más plena para subrayar la total pecaminosidad y el estado de perdición del hombre y la suficiencia de la obra de Cristo, completada en la historia a fin de salvar por gracia por medio de la fe a todos los que se acercan a Dios por Él (Jn. 14:6; Hch. 10:43; 13:38-39; Ro. 3:21-26; Ef. 2:8-9; 1 Ti. 4:10; He. 10:12-14; 11:6). Mientras los individuos salvados que componen la verdadera Iglesia de Cristo cumplen el mandato de Su Señor de predicar el Evangelio hasta lo último de la tierra (Mr. 16:15; Lc. 24:46-48; Hch. 1:8), durante esta era Dios está tomando de entre judíos y gentiles  “pueblo para su nombre” (Hch. 15:14). Este pueblo es llamado “la Iglesia”, una entidad separada que de aquí en adelante se distingue tanto de judíos como de gentiles (1 Co. 10:32; Gá. 3:27-28; Ef. 2:11-18; 3:5-6).

El Señor Jesús advirtió que, durante todo el período en que la Iglesia estuviera siendo formada por el Espíritu Santo, muchos rechazarían Su Evangelio y muchos otros simularían creer en Él y se convertirían en una fuente de corrupción y estorbo espiritual para el propósito divino en esta era; todo esto en la iglesia militante (o profesante), la verdadera Iglesia. El resultado será apostasía, especialmente en los últimos días (Mt. 13:24-30, 36-40, 47-49; 2 Ts. 2:5-8; 1 Ti. 4:1-2; 2 Ti. 3:1; 4:3-4; 2 P. 1:1-2; 1 Jn. 2:18-20).

La era de la Iglesia terminará con una serie de eventos ya profetizados, de los cuales los principales son: (1) El traslado de la Iglesia desde la tierra para encontrarse con Su Señor en el aire en un momento conocido por Dios pero no revelado a los hombres, y siempre considerado como una esperanza inminente y feliz que anima a los creyentes al servicio en amor y a la santidad de vida. Este evento a menudo recibe el nombre de “arrebatamiento”. (2) Los juicios de la semana setenta de Daniel, llamados “la tribulación”, que caerán sobre la humanidad en general, pero incluirán a la porción no salvada de la iglesia militante, que estará en apostasía y será dejada en la tierra cuando la verdadera Iglesia sea llevada al cielo. Esta forma final de la iglesia apóstata se halla descrita en Ap. 17, con el nombre de “la ramera”, que primero habrá de ir montada (Ap. 17:7) sobre el poder político (“la bestia”), pero sólo para ser vencida y absorbida por ese poder. (3) El regreso desde el cielo a la tierra por parte de nuestro Señor Jesucristo en poder y gloria trayendo con Él a Su Iglesia, para establecer el reino milenial de justicia y paz. 

Tomado de:
Nota al pie de la Biblia de Estudio Scofield

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La Fiesta de Pentecostés

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley


Pentecostés se celebra al comienzo del verano (mediados de mayo-mediados de junio). Es la única fiesta levítica que se celebra entre las tres fiestas primaverales (La Pascua, los Panes Sin Levadura, y las Primicias) y las tres fiestas otoñales (Rosh Hashanah, Yom Kippur y la Fiesta de los Tabernáculos). El nombre en hebreo para este día es Shavuot, que significa semanas, por eso en Israel generalmente se le llama la Fiesta de las Semanas.

Esto es porque supuestamente se celebra siete semanas después de la Fiesta de las Primicias (Levítico 23:15-16). Deuteronomio 16:9 lo confirma. “Siete semanas contarás; desde que comenzare a meterse la hoz en las mieses comenzarás a contar las siete semanas”. La primera cosecha del grano se hacía en la Fiesta de las Primicias. Puesto que las Primicias es el primer día después del Sabbat que le seguía a la Pascua, siempre se observaba en domingo. El Shavuot que sucedía siete semanas después, también caía en domingo, y celebraba el comienzo de la cosecha de verano.

Pero en el año 140 d.C., después de la derrota final de la nación judía luego de la revuelta de bar Kochba en el año 135 d.C., el Sanedrín cambió el enfoque del Shavuot de la fecha de la cosecha de verano a la fecha cuando se dio la Ley. Esto lo hicieron porque el Shavuot era una de las tres fiestas que todo judío debía observar (Éxodo 23:14-17 nos dice que las fiestas de los Panes Sin Levadura y de los Tabernáculos eran las otras dos) y la nación derrotada y dispersada ya no tenía ninguna cosecha nacional que celebrar. Desde ese momento en adelante, la cuenta empezó desde el primer día de la Fiesta de los Panes Sin Levadura, que fue el día en que los israelitas salieron de Egipto. Entonces ahora el Shavuot puede caer en cualquier día de la semana y es en el sexto día del mes hebreo de Sivan, el cual es el día tradicional en el que Moisés recibió la Ley de parte del Señor. Al hacer este cambio se colocó el día en que la Ley fue dada en el Monte Sinaí exactamente siete semanas después del Éxodo de Egipto y así se preservó la Fiesta de las Semanas en la vida judía.

Los cristianos le llaman a este día por su nombre en griego, Pentecostés, que significa “50 días”. Eso es porque había 50 días desde el Sabbat después de la Pascua hasta el Shavout (Pentecostés).

Los primeros cristianos también cambiaron la manera de cómo las distintas fechas son determinadas, a pesar de que hemos retenido el requerimiento de Pentecostés para el domingo. Los cristianos ahora empiezan a contar desde el día que llamamos el Domingo de Resurrección, que oficialmente es el primer domingo después de la primera luna llena después del equinoccio de primavera. Incluimos el Domingo de Resurrección como el día uno, así que Pentecostés siempre cae 49 días después de ese domingo y de esa manera también cae en domingo. Al contar el Domingo de Resurrección a ambos lados de ese lapso de tiempo podemos llegar a los 50 días (Pentecostés) y aun mantener la celebración en el séptimo domingo después del de Resurrección.

¿Qué es un Pentecostés?

Como mencioné, los judíos celebran Pentecostés (solamente utilizaré el nombre en griego para evitar más confusiones de las necesarias) como el día en que Moisés recibió la Ley en el Monte Sinaí y la nación de Israel nació (Éxodo 19-20). Los cristianos lo celebran como el día en que el Espíritu Santo vino sobre los discípulos en Jerusalén y la Iglesia nació. (Algunos eruditos ven en Pentecostés el cumplimiento histórico y profético de estos dos eventos.)

Hechos 2 describe ese día para nosotros. En Pentecostés los seguidores de Jesús se habían reunido en un lugar cuando un sonido semejante al soplo de un fuerte viento llenó la casa en la que estaban y lo que parecía como lenguas de fuego separadas se posaron sobre cada uno de ellos. Ellos fueron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas conforme Él lo hacía posible. Justo antes de ascender al Cielo Jesús les dijo que esperaran eso (Hechos 1:8) y ahora estaba sucediendo. Puesto que Pentecostés era una de las fiestas de asistencia obligatoria para ir a Jerusalén, había judíos temerosos de Dios procedentes de muchos otros países en Jerusalén, aumentando considerablemente su población. El sonido del viento había alertado a quienes se encontraban cerca del lugar los cuales se acercaron más para ver qué estaba sucediendo, cada uno de estos peregrinos se asombró al oír a los discípulos, todos ellos galileos, hablar en sus propias lenguas.

Pedro obtuvo la atención de ellos y explicó lo que estaba sucediendo. Esa fue la primera presentación pública del Evangelio desde la muerte y resurrección del Señor, y cuando Pedro finalizó, 3,000 personas de entre las que se habían reunido aceptaron su mensaje y fueron bautizadas, y el Señor continuó añadiendo a ese número todos los días.

Si ustedes concuerdan con mi punto de vista de que las Parábolas de Mateo 13 describen el Reino de los Cielos en la Tierra y que la parábola de la levadura (Mateo 13:33) predice que la Iglesia estará llena de pecadores, entonces ustedes se interesarán en el hecho de que, a diferencia de otras festividades levíticas que requieren pan sin levadura, Pentecostés requiere pan horneado con levadura (Levítico 23:17). En la Biblia la levadura es un modelo del pecado porque hace que la masa se fermente.

Otras ceremonias judías de Pentecostés también revelan que hay una sutil sugerencia de la Iglesia venidera. En las sinagogas judías se lee el Libro de Rut en Pentecostés. La historia de Rut ha sido llamada “El Romance de la Redención” en donde Noemí, una mujer judía de Belén pierde su tierra y su posición debido a una hambruna en Israel y se ve obligada a ir al exilio al vecino país de Moab (Jordania) en donde no había hambre y su esposo pronto muere dejándola sola y sin un centavo en un país extranjero.

Después que terminó la hambruna, ella regresó a Belén acompañada por Rut, una mujer gentil que había jurado nunca abandonarla. Rut era una moabita que se había casado con uno de los hijos de Noemí (el cual también había muerto), convirtiéndola en la nuera de Noemí, y como ella, una viuda desamparada también.

De vuelta en Belén, un pariente cercano de Noemí, un judío prominente llamado Booz se enamora de Rut y se casa con ella, y en el proceso también redime la tierra de Noemí como su pariente redentor. Ambos eventos se hicieron según la ley. Para Noemí fue la ley de la redención (Levítico 25:25), y para Rut fue la ley del matrimonio del levirato (Deuteronomio 25:5-6).

El modelo que vemos aquí es dramático, con Noemí en el papel de Israel, en la miseria y sola, Rut como la Iglesia, la novia gentil, Booz como el Mesías, y la misma narración como una predicción de la relación entre los tres. En el proceso de redimir a Israel, el Mesías toma para sí una novia gentil. Al hacerlo, Él salva a ambos de la miseria y al mismo tiempo redime la tierra de Israel. La identificación de la Iglesia con Pentecostés empezó en las profecías de Rut. 

A propósito, Booz fue hijo de Rahab la ramera en el Libro de Josué. Su bisnieto David se convirtió en Rey de Israel. Rahab y Rut aparecen en la genealogía del Señor Jesús (Mateo 1:5), y el Rey Salomón nombró una de las columnas a la entrada del Templo con el nombre de su ancestro Booz.

¿Cuándo es su cumpleaños?

Según la tradición, Enoc, uno de los patriarcas en Génesis 5, nació en el día que más tarde se conocería como Pentecostés. El nombre de Enoc quiere decir “enseñanza” lo cual es una de las principales funciones de la Iglesia (Mateo 28:19-20). Por este motivo muchos eruditos lo ven también como un “tipo” de la Iglesia. Génesis 5:21-23 indica que Enoc era muy cercano a Dios y realmente fue llevado con vida (raptado) al cielo un poco antes del diluvio universal. Los eruditos pre-tribulacionistas ven este evento como una de las varias insinuaciones en el Antiguo Testamento de que la Iglesia desaparecerá antes de la Gran Tribulación.

Estas mismas tradiciones también sostienen que Enoc desapareció en su cumpleaños. Entonces, aquí tenemos a un hombre identificado con la iglesia, que nació y fue raptado en el día que se conocería después como Pentecostés, que fue el día en que también nació la iglesia. ¿Será raptada la Iglesia en nuestro aniversario también? Personalmente no creo que el Rapto de la Iglesia será el cumplimiento profético de alguno de los días santos de Israel. Pero si estoy equivocado y el Rapto sí cumple con una de las fiestas judías, Pentecostés parece ser el candidato más obvio.

Como ustedes probablemente saben, yo creo que la razón por la que nadie en el mundo puede predecir con seguridad el día del Rapto es porque es un evento numérico y no de fecha. En Romanos 11:25 Pablo insinuó que la Iglesia alcanzará un “número pleno”, cuando sus rangos se consideren que están completos. Cuando se llegue a ese número la Iglesia “arribará” a su destino programado, similar a cuando un barco “arriba” a puerto. Jesús dijo que el destino de la Iglesia es la casa de Su Padre (Juan 14:2). Si unimos todo esto yo creo que quiere decir que seremos raptados tan pronto se alcance un número predeterminado de personas cristianas vueltas a nacer, sin importar el día que eso suceda.

Pronto, Muy Pronto

No importa el día que fuese, un día, pronto, todas las personas que están en Cristo, habiendo oído y creído la Palabra de la Verdad, el Evangelio de nuestra salvación (recibiendo así el sello de la promesa del Espíritu Santo) de repente desaparecerán de la faz de la tierra junto con todos los niños y niñas y todas aquellas personas que son mentalmente incapaces de tomar decisiones conscientes acerca de su destino eterno. En un instante estaremos en nuestras ocupaciones habituales en la Tierra y al siguiente instante estaremos ante la presencia de nuestro Redentor, con nuestros pecados perdonados y olvidados, y todas nuestras imperfecciones eliminadas. Entre nosotros estarán los muertos de la Era de la Iglesia que fueron fieles, reunidos con sus cuerpos perfeccionados y restablecidos a la vida física eterna. Todos juntos empezaremos el viaje más increíble de exploración y de realización jamás soñado, el cual durará eternamente.

Ni nosotros, ni el mundo incrédulo, habremos recibido la más mínima advertencia del momento de este evento, pues sucederá de manera totalmente sorpresiva. Quizás suceda en Pentecostés, quizás no. Pero una cosa sí es cierta, cuando suceda, a ninguno de nosotros nos va a importar un pelo si lo habíamos predicho con exactitud. Solamente podemos expresar nuestro gozo inimaginable de gratitud por estar allí. “Porque por gracia son ustedes salvos por medio de la fe; y esto no de ustedes, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).

“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu” (1 Corintios 2:9-10). Ya casi se escuchan los pasos del Mesías.

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