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martes, 23 de abril de 2024

Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 3 (parte 2 de 2)

El Acontecimiento Histórico Más Importante del Siglo XX

Por Dr. David R. Reagan


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Grandes Oleadas de Inmigración

Las siguientes grandes oleadas de inmigración fueron el resultado de la Guerra de Suez de 1956 y la Guerra de los Seis Días de 1967. Después de la Guerra de Suez, Egipto expulsó a casi toda su población judía. Después de la Guerra de los Seis Días, el resto del mundo árabe siguió su ejemplo. Como resultado de estas expulsiones, casi 800,000 judíos fueron expulsados por la fuerza de las naciones árabes de Medio Oriente. En 1948, había 851,000 judíos en las naciones árabes de Medio Oriente. Treinta años después, en 1978, sólo quedaban 31,000.10

Pero la población judía más grande del mundo no pudo regresar a su tierra natal porque estaban cautivos en la Unión Soviética. Los rusos odiaban a los judíos, pero los usaban como chivos expiatorios, culpándolos de todos los problemas de su nación.

Sin embargo, había una profecía bíblica de que un día se permitiría a los judíos de Rusia regresar a su tierra natal. Se encuentra en Isaías 43. El profeta cita a Dios diciendo:

4) Puesto que ante mis ojos tú eres de gran estima, y eres honorable, y yo te amo . . .

5) “No temas, porque yo estoy contigo. Del oriente traeré a tus descendientes, y del occidente te recogeré. 

6) Diré al norte: ‘¡Entrégamelos!’. Y al sur: ‘¡No los retengas!’ Trae de lejos a mis hijos, y a mis hijas de los confines de la tierra.

Nótese que esta profecía dice que los judíos vendrán libremente del este y del oeste, pero el mundo tendrá que exigir que los del norte sean liberados. Todas las direcciones en la Biblia se dan desde Jerusalén. La parte más lejana del norte sería la nación de Rusia en la actualidad. Nótese también que la profecía dice que el mundo tendrá que decir al sur: “No los retengas”. Veremos en un momento a qué se refiere.

Pero primero, echemos un vistazo al norte. En cumplimiento de esta profecía, cuando el imperio soviético comenzó a desmoronarse a principios de la década de 1990, el mundo comenzó a exigir que se permitiera a los judíos rusos regresar a Israel. Y, en 1990, el primer ministro ruso, Mijaíl Gorbachov, abrió repentinamente las puertas de la Unión Soviética.

El resultado fue una avalancha de refugiados en Israel. Durante los dos años siguientes, casi 400,000 judíos rusos llegaron a Israel, con un promedio de más de 16,600 al mes.11 Era equivalente a que Estados Unidos absorbiera hoy a la totalidad de los 27 millones de habitantes de Arabia Saudita durante el mismo período de tiempo.

Sorprendentemente, los refugiados llegaron sabiendo:

  • Tendrían que abandonar todos los objetos de valor. 
  • Se enfrentarían a la necesidad de aprender hebreo. 
  • Tendrían que vivir en viviendas mínimas. 
  • Se enfrentarían al servicio militar. 
  • Encontrarían un mercado laboral inexistente. 
  • Tendrían que pagar algunos de los impuestos más altos del mundo. 
  • Se enfrentarían a la amenaza constante del terrorismo y la guerra.

Eran plenamente conscientes de estas crudas realidades porque casi todos ellos tenían parientes que vivían en Israel.

Sin embargo, a pesar de todas estas dificultades, llegaron. ¿Por qué? Yo creo que llegaron, y siguen llegando, porque Dios ha puesto en los corazones del pueblo judío el camino a Sion, y ha desencadenado el impulso para que regresen a casa. Considere el Salmo 84:5 (NBLA):

¡Cuán bienaventurado es el hombre cuyo poder está en Ti, en cuyo corazón están los caminos a Sion!

Operación Salomón

La población judía más grande al sur de Jerusalén, a mediados del siglo XX, estaba formada por los judíos negros de Etiopía. Nadie sabe con certeza el origen de estos judíos. La especulación más común es que fueron el resultado de una unión entre el rey Salomón y la reina de Saba (2 Cr. 9), pero no hay evidencia bíblica de esto. Todo lo que sabemos con certeza es que existían en los tiempos del Nuevo Testamento, porque el capítulo 8 de Hechos contiene la historia de un judío etíope que vino a Jerusalén para observar las fiestas y que fue convertido al cristianismo en su camino de regreso a casa en África por un evangelista llamado Felipe.

A finales de la década de 1980, los judíos de Etiopía comenzaron a sentir un tirón en sus corazones para regresar a la patria judía. En respuesta, comenzaron a emigrar a Addis Abeba por miles, donde acamparon alrededor del aeropuerto internacional, exigiendo transporte a Israel. El gobierno se negó rotundamente a dejarlos irse, en cumplimiento de la profecía de Isaías 43:6 que dice que los judíos del sur serán retenidos.

Pero en 1991, cuando el gobierno etíope comenzó a desmoronarse en medio de una guerra civil, Estados Unidos e Israel intervinieron, proporcionando sobornos a los líderes militares. El gobierno cedió y dio un plazo de 48 horas para que los refugiados se marcharan.

El puente aéreo resultante en mayo fue increíble. En poco menos de 36 horas, 14,500 judíos etíopes, casi toda la población judía, fueron trasladados a Tel Aviv en 40 vuelos con 35 aviones. En un momento dado, había 28 aviones en el aire a la vez. Y se estableció un récord mundial cuando un Boeing 747 de El Al, diseñado para transportar a unas 350 personas, fue cargado con 1,086 pasajeros. Esto fue posible porque todos los asientos habían sido retirados del avión, los etíopes pesaban muy poco y no tenían equipaje. Cuando ese avión en particular llegó a Tel Aviv, había un total de 1,088 personas a bordo, ¡porque dos bebés habían nacido en el camino!12

Cuando leí acerca de ese acontecimiento en los periódicos de ese tiempo, inmediatamente pensé en una profecía en Jeremías 31:8 que dice lo siguiente: “He aquí, yo los traigo de la tierra del norte, y los reuniré de los confines de la tierra. Entre ellos vendrán los ciegos y los cojos, la mujer encinta y la que da a luz. Como una gran multitud volverán acá”.

Hoy en día, más de 6 millones de judíos — tantos como los que fueron asesinados en el Holocausto — han sido reunidos de regreso a su patria, y todavía continúan llegando.

El Propósito

¿Por qué Dios está reuniendo al pueblo judío después de una dispersión que duró casi 2,000 años?

Es porque Él ha prometido que traerá un remanente de los judíos a la salvación antes de la consumación de la historia (Zac. 12:10; Is. 10:20-23; y Ro. 9:27).

Las Escrituras proféticas revelan que Dios tiene un plan específico para lograr esa meta. Él los reunirá, y luego traerá a todas las naciones del mundo contra ellos, permitiendo que sean golpeados hasta que lleguen al final de sí mismos y se vuelvan a Él en arrepentimiento, aceptando a Su Hijo como su Mesías. ¡Qué glorioso será ese día!

Así es como el profeta Zacarías describe ese día (Zac. 12:10 y 13:1; RVR-1995):

10) Pero sobre la casa de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de oración. Mirarán hacia mí [el Mesías], a quien traspasaron, y llorarán como se llora por el hijo unigénito, y se afligirán por él como quien se aflige por el primogénito.

1) En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.

Conclusión

La reunificación mundial del pueblo judío fue el acontecimiento profético más importante del siglo XX, ya que sin ella, el Estado de Israel nunca se habría establecido. Además, resultó en que el pueblo judío fuera puesto en su lugar para que todo el mundo converja en su contra, lo que resultará en que sus corazones se volverán a Dios.

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 3 (parte 1 de 2)

El Acontecimiento Histórico Más Importante del Siglo XX

Por Dr. David R. Reagan


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Uno de los más grandes ejemplos del amor continuo de Dios por el pueblo judío se puede encontrar en el acontecimiento profético más importante del siglo XX.

Cuando pienso en el siglo XX, y en todos sus asombrosos sucesos, recuerdo algunas palabras que se encuentran en Habacuc 1:5. Constituyen una declaración hecha por Dios al profeta:

Observen entre las naciones y miren. Quédense asombrados y atónitos, porque yo haré en sus días algo que aun si se los contara, no lo creerían.

El siglo XX estuvo lleno de acontecimientos trascendentales que nadie podría haber previsto en 1900. Mirando hacia atrás a ese siglo, ¿cuál consideraría que es el evento más importante desde una perspectiva bíblica — particularmente desde el punto de vista de la profecía bíblica?

  • ¿Primera y Segunda Guerra Mundial?
  • ¿La Gran Depresión?
  • ¿La explosión de la primera bomba atómica?
  • ¿El desarrollo de la tecnología informática?
  • ¿El advenimiento de Internet?
  • ¿El inicio de los viajes espaciales?
  • ¿El colapso del comunismo?
  • ¿La reunificación de Europa?
  • ¿El resurgimiento del islam?

La respuesta desde la perspectiva de la profecía bíblica es: Ninguno de estos eventos. El acontecimiento más importante del siglo XX — más importante que todos estos acontecimientos juntos — fue la reunión mundial del pueblo judío en su tierra natal.

Y para que no piensen que estoy exagerando, permítanme demostrárselos. 

Las Profecías Relevantes

Hay muchas profecías bíblicas concernientes a la reunión del pueblo judío en incredulidad. De hecho, su reunión en incredulidad es la profecía más prolífica de las Escrituras del Antiguo Testamento.

Echemos un vistazo a tres de las profecías más importantes. La primera se encuentra en Jeremías 16. Es alucinante. Léala detenidamente:

14) Por tanto, dice el SEÑOR, he aquí vienen días en que no se dirá más: ‘¡Vive el SEÑOR, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto!’, 

15) sino: ‘¡Vive el SEÑOR, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte y de todas las tierras a donde los había desterrado!’. Pues los haré volver a su suelo, el cual di a sus padres.

Esta misma profecía se repite textualmente en Jeremías 23:7-8.

No puedes apreciar completamente lo que se dice en estos versículos a menos que sepas algo sobre el judaísmo. El único evento que todos los judíos consideran el milagro más grande de su historia es la liberación de sus antepasados del cautiverio egipcio bajo el liderazgo de Moisés.

Pero este pasaje de las Escrituras afirma que llegará un momento en que los judíos mirarán hacia atrás en su historia y proclamarán que su reunión de los cuatro rincones de la tierra — el evento que comenzó en la década de 1890 y continúa hasta el día de hoy — fue un milagro mayor que su liberación de la esclavitud egipcia. En otras palabras, ¡La Reunión en el Siglo 20 eclipsará el Éxodo!

Esto significa que usted y yo tenemos el privilegio de presenciar uno de los mayores milagros de la historia. Y, sin embargo, la mayoría de los cristianos no aprecian lo que está sucediendo porque ignoran la profecía bíblica y se les ha enseñado que Dios ha terminado con los judíos. Por lo tanto, la reunión actual es vista simplemente como un accidente de la historia.

La segunda profecía que quiero llamar su atención es una que ya hemos considerado en el capítulo 1. Se encuentra en Isaías 11:

10) Acontecerá en aquel día que las naciones buscarán a aquel que es la raíz de Isaí y que estará en pie como una bandera para los pueblos . . . 

11) Asimismo, acontecerá en aquel día que el SEÑOR volverá a poner su mano para recobrar el remanente que habrá quedado de su pueblo, desde Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar, Hamat y las costas del mar. 

12) Él levantará bandera para las naciones, y juntará a los desterrados de Israel. Reunirá a los dispersos de Judá desde los cuatro extremos de la tierra.

Como mencioné antes, algunos han tratado de desacreditar cualquier aplicación moderna de esta profecía afirmando que se cumplió unos 500 años antes de la época de Jesús con el regreso de los judíos del cautiverio babilónico. Pero eso no puede ser. El pasaje se refiere a una “segunda” reunión (el regreso de Babilonia es la primera). Además, afirma que ésta será una reunión “desde las costas del mar”, que es un coloquialismo hebreo para todo el mundo, como se aclara en el versículo 12 donde se afirma que la reunión será “de los cuatro extremos de la tierra”. Además, el versículo 12 dice que “los desterrados”, tanto de Israel como de Judá, serán reunidos. El regreso de Babilonia fue una reunión de judíos de Judá. Los judíos del reino del norte de Israel, que fueron llevados cautivos por los asirios, no fueron incluidos.

La tercera profecía se encuentra en Ezequiel 37. Ésta es la famosa profecía del Valle de los Huesos Secos. El profeta fue colocado en un valle lleno de huesos y se le dijo que les predicara. Al hacerlo, los huesos comenzaron a juntarse, la carne volvió a crecer sobre ellos, y volvieron a la vida, convirtiéndose en “un ejército grande en extremo” (Ez. 37:1-10). En ese momento, el Señor le explicó a Ezequiel lo que estaba presenciando:

11) Luego me dijo: Oh hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. He aquí que ellos dicen: “Nuestros huesos se han secado. Se ha perdido nuestra esperanza. Somos del todo destruidos”. 

12) Por tanto, profetiza y diles que así ha dicho el SEÑOR Dios: “He aquí, oh pueblo mío, yo abriré sus sepulcros. Los haré subir de sus sepulcros y los traeré a la tierra de Israel”.

Ésta es una profecía simbólica. Los huesos secos representan al pueblo judío en su dispersión del tiempo del fin, sin esperanza de volver a existir como nación. La resurrección de sus tumbas representa su reunión de las naciones donde habían sido dispersados.

Podemos estar seguros de esta interpretación porque es la que Dios mismo proporciona más adelante en el capítulo:

21) Y les dirás que así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘He aquí, yo tomaré a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron; los reuniré de todas partes y los traeré a su propia tierra. 

22) Haré de ellos una sola nación en la tierra, en los montes de Israel, y todos ellos tendrán un solo rey. Nunca más serán dos naciones ni nunca más estarán divididos en dos reinos.

Una vez más, aquellos que están decididos a argumentar que Dios no tiene ningún propósito para el pueblo judío, intentan invalidar estos versículos como una profecía del tiempo del fin, argumentando que se cumplieron cuando los judíos regresaron del cautiverio en Babilonia. Pero eso simplemente no puede ser.

Todo el capítulo tiene un contexto del tiempo del fin. Habla de una reunión de “las naciones”, y no sólo de Babilonia (versículo 21). Dice que esta reunión resultará en una unión de judíos de Israel y Judá (v. 19). Y dice que, después de esta reunión, el pueblo judío volverá sus corazones a Dios y se convertirá en “mi pueblo” (versículo 23).

En el versículo 24, el capítulo se traslada al reinado milenial de Jesús, cuando habla de David (en su cuerpo glorificado) una vez más convirtiéndose en el rey del pueblo judío. Además, afirma que en ese tiempo, “las naciones sabrán que yo soy el SEÑOR que santifico a Israel...” (versículo 28).

La Visión de Herzl

Como señalé en el capítulo anterior, el cumplimiento de estas profecías comenzó a finales del siglo XIX, a través de los esfuerzos de un judío húngaro llamado Theodor Herzl (1860-1904). Era un intelectual que se desempeñaba como periodista vienés cuando ocurrió el infame caso Dreyfus en Francia.

Alfred Dreyfus (1859-1935) fue un joven oficial de artillería francés que era judío. Fue acusado falsamente de traición en 1894.1 Esta acusación se produjo en medio de una ola de antisemitismo que se había generado por la publicación de un libro en 1886 titulado La Francia Judía.2 El autor, Edouard Drumont (1844-1917), era un antisemita virulento que atacó el papel de los judíos en Francia y argumentó a favor de su exclusión de la sociedad.3 El libro se hizo muy popular y pasó por más de 150 impresiones antes de finales del siglo.

Cuando se presentó la acusación de traición contra Dreyfus, la prensa popular siguió a las masas y decidió destacar el caso como prueba del caso de Drumont contra los judíos. Procedieron a azuzar al público en general en un frenesí.

Herzl fue enviado a París para cubrir el juicio para su periódico. Cuando llegó, fue sorprendido por los parisinos que gritaban: “¡Muerte a los judíos!”.4 De repente experimentó una epifanía en la que se dio cuenta de que los judíos no habían sido asimilados a la sociedad europea, como él había supuesto. Además, se dio cuenta de que nunca lo serían. Sintió que se avecinaba una persecución aún mayor.

Esta constatación llevó a Herzl a escribir un breve folleto político titulado El Estado Judío, que se publicó en 1896.5 En él, pedía el regreso de los judíos a su patria y la creación de su propio Estado. Argumentó que ésta sería la mejor cura para el antisemitismo. Su frase más famosa en el libro fue: “Si lo deseas, no es un sueño”.

El folleto capturó la imaginación de los judíos de todo el mundo, y produjo el Primer Congreso Sionista, que se celebró en Basilea, Suiza, en 1897. Durante esa conferencia, Herzl escribió en su diario que esperaba que el Estado judío llegara a existir dentro de 50 años.6 Esa declaración resultó ser profética, cuando las Naciones Unidas votaron 50 años después, en 1947, para crear un Estado para el pueblo judío.

Otro resultado del llamado de Herzl a una patria judía fue una serie de lo que los judíos llamaron aliás.7 Éstas fueron grupos de judíos que decidieron levantar las apuestas en Europa y regresar a la tierra de Palestina, como se llamaba entonces, con el fin de ser pioneros en la tierra y restablecer una fuerte presencia judía.

Otra respuesta, muy significativa, se produjo al final de la Primera Guerra Mundial, cuando el gobierno británico emitió la Declaración Balfour, en la que prometía hacer de Palestina una patria para los judíos.8

La Motivación para Regresar

Sin embargo, no hubo una gran oleada de judíos que regresaron a su tierra natal. La perspectiva de ser un pionero en medio de un desierto no era lo suficientemente atractiva como para atraer a los judíos de vuelta a casa, a pesar del creciente antisemitismo que estaban experimentando.

La Primera Guerra Mundial proporcionó la tierra para la nación judía, pero se necesitaría la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto para proporcionar la motivación para regresar a la tierra.

El pueblo judío salió del Holocausto proclamando: “¡Nunca más! ¡Nunca más! ¡Vamos a tener nuestra propia tierra y nuestro propio Estado, y nos vamos a gobernar a nosotros mismos!”.

En 1900, sólo había 40,000 judíos en toda Palestina. Al final de la Segunda Guerra Mundial, ese número se había disparado a más de 600,000.9

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Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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lunes, 22 de abril de 2024

Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 2 (parte 2 de 2)

La Crisis del Medio Oriente en Perspectiva Bíblica

Por Dr. David R. Reagan


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Guerras Constantes

Desde 1948, ha habido una guerra tras otra en el Medio Oriente, ya que los árabes han intentado repetidamente destruir a Israel — la Guerra de Suez de 1956; la Guerra de los Seis Días de 1967; la Guerra de Yom Kippur de 1973; la Guerra del Líbano de 1982; el Primer Levantamiento Árabe (1987-1993); la Primera Guerra del Golfo (1990-1991); el Segundo Levantamiento Árabe (2000-2005); la Guerra de Hezbolá de 2006 y la Guerra de Gaza de 2009.

Para aquellos que apoyan el regreso de los judíos a su patria, es reconfortante saber que todos los esfuerzos para destruir el Estado judío están condenados al fracaso. La razón por la que esto se puede afirmar con certeza es debido a una promesa contenida en el capítulo doce de Zacarías:

6) En aquel día convertiré a los dirigentes de Judá en brasero de fuego entre la leña y en tea de fuego entre las gavillas. Consumirán a derecha y a izquierda a todos los pueblos de alrededor, pero Jerusalén será habitada otra vez en su mismo lugar.

8) En aquel día el SEÑOR defenderá a los habitantes de Jerusalén. El que sea débil entre ellos, en aquel día será delante de ellos como David. Y la casa de David será delante de ellos como Dios, como el ángel del SEÑOR.

9) En aquel día sucederá que buscaré destruir a todos los pueblos que vengan contra Jerusalén.

La Posición Árabe

Cambiemos por un momento nuestra atención a los árabes. Así como Dios hizo un pacto con los herederos de Abraham a través de Isaac, también hizo promesas a los descendientes de Abraham a través de Ismael, el padre de las naciones árabes (Gn. 16:10-12 y 17:20). He aquí una lista de las notables promesas que Dios hizo a los pueblos árabes:

1) Los descendientes de Ismael serán multiplicados “en gran manera” (Gn. 16:10 y 17:20).  

2) Se convertirán en una gran nación (Gn. 17:20).  

3) Se les dará toda la tierra al este de Canaán (Gn. 16:12).  

4) Se les dará una personalidad como la de un “asno montés”, y debido a esto, “su mano estará contra todos” (Gn. 16:12).

Dios ha cumplido fielmente todas estas promesas: 

  • Hoy hay 360 millones de árabes.  
  • Constituyen una gran nación compuesta por 22 estados.
  • Ocupan 5.3 millones de millas cuadradas de tierra rica en petróleo.  
  • Se caracterizan por su incapacidad para llevarse bien con nadie, incluidos ellos mismos.

En contraste, sólo hay un estado judío con una población de 6 millones de habitantes en un área de sólo 8,000 millas cuadradas. ¡Eso es una proporción de población de 60 a 1 y una proporción de tierra de 662 a 1! Y, sin embargo, los árabes exigen con avidez la creación de otro Estado árabe a expensas del único Estado judío.

El Mito Palestino

Con respecto a los palestinos, durante los casi 1,900 años que los judíos fueron desposeídos de sus tierras:

  • Nunca hubo un Estado palestino. 
  • Jerusalén nunca fue la capital de ningún estado árabe. 
  • Los árabes que vivían en la zona se consideraban sirios.
  • No había identidad, cultura o idioma palestinos.

El concepto de una reivindicación palestina sobre la tierra es un truco propagandístico desarrollado después de la Guerra de los Seis Días en 1967, cuando Jordania perdió Cisjordania a manos de Israel.

La Reivindicación Árabe sobre Jerusalén

Lo mismo puede decirse de la reivindicación árabe sobre Jerusalén. Los árabes sostienen que Jerusalén es el tercer lugar más sagrado después de La Meca y Medina. Pero, de nuevo, todo este énfasis en la importancia de Jerusalén se ha desarrollado en los últimos años.

No se menciona a Jerusalén en el Corán, mientras que, en las Escrituras hebreas, se menciona 667 veces por su nombre. Aunque los árabes afirman que Mahoma llegó a Jerusalén y desde allí ascendió al cielo, no hay evidencia histórica alguna de que Mahoma se acercara siquiera a Jerusalén.

El verdadero foco geográfico del islam es la ciudad de La Meca. Los musulmanes rezan hacia esta ciudad, y es a esta ciudad a la que deben peregrinar una vez en la vida.

La reivindicación árabe sobre Jerusalén se basa en una parte del Corán que afirma que, una vez que una tierra ha sido conquistada para Alá, debe seguir siendo una tierra islámica.13 Los árabes conquistaron la tierra y la ciudad en la Edad Media, cuando expulsaron a los cruzados. Ahora se sienten obligados por el Corán a reconquistarlo.

Hay otras dos motivaciones para el deseo árabe de retomar tanto Israel como Jerusalén. La primera tiene sus raíces en el hecho de que el restablecimiento del Estado de Israel es visto por los clérigos musulmanes como un juicio de Dios sobre los pueblos árabes por su falta de fidelidad al islam. Deben redimirse de este juicio volviendo a los fundamentos del islam y luego, habiendo sido revividos espiritualmente, Alá les dará poder para recuperar tanto la tierra como la ciudad.

El segundo factor es que los árabes creen que su control de Jerusalén y su Monte del Templo certificará su superioridad sobre el judaísmo y el cristianismo. El Monte del Templo fue el punto focal de la fe judía durante siglos, porque era donde se encontraba el Templo. Y se cree que el Monte del Templo es donde Pedro predicó el primer sermón del Evangelio en Pentecostés y, por lo tanto, fue el lugar de nacimiento del cristianismo.

El Objetivo Árabe

El objetivo de los árabes no es el establecimiento de otro Estado dentro de la Palestina histórica. Más bien, su objetivo es la incorporación de todo el resto de Palestina a un segundo Estado palestino (el primero es Jordania). En otras palabras, el objetivo es la aniquilación de Israel. Han dejado muy clara esta intención de varias maneras:

1) El Plan Escalonado de 1974 — Este plan, emitido mientras la OLP tenía su cuartel general en Libia, es el “Mein Kampf” de Arafat.14 Se emitió después de que Arafat se diera cuenta de que nunca sería capaz de destruir militarmente a Israel. Por lo tanto, propuso como alternativa, que Israel fuera tomado lentamente, pedazo por pedazo, mediante el uso de la presión diplomática del Vaticano, Europa Occidental, las Naciones Unidas y los Estados Unidos. El territorio sería intercambiado por una falsa promesa de paz. Y, cuando se hubiera ganado suficiente territorio, Israel sería atacado desde adentro y destruido. En otras palabras, era una estrategia de caballo de Troya. Feisal Husseini, que fue ministro de Asuntos Exteriores de Arafat hasta su muerte en 2001, admitió esta estrategia en la última entrevista que concedió a un periódico. Dijo: “Los Acuerdos de Oslo fueron un caballo de Troya. El objetivo estratégico es la liberación de Palestina desde el río [Jordán] hasta el mar [Mediterráneo]...”.15

2) Los Discursos de Arafat — En mayo de 1994, apenas ocho meses después de firmar los Acuerdos de Oslo en la Casa Blanca, Arafat pronunció un discurso en Johannesburgo, Sudáfrica, en el que llamó a una “yihad santa” para liberar Jerusalén.16 También se burló de los Acuerdos de Oslo como nada más que una estratagema estratégica para ganar tiempo. Lo comparó con el tratado de Mahoma con la tribu de Quraish. Ese fue un tratado en el que Mahoma acordó la paz con la tribu de Quraish si le permitían rezar en La Meca. Al cabo de dos años, cuando Mahoma sintió que se había vuelto lo suficientemente fuerte militarmente, abrogó el acuerdo, masacró a la tribu de Quraish y conquistó La Meca para Alá.17 El discurso de Johannesburgo fue sólo uno de los muchos discursos similares que Arafat pronunció en todo el mundo árabe para asegurar a las masas árabes que los Acuerdos de Oslo carecían de sentido.

3) Terrorismo Continuo — Incluso después de que el proceso de tierra por paz iniciado por los Acuerdos de Oslo diera como resultado que el 97% de los palestinos fueran colocados bajo el control de la Autoridad Palestina, la violencia contra Israel continuó aumentando. En el año siguiente a la firma de los Acuerdos de Oslo (septiembre de 1993 a septiembre de 1994), hubo más del doble de muertes israelíes causadas por terroristas que durante el año anterior.18 En general, Israel sufrió un 70% más de muertes por terroristas en los dos años posteriores al acuerdo de 1993 que en los dos años anteriores, y los terroristas palestinos mataron a más israelíes en los primeros cinco años después de Oslo que en los 9 años anteriores.19 Desde el estallido del segundo levantamiento árabe en septiembre de 2000 hasta su finalización en febrero de 2005, los israelíes sufrieron 8,341 bajas y 1,137 muertes.20

4) Mapas Palestinos — El sitio web del Servicio de Información del Estado Palestino contiene un mapa del estado proyectado de Palestina que incluye todo el Israel moderno.21 Este mismo mapa colgaba en la pared de la oficina de Arafat y todavía se usa en los parches de los hombros de los uniformes palestinos.

5) Rechazo de la Oferta de Barak — En julio de 2000, el primer ministro israelí, Ehud Barak, decidió poner a prueba a Arafat ofreciéndole todo lo que había estado exigiendo públicamente. En resumen, puso en evidencia el engaño de Arafat. Para resumir la oferta, propuso dar a la Autoridad Palestina el 96% de Cisjordania y Gaza, el 4% de Israel adyacente a Gaza, tres cuartas partes de la Ciudad Vieja de Jerusalén y la soberanía sobre el Monte del Templo, cinco barrios en Jerusalén Oriental, y el derecho de retorno para 50,000 palestinos. Arafat se levantó, salió de la habitación, y nunca regresó. Ni siquiera hizo una contraoferta. En su lugar, lanzó un nuevo levantamiento árabe.

6) La Rendición de Gaza — En 2004, el primer ministro Ariel Sharon comenzó a ceder a la presión internacional y estadounidense para que se retirara de la Franja de Gaza, a pesar del hecho de que se había postulado para el cargo con una plataforma que se oponía a tales retiradas. Justificó su plan sobre la base de que probaría las buenas intenciones del gobierno israelí.23 El plan dividió profundamente al Partido Likud de Sharon y a la nación en general. Sharon tuvo que involucrarse en una política maquiavélica para que el plan fuera aprobado por la Knéset. Lo hizo dando la espalda a su propio partido y formando un gobierno de coalición con el Partido Laborista.24 La retirada fue forzada en los 21 asentamientos judíos en Gaza durante agosto de 2005. El resultado fue que los palestinos convirtieron inmediatamente la zona en una plataforma de lanzamiento de misiles dirigidos a Israel.25 En resumen, esta rendición terriblemente dolorosa del territorio estratégico israelí resultó ser un intento temerario de obtener la paz con un enemigo que no tiene ningún interés en la paz.

En resumen, la conclusión sobre el Medio Oriente hoy es la siguiente: Si los Estados árabes se desarmaran, habría paz en el Medio Oriente; si Israel se desarmara, Israel dejaría de existir.

La Posición Judía

Con las intenciones árabes tan claras, ¿por qué Israel ha apostado su futuro a la esperanza de que puede asegurar la paz mediante el intercambio de tierras? Hay al menos tres razones clave.

1) Liderazgo Humanista — Menájem Beguín es el único primer ministro de Israel que ha sido un judío observante. Todos los demás han sido creyentes marginales, si no ateos o agnósticos. En consecuencia, la filosofía predominante entre los líderes israelíes ha sido el humanismo, con su fe en la bondad del hombre. Esta filosofía ha atrapado a los líderes en el autoengaño, convenciéndolos de que si tan sólo son amables y corteses con su enemigo, entonces su enemigo les corresponderá. Fue este tipo de pensamiento confuso lo que llevó a Yitzhak Rabin y Shimon Peres a creer que podían encantar y aplacar a los árabes a través de una política de apaciguamiento.

2) Deseo de Aceptación — Durante toda su larga historia, el pueblo judío ha tenido un deseo de aceptación. Cuando le exigieron a Samuel que les proporcionara un rey, él les advirtió que un rey abusaría de ellos y los explotaría. Pero se negaron a escuchar las advertencias de Samuel porque, como ellos dicen, “queremos ser como todas las demás naciones” (1 S. 8:20). Dios apartó al pueblo judío para que fuera testigo de Él (Is. 43:10-12), y nunca les ha gustado ese papel. Una vez más, el liderazgo judío se ha engañado a sí mismo creyendo que si cede a la presión mundial con respecto al establecimiento de un Estado palestino, entonces el mundo aceptará a Israel. La verdad es que no importa lo que haga Israel, el mundo seguirá odiando a los judíos y a su Estado.

3) Presión Estadounidense — Debido a que Estados Unidos es el único aliado de Israel en el mundo, son particularmente receptivos a nuestra presión. Puede que seamos su único aliado, pero no hemos estado dispuestos a ponernos decididamente de su lado debido a nuestro interés en adquirir petróleo árabe y nuestro deseo de construir una coalición árabe contra el terrorismo. De hecho, somos nosotros los que los obligamos a sentarse a la mesa de negociaciones para intercambiar tierras por paz. Todo ocurrió en 1991 cuando la Unión Soviética colapsó y una avalancha de refugiados judíos comenzó a regresar a Israel. Durante más de un año, entre 2,000 y 3.000 refugiados llegaron cada día. El gobierno israelí se vio desbordado por las demandas de alimentos, vivienda y empleo. Apelaron al Banco Mundial para obtener un préstamo de 10,000 millones de dólares. El banco respondió diciendo que otorgaría el préstamo sólo si estaba garantizado por Estados Unidos. La Administración Bush se mantuvo firme y exigió que los israelíes comenzaran a intercambiar tierras por paz para obtener la garantía del préstamo. Así fue cómo los israelíes emprendieron el camino autodestructivo del apaciguamiento.26

La Locura del Apaciguamiento

La historia deja claro que una política de apaciguamiento siempre conduce a la guerra, porque simplemente abre el apetito del agresor. Sin embargo, de 1991 a 2000, los dirigentes israelíes ignoraron las lecciones de la historia y continuaron fervientemente su política de intercambiar tierras por paz.

El punto de inflexión se produjo en el verano de 2000, cuando Ehud Barak cedió ante el terror palestino y le ofreció a Arafat todo, excepto las llaves de la Knéset.27 Cuando Arafat se negó incluso a considerar la oferta, los ojos del pueblo israelí se abrieron a la verdad de que Arafat no estaba interesado en la paz. Finalmente se dieron cuenta de que estaba decidido a tomar todo Israel.

Esa constatación produjo un terremoto en la opinión pública israelí. Los votantes decidieron desentenderse de Barak y su partido de equívocos. Recurrieron a Ariel Sharon, un líder fuerte que nunca se había dejado engañar por las intenciones árabes.28 Sharon fue elegido Primer Ministro en febrero de 2001, y su determinación de trazar la línea de lo que Israel estaba dispuesto a ceder por la paz resultó en que todo el mundo se uniera en contra de Israel por el asunto de Jerusalén, tal como lo profetizó Zacarías.

Desafortunadamente, Sharon decidió ceder parcialmente a la presión mundial, y en particular a las demandas de Estados Unidos, entregando la Franja de Gaza a los palestinos, quienes rápidamente comenzaron a usarla como base de lanzamiento de misiles contra Israel.

Preguntas Cruciales

¿Por qué Dios ha reunido a los judíos en su tierra natal? ¿Cuál es el futuro probable de Israel? ¿Qué significa todo esto para la Iglesia?

Dios ha reunido a los judíos de los cuatro rincones de la tierra porque tiene un plan de redención para un gran remanente de ellos. Su plan es reunirlos en su tierra natal y reunir a todas las naciones del mundo en su contra por el tema del control de Jerusalén. En última instancia, esto conducirá a otro holocausto durante la Tribulación que será peor que el perpetrado por los nazis. Zacarías dice que dos tercios de los judíos morirán (Zac. 13:8).

Pero, a causa de esa horrible experiencia, los judíos serán llevados al final de sí mismos, sin nadie a quien acudir en busca de ayuda, excepto Dios. Es entonces cuando el remanente se arrepentirá de su rechazo al Mesías y lo aceptará como su Salvador (Zac. 12:10 y 13:1). El apóstol Pablo enseñó este concepto en el Nuevo Testamento en Romanos 9-11. Él argumentó que un gran remanente de los judíos (Ro. 9:27) se volvería al Señor y sería salvo (Ro. 11:25-26).

El Futuro Probable

Se avecinan días difíciles para los judíos de Israel. Creo que el escenario más probable es una gran guerra que se iniciará con ataques con misiles contra Tel Aviv y Haifa, provenientes de los sirios, Hezbolá en el Líbano y Hamás en Gaza. Para sobrevivir, los israelíes tendrán que responder con armas nucleares. Ésta es probablemente la razón por la que la Biblia enseña que Damasco dejará de existir en los tiempos del fin (Is. 17:1-14 y Jer. 49:23-27).

Con la destrucción de Damasco, el mundo árabe entrará en pánico. Es entonces cuando pedirán ayuda a su aliado natural, los rusos. Los rusos enviarán entonces un gran ejército para destruir a Israel. Los rusos estarán motivados no sólo por su arraigado antisemitismo, sino también por su deseo de apoderarse de todos los yacimientos petrolíferos árabes del Medio Oriente.

La Biblia dice que el ejército ruso será destruido sobrenaturalmente en las colinas de Israel, de tal manera que incluso los israelíes sabrán que no fueron responsables de ello (Ez. 38:17-23 y 39:1-6). En ese momento, el mundo entero entrará en pánico, y esa atmósfera de histeria proporcionará la oportunidad perfecta para que el Anticristo dé un paso adelante con el plan “perfecto” para la paz en el Medio Oriente.

El Significado para la Iglesia

¿Por qué los gentiles de la Iglesia del siglo XXI deberían estar preocupados por lo que está sucediendo hoy en día entre el pueblo judío en el Medio Oriente? ¿Por qué deberíamos seguir los acontecimientos en esa parte del mundo con la respiración contenida? ¿Por qué deberíamos preocuparnos por la supervivencia de Israel? ¿Por qué deberíamos escudriñar diariamente las Escrituras en cuanto a las profecías sobre el Medio Oriente? ¿Por qué debemos orar diariamente por la paz de Jerusalén? Hay tres razones.

1) Prueba de la Fidelidad de Dios

Los sucesos en el Medio Oriente son prueba de que Dios es fiel a Sus promesas. Dios está cumpliendo en detalle las promesas que hizo al pueblo judío hace más de 3,000 años. Y, a medida que vemos cumplidas cada una de estas promesas, también podemos estar seguros de que Dios va a cumplir todas las promesas que ha hecho a la Iglesia.

Dios ha prometido que un día pronto, Jesús aparecerá en los cielos; los muertos en Cristo resucitarán; los creyentes vivos serán arrebatados para encontrarse con el Señor en el cielo; y, tanto los vivos como los muertos, recibirán cuerpos nuevos y glorificados. Regresaremos al cielo con Jesús, donde seremos juzgados por nuestras obras para determinar nuestros grados de recompensa. También celebraremos nuestra unión con Jesús en una gran fiesta que simbolizará la unión de la Novia (la Iglesia) con su Novio (Jesús).

Luego regresaremos a la tierra con Jesús para verlo coronado como Rey de reyes y Señor de señores. Reinará sobre todo el mundo desde Jerusalén. Seremos esparcidos por todo el mundo para ayudarlo en Su reinado, sirviendo como alcaldes, gobernadores, presidentes, jueces y maestros. Veremos la tierra inundada de paz, rectitud y justicia — como las aguas cubren el mar.

Al final de Su reinado, seremos trasladados a la nueva Jerusalén que Él está preparando ahora. Desde ese punto de vista, observaremos cómo la tierra se sobrecalienta con fuego y la contaminación de la última rebelión de Satanás es quemada. De ese infierno ardiente surgirá una Tierra nueva. Luego seremos descendidos a esa Tierra nueva dentro de la nueva Jerusalén, y Dios mismo descenderá a la Tierra nueva para vivir en nuestra presencia para siempre.

Esas son las maravillosas promesas que se han hecho a lo que la Biblia llama “vencedores” (Ap. 21:1-7), es decir, a aquellos que han puesto su fe en Jesús como Señor y Salvador (1 Juan 5:1-5). Al ser testigo de cómo Dios cumple Sus promesas a los judíos, mi esperanza se eleva con respecto a las promesas que Dios ha hecho a la Iglesia. Sé que Él cumplirá cada una de ellas, así como actualmente está cumpliendo en detalle todas las promesas que le ha hecho al pueblo judío.

2) Un Testimonio de la Gracia de Dios

Los sucesos en el Medio Oriente son un testimonio de la gracia inescrutable de Dios. Piénselo por un momento — cualquier dios creado por la mente del hombre habría aniquilado a los judíos hace mucho tiempo. Sólo un Dios de gracia habría soportado a los judíos y habría continuado amándolos. Sus propios profetas se refieren a ellos como “duros de cerviz”, “tercos” y “rebeldes”.

Sin embargo, a pesar de su rechazo de Dios como rey de su nación, y su rechazo de Su Hijo como rey de sus corazones, Dios continúa amándolos y persiguiéndolos con la intención de traer un gran remanente a la salvación. Eso es gracia.

Los judíos continúan hasta el día de hoy siendo testigos de Dios. Su historia muestra lo que significa tener una relación con Dios. Cuando son fieles, Él los bendice. Cuando son rebeldes, Él los disciplina. Cuando se arrepienten, Él perdona y olvida y comienza a bendecir de nuevo. Y lo mismo sucede con cualquier persona o nación.

Los judíos están actualmente bajo disciplina. Todavía no se han arrepentido y, por lo tanto, no merecen ser reunidos en su patria. No merecen el amor y el cuidado de Dios. Pero ni usted ni yo tampoco. Lo único que cualquiera de nosotros merece es la muerte. Tenemos esperanza sólo porque nuestro Dios es un Dios de gracia.

3) Evidencia del Pronto Regreso del Mesías

Los sucesos en el Medio Oriente son evidencia de que Jesús regresará pronto. La Biblia dice que Jesús regresará cuando los judíos estén de regreso en su tierra natal (Mt. 24:32-35) y en su ciudad capital (Lc. 21:24). También dice que será un tiempo en el que todo el mundo se ha unido en contra de Israel por el tema del control de Jerusalén (Zac. 12:1-3). El Estado judío fue restablecido el 14 de mayo de 1948. Los judíos volvieron a ocupar la ciudad de Jerusalén el 7 de junio de 1967. Desde 1991, todo el mundo ha estado presionando al gobierno israelí para que entregue toda o parte de Jerusalén.

El cumplimiento de estas profecías deja claro que estamos en el umbral de la Tribulación. Eso significa que el Rapto de la Iglesia es inminente. Jesús está a las puertas del Cielo, esperando el mandato de Su Padre para regresar. Estamos viviendo en tiempo prestado.

15) El sol y la luna se oscurecen, y las estrellas retiran su fulgor. 

16) El SEÑOR ruge desde Sion y da su voz desde Jerusalén. Tiemblan los cielos y la tierra, pero el SEÑOR es refugio para su pueblo y fortaleza para los hijos de Israel. 

17) Y conocerán que yo soy el SEÑOR su Dios que habito en Sion, mi santo monte. Santa será Jerusalén y los extraños no pasarán más por ella (Joel 3:15-17)

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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miércoles, 17 de abril de 2024

Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 2 (parte 1 de 2)

La Crisis del Medio Oriente en Perspectiva Bíblica

Por Dr. David R. Reagan


Haga clic sobre la imagen para ir al Índice

— “¿Por qué esos judíos obstinados simplemente no les dan la Ribera Occidental a los árabes, para que pueda haber paz en el Medio Oriente?”.

La pregunta me la hizo un hombre gruñón junto al que estaba sentado en un avión.  

Sospechando que el hombre no tenía la menor idea de lo que estaba hablando, respondí con una pregunta:

— “¿Dónde está Cisjordania?”.

— “Ya sabes”, dijo.  

— “Sí, lo sé, pero ¿y tú?”.

— “Bueno, ¡claro que lo sé!”, espetó.

— “Bueno, entonces, ¿dónde está?”. Le pregunté de nuevo, insistiendo en que respondiera.  

— “Bueno... bueno...”, balbuceó: “¡la Ribera Occidental es la ribera occidental del Nilo!”.

Era todo lo que podía hacer para no reírme a carcajadas. Sin embargo, en realidad no era cosa de risa. Aquí estaba un hombre exigiendo a los israelíes que entregaran Cisjordania cuando ni siquiera tenía idea de dónde se encontraba Cisjordania. Se sintió avergonzado cuando le expliqué que la orilla occidental del Nilo pertenece a Egipto, no a Israel. Y se quedó atónito cuando le señalé que si Israel entregaba la verdadera Cisjordania, la nación quedaría en una posición indefendible, con sólo 9 millas de ancho en su punto más estrecho.

Mi conversación con este hombre fue la típica conversación sobre las complejidades de la política de Medio Oriente. La mayoría de la gente sabe poco, si es que sabe algo, sobre la zona, excepto la propaganda antiisraelí que han escuchado a través de fuentes mediáticas sesgadas. Sin embargo, están dispuestos a sentarse en sus cómodas casas al otro lado del mundo y pontificar sobre cómo los israelíes deben dejar de ser tan tercos y comenzar a ceder tierras a cambio de paz.

Mucho se ha escrito sobre la crisis del Medio Oriente desde una perspectiva política, pero nunca se entenderá separada de sus raíces espirituales, porque es, de principio a fin, un conflicto espiritual — razón por la cual nunca se resolverá políticamente.

El Pacto Abrahámico

El factor dominante espiritualmente es una promesa que Dios le hizo a Abraham hace casi 4,000 años. Esa promesa está contenida en Génesis 12:

1) Entonces el SEÑOR dijo a Abram: “Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 

2) Yo haré de ti una gran nación. Te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 

3) Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra”.

Los teólogos se refieren a este pasaje como el Pacto Abrahámico. Observe que contiene una serie de promesas incondicionales. Ni una sola vez Dios dice: “Si haces esto y aquello...”, o “si eres fiel...”. Las promesas son absolutas e incondicionales.

¡Y qué gloriosas promesas son! Dios le promete a Abraham una tierra, una nación, un gran nombre, protección y — lo más importante de todo — que a través de él todas las naciones serán bendecidas. Esta última promesa se refería, por supuesto, al hecho de que el Mesías, el Salvador del mundo, vendría a través del linaje de Abraham.

El Señor se le apareció a Abraham seis veces más para reafirmar este pacto (Gn. 12:7; 13:14-16; 15:1-6; 15:8-21; 17:1-8; y 22:15-18). En estas apariciones posteriores, Dios declaró que el pacto era “eterno” (Gn. 17:7-8), y detalló los límites de la tierra en detalle que abarcaban la mayor parte de lo que hoy se conoce como el Medio Oriente (Gn. 15:18-21). El pacto fue reafirmado al hijo de Abraham, Isaac (Gn. 26:1-5), y al hijo de Isaac, Jacob (Gn. 28:3-4,13-14 y 35:10-12).

Mil años más tarde, el rey David afirmó la validez continua del Pacto Abrahámico en el Salmo 105:

8) Se acordó [Dios] para siempre de su pacto,

de la palabra que mandó para mil generaciones,

9) el cual hizo con Abraham;

y de su juramento a Isaac.

10) Lo confirmó a Jacob por estatuto, como pacto sempiterno a Israel,

11) diciendo: “A ti daré la tierra de Canaán

como la porción que poseerán”.

El Pacto Abrahámico establece el título de propiedad de la tierra en el Medio Oriente. Ese título pertenece al pueblo judío para siempre — sin peros.

El Pacto del Uso de la Tierra

Sin embargo, el disfrute de la tierra por parte del pueblo judío está condicionado a su obediencia a Dios. Este hecho fue establecido por un segundo pacto dado a través de Moisés justo antes de que los hijos de Israel entraran en la tierra de Canaán. Este pacto, a menudo referido como el Pacto Palestino, pero que yo prefiero llamar el Pacto del Uso de la Tierra, está registrado en Deuteronomio 28-30.

En el Pacto del Uso de la Tierra, Dios dejó claro que el disfrute de la tierra por parte de los judíos dependería de su fidelidad a Él. Si eran fieles, serían ricamente bendecidos (Dt. 28:1-14). Pero si eran infieles, serían maldecidos de muchas maneras diferentes (Dt. 28:15-46).

La maldición más grande que Dios prometió poner sobre ellos fue su desplazamiento de la tierra. El cautiverio babilónico, que duró 70 años, está claramente profetizado en Dt. 28:47-57. Y su dispersión mundial, que comenzó en el año 70 d. C., se describe gráficamente en Dt. 28:58-67.

El Punto Crítico

Ahora, el punto importante a tener en cuenta es que el regalo de Dios de la tierra fue incondicional. A los judíos se les dio un título irrevocable y eterno. Pero el uso y disfrute de la tierra estaba condicionado a su obediencia.

Permítanme ilustrarles el punto con un ejemplo moderno. Supongamos que tienes un hijo adolescente que acaba de cumplir 16 años y ha adquirido su licencia de conducir. Decides bendecirlo comprándole un auto nuevo y poniendo el título a su nombre. El coche le pertenece, pero usted le deja claro que su uso dependerá de su obediencia a la ley. Si recibe una multa por exceso de velocidad, el automóvil estará encerrado en el garaje durante una semana. Seguirá perteneciéndole, pero no podrá usarlo.

La Expulsión de los Judíos

Los hijos de Israel entraron en la Tierra Prometida bajo el liderazgo de Josué, el sucesor de Moisés. Procedieron a ocupar la tierra durante los siguientes 750 años (400 bajo los jueces y 350 bajo los reyes). Pero, en violación de la ley de Dios, se casaron con las cananeas y terminaron adorando a sus dioses falsos.

Dios envió profetas como Elías y Eliseo para sacarlos de la idolatría, pero ellos persistieron. Finalmente, Dios levantó ejércitos extranjeros como Su espada de disciplina y les permitió conquistar a los judíos y llevarlos al cautiverio. Los asirios dispersaron a las diez tribus judías que vivían en el reino norteño de Israel. Cuando las dos tribus restantes en el reino del sur de Judá no lograron captar el mensaje, Dios permitió que los babilonios los capturaran y los exiliaran.

Setenta años después, en Su gracia y misericordia, Dios permitió que los judíos de Judá regresaran a su tierra y reconstruyeran tanto a Jerusalén como a su templo sagrado. Pero el pueblo judío persistió en la rebelión durante los siguientes 400 años y, cuando rechazaron a su Mesías, Dios permitió que los romanos los conquistaran y dispersaran por todo el mundo a partir del año 70 d. C., en cumplimiento de la profecía.

Pero, de nuevo, el punto crucial a tener en cuenta es que los judíos no perdieron su título de propiedad sobre la tierra. Sólo perdieron su uso y disfrute de ella, como castigo por su desobediencia. Hasta el día de hoy, los judíos han permanecido bajo disciplina. Es posible que estén de vuelta en una parte de su tierra, pero su disfrute de ella está siendo impedido por los constantes ataques árabes.

La Promesa de Reunión

El regreso moderno de los judíos a su tierra es uno de los mayores milagros de la historia. También es un cumplimiento de la profecía bíblica.

En el Pacto del Uso de la Tierra mismo, Dios prometió que, si los judíos alguna vez eran dispersados de su tierra debido a la desobediencia, un día serían reunidos (Dt. 30:1-9). Esta promesa de restauración de la tierra es la profecía más prolífica de las Escrituras hebreas, mencionada más veces que cualquier otra profecía.

Cuando estudia estas profecías de la reunión cuidadosamente, encontrará que se dividen en tres categorías. Algunas se relacionan con el regreso del cautiverio babilónico (Jer. 25:10-12 y 29:1-10). La mayoría, sin embargo, son profecías concernientes a dos grandes reuniones del tiempo del fin — una en incredulidad, antes del regreso del Señor (Is. 11:10-12 y Ez. 36:22-28); y la otra en la fe, después del regreso del Señor (Dt. 30:1-10 y Ez. 37:19-28).

La Reunión en Incredulidad

Con respecto a la reunión del tiempo del fin en incredulidad, Dios la puso en marcha a finales del siglo XIX, cuando comenzó a levantar voces proféticas entre los judíos en Europa, llamándolos a regresar a su tierra natal. Dios sabía que el Holocausto se avecinaba, por lo que llamó al pueblo judío a regresar a la patria que Él les había dado y de la que todavía tenían el título.

La persona clave que utilizó para difundir este mensaje de advertencia fue un periodista vienés llamado Theodore Herzl.1 Como la mayoría de los judíos europeos, Herzl creía que los judíos habían sido asimilados a la cultura europea y que nunca más volverían a sufrir brotes de antisemitismo. Pero cuando una virulenta ola de antisemitismo estalló en Francia en la década de 1890, los ojos de Herzl se abrieron al hecho de que los judíos no habían sido asimilados y nunca lo serían.2

Respondió escribiendo un folleto llamado El Estado Judío.3 En él, pedía a los judíos de todo el mundo que regresaran a su tierra natal, que en ese momento se llamaba Palestina. La visión de Herzl motivó a oleadas de inmigrantes a regresar a Palestina. Estas olas fueron denominadas “aliás” — por la palabra hebrea aliya, que significa “subir”. Esta palabra se usó porque se consideraba que los inmigrantes “subían a Jerusalén”.4

En 1900, había 40,000 judíos en Palestina. Durante los años inmediatamente anteriores a la Segunda Guerra Mundial, y durante la guerra misma, se colocaron muchas barreras en el camino de la inmigración judía, pero aun así, al final de la guerra, la población judía había aumentado a más de 600,000 personas. Hoy en día hay más de 6 millones de judíos en Israel que han venido — como se profetizó — de los cuatro rincones del mundo (Is. 11:12).

Las dos guerras mundiales fueron los acontecimientos clave que condujeron al regreso de los judíos a su tierra natal, demostrando una vez más que Dios puede sacar el bien de cualquier calamidad. La Primera Guerra Mundial preparó la tierra para el pueblo; la Segunda Guerra Mundial preparó al pueblo para la tierra.

El Impacto de la Primera Guerra Mundial

Durante la Primera Guerra Mundial, los turcos se pusieron del lado de los alemanes. Su reino, llamado el Imperio Otomano, incluía la mayor parte de las tierras de Medio Oriente, incluida Palestina. Cuando los alemanes perdieron la guerra, los turcos también lo hicieron, y su imperio se dividió entre los vencedores aliados. En un pacto secreto firmado en 1916 (llamado Acuerdo Sykes-Picot), los británicos y los franceses acordaron dividir el Medio Oriente entre ellos cuando terminara la guerra. Gran Bretaña recibió Palestina, mientras que los franceses recibieron Siria.6

En noviembre de 1917, los británicos emitieron lo que se llamó “La Declaración Balfour”.7 En ella declararon su intención de crear una patria para los judíos dentro del territorio de Palestina que les había sido asignado. En ese momento, Palestina consistía en todo lo que hoy es Israel y Jordania, un área de 45,000 millas cuadradas.

Los judíos de todo el mundo estaban eufóricos por la Declaración Balfour. Pero la tinta apenas se había secado, cuando el gobierno británico cambió de opinión. Para aplacar la animosidad árabe, decidieron en 1922 dar dos tercios de Palestina a los árabes, creando un estado palestino llamado Transjordania.8

Los líderes judíos se sintieron terriblemente decepcionados por esta decisión, y muchos se sintieron traicionados por los británicos. Pero todavía esperaban establecer un estado judío dentro de la parte de Palestina que quedaba — una franja de tierra de sólo 10,000 millas cuadradas de tamaño, más pequeña que el Lago Michigan o el estado de Nueva Jersey.

El Impacto de la Segunda Guerra Mundial

Incluso después de que Dios produjera milagrosamente una patria para los judíos a partir de los horrores de la Primera Guerra Mundial, el pueblo judío no regresó en grandes cantidades. La mayoría se sentía cómoda en Europa y simplemente no podía creer el creciente coro de voces proféticas que advertían de que se acercaba un tiempo de persecución generalizada.

La Segunda Guerra Mundial produjo el Holocausto que, a su vez, proporcionó la motivación para que los judíos regresaran a casa. Salieron de la guerra diciendo: “¡Nunca más! ¡Nunca más! Nunca más volveremos a vivir bajo un Hitler. Vamos a tener nuestra propia tierra, nuestro propio gobierno, nuestro propio Estado”. Este sentimiento produjo una avalancha de refugiados.

En noviembre de 1947, los judíos de todo el mundo estaban eufóricos cuando las Naciones Unidas votaron a favor de permitir el establecimiento de un Estado judío.9 Pero se sintieron muy decepcionados cuando las Naciones Unidas decidieron, al mismo tiempo, dividir de nuevo la parte restante de Palestina. Una vez más, como cuando dos tercios de Palestina habían sido utilizados para crear el Estado de Transjordania, los judíos se sintieron traicionados.

El Plan de Partición de las Naciones Unidas de 1947

El plan de las Naciones Unidas preveía el establecimiento de dos estados, uno para los judíos y otro para los árabes. El Estado judío debía estar formado por Galilea, la llanura costera del Mediterráneo y el desierto del Néguev. El estado árabe estaba formado principalmente por el corazón del antiguo Israel (Samaria y Judea). El Estado árabe también incluía la Franja de Gaza y una parte de Galilea.10

A pesar de su decepción, los judíos aceptaron la resolución de la ONU y procedieron a declarar la existencia de su nuevo estado el 14 de mayo de 1948.11 Los árabes rechazaron la votación de la ONU y declararon la guerra a Israel.

Tenga en cuenta que los árabes podrían haber establecido pacífica y legalmente un segundo Estado palestino en 1948 (el primero fue Jordania). En cambio, eligieron la guerra porque no estaban dispuestos a tolerar un estado judío en el Medio Oriente — incluso uno minúsculo de sólo 5,000 millas cuadradas. Esta acción por parte de los árabes, y muchas similares desde entonces, es lo que llevó a uno de los portavoces más elocuentes de Israel, Abba Eban, a decir: “Los palestinos nunca han perdido la oportunidad de perder una oportunidad”.12

Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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sábado, 13 de abril de 2024

Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 1 (parte 3 de 3)

¿Hay Alguna Esperanza Para Israel?

Por Dr. David R. Reagan


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Profecías que aún Deben Cumplirse

Esto nos lleva a las profecías que aún deben cumplirse para el pueblo judío.

Como verá, hay una horrible, seguida de varias gloriosas.

1) Otro Holocausto

La primera es un segundo Holocausto. Esto ocurrirá durante la segunda mitad de la Tribulación. Los judíos se convertirán en el foco de la ira del Anticristo, y él buscará aniquilarlos. Considere la siguiente profecía contenida en el capítulo 13 de Zacarías:

8) Y acontecerá en toda la tierra, dice el SEÑOR, que las dos partes serán exterminadas en ella y se perderán; pero una tercera parte quedará viva en ella. 

9) Y meteré a aquel tercio en el fuego; los fundiré como se funde la plata y los probaré como se prueba el oro. Ellos invocarán mi nombre y yo los escucharé . . .

Dios no va a permitir que esto le suceda al pueblo judío porque los odia o los ha rechazado. Su propósito será llevarlos al final de sí mismos para que, en su total desesperación, finalmente se vuelvan a Él como su única esperanza y reciban a Su Hijo como su Mesías.

Una de las cosas asombrosas de Dios es que Él es tan misericordioso que, incluso cuando derrama Su ira, Su propósito fundamental no es castigar, sino llevar a las personas al arrepentimiento para que puedan ser salvas. Este punto se enfatiza en Isaías 26:9 donde el profeta observa que “cuando tus juicios se manifiestan en la tierra, los habitantes del mundo aprenden justicia”,

2) Arrepentimiento

La segunda profecía que aún no se ha cumplido es el arrepentimiento del pueblo judío. El sufrimiento de la tribulación llevará al pueblo judío al punto en que se arrepentirá ante el Señor. Esta es una de las profecías más antiguas de la Biblia, pronunciada por Moisés cuando los Hijos de Israel se preparaban para entrar en su Tierra Prometida. Se puede encontrar en Deuteronomio 4:30:

Cuando estés en angustia y te sucedan todas estas cosas, volverás al SEÑOR tu Dios y obedecerás su voz.

3) Salvación

La tercera profecía futura que aún no se ha cumplido es la salvación de un gran remanente del pueblo judío. Como resultado de su arrepentimiento, este remanente aceptará a Jesús como su Mesías y será salvo. Zacarías describe este glorioso evento en las siguientes palabras que se encuentran en Zacarías 12:10:

Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de súplica. Mirarán al que traspasaron y harán duelo por él con duelo como por hijo único, afligiéndose por él como quien se aflige por un primogénito.

El clímax de este gran día se relata en el siguiente capítulo (Zacarías 13:1):

“En aquel día habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, a fin de limpiar el pecado y la impureza.

Jesús mismo declaró que no regresaría a esta tierra hasta que un remanente de los judíos estuviera listo para proclamar: “Bendito el que viene en el nombre del SEÑOR”. Usted puede encontrar esa declaración en Mateo 23:

37) “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, así como la gallina junta a sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! 

38) He aquí, su casa les es dejada desierta, 

39) porque les digo que desde ahora no me verán más hasta que digan: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

4) Reunión en Incredulidad

La cuarta profecía que aún no se ha cumplido es la reunión del pueblo judío en fe. Están siendo reunidos ahora en incredulidad. Pero hay otra reunión en su futuro.

Cuando Jesús regrese, Él va a reunir en Israel a todos los judíos del planeta Tierra que han puesto su fe en Él. Esta reunión se menciona en varios lugares de las Escrituras hebreas. Aquí hay uno de la época de Moisés, que se encuentra en Deuteronomio 30:

1) Sucederá que cuando te hayan sobrevenido todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, si consideras en tu corazón, en medio de todas las naciones donde el SEÑOR tu Dios te haya dispersado; 

2) si vuelves, tú con tus hijos, al SEÑOR tu Dios y obedeces su voz con todo tu corazón y con toda tu alma, conforme a todo lo que yo te mando hoy, 

3) entonces el SEÑOR tu Dios también te restaurará de tu cautividad. Él tendrá misericordia de ti y volverá a reunirte de todos los pueblos a donde el SEÑOR tu Dios te haya dispersado. 

4) Si eres arrojado hasta el extremo de los cielos, de allí te reunirá el SEÑOR tu Dios, y de allí te tomará.

5) Primacía

La quinta y última profecía que el Señor cumplirá para el pueblo judío ocurrirá cuando Él comience Su Reinado Milenial después de Su regreso a esta tierra. Será el establecimiento de Israel como la nación principal del mundo a través de la cual fluirán todas las bendiciones de Dios.

Jesús reinará desde Jerusalén como el Rey del Mundo. David, en su cuerpo glorificado, reinará como el Rey de Israel. Nosotros, en nuestros cuerpos glorificados, seremos esparcidos por toda la tierra para reinar con Jesús sobre las naciones gentiles.

Isaías dedica cuatro capítulos completos (del 60 al 63) a una descripción de las bendiciones que Dios derramará sobre el pueblo judío durante el Milenio. Proclama que Dios hará de “Jerusalén una alabanza en la tierra” (Is. 62:7).

Zacarías describe la gloria futura de la nación judía con estas palabras en Zacarías 8:

22) Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar al SEÑOR de los Ejércitos en Jerusalén, para implorar el favor del SEÑOR. 

23) Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: Acontecerá en aquellos días que diez hombres de las naciones de todos los idiomas se asirán del manto de un judío y le dirán: ¡Déjennos ir con ustedes, porque hemos oído que Dios está con ustedes!

¡Qué declaración tan increíble! Hoy en día, el pueblo judío es despreciado y perseguido. Pero durante el Reinado Milenial de Jesús, serán tratados con respeto y serán honrados como el pueblo de Dios.

Conclusión

Comencé este capítulo con la pregunta: “¿Hay alguna esperanza para el pueblo judío?”. Creo que el estudio de las Escrituras que he presentado prueba más allá de toda duda que Dios no ha rechazado al pueblo judío, que todavía lo ama, que está decidido a llevar a un gran remanente de ellos a la salvación, y que el pueblo judío tiene una gran esperanza más allá de lo que puedan imaginar.

Oh Israel, pon tu esperanza en el SEÑOR, porque en el SEÑOR hay misericordia y en él hay abundante redención. Él redimirá a Israel de todos sus pecados (Salmos 130:7-8)


Lea la parte 1 aquí

Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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