Mostrando entradas con la etiqueta La Oración. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta La Oración. Mostrar todas las entradas

jueves, 2 de diciembre de 2021

Libro: Viviendo para Cristo en los Tiempos del Fin – Capítulo 10 (pdf)

 Persistir en la Oración

Por Dr. David R. Reagan

Haga clic sobre la imagen para ir al Índice

««Necesitamos despertar al hecho de que el poder de Dios no es limitado. Necesitamos creer en el hecho de que Dios todavía está intensamente interesado en cada pequeño detalle de Su creación. Además, debemos entender que Dios todavía tiene el control de la historia. En resumen, Dios todavía está en el trono, todavía escucha las oraciones y todavía realiza milagros»».

Haga clic en el siguiente ícono para ir a la página de descarga:

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Libro: Viviendo para Cristo en los Tiempos del Fin – Capítulo 10 (parte 2 de 2)

Persistir en la Oración

Por Dr. David R. Reagan

Haga clic sobre la imagen para ir al Índice

La Audacia de David en la Oración

De la misma manera, cuando el rey David fue visitado por el profeta Natán y se le informó que su hijo concebido con Betsabé moriría debido a su pecado contra Dios, las Escrituras nos dicen que David se arrodilló inmediatamente en oración. Tan grande fue su remordimiento que se postró en el suelo, ayunó, lloró y clamó al Señor que perdonara a su hijo (2 Samuel 12:1–16).

Cuando David fue informado de que su hijo había muerto, tal como Natán había profetizado, sus siervos le preguntaron por qué había orado a Dios para que perdonara a su hijo cuando un profeta de Dios le había dicho claramente que el niño moriría. La notable respuesta de David fue: “Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño?” (2 Samuel 12:21–22).

El rey David creía en la oración. Él no tenía todos los complejos teológicos que tenemos hoy sobre la presciencia de Dios, o la voluntad ordenada de Dios, o la inmutabilidad de Dios. Lo que sí tenía era una hermosa relación personal con Dios a través de la comunión en la oración.

La Oración en la Historia Cristiana

Ahora, para que no llegue a la conclusión de que la confianza en la oración es algo confinado a los reyes y profetas del Antiguo Testamento, o a la vida de Jesús, o incluso a los tiempos del Nuevo Testamento, permítanme apresurarme a señalar que los testimonios del poder de la oración resuenan a lo largo de toda la historia del cristianismo — desde el cristiano que lucha en una banca de la iglesia, hasta el mártir triunfante ardiendo en la hoguera.

El más grande de los Padres de la Iglesia, Agustín, es un buen ejemplo. Este hombre, que vivió unos 350 años después de Jesús, era, según él mismo admitió, un pecador de enorme magnitud.6 Era un mujeriego que viajaba de pueblo en pueblo participando en todas las formas de depravación sexual. Finalmente decidió dejar su hogar en el norte de África para ir a Roma, el centro del libertinaje.

La clave de su vida fue su madre, Santa Mónica, que era una devota cristiana. Ella había orado durante años por su salvación. Cuando se enteró de sus planes de partir hacia Roma, comenzó a orar fervientemente durante todo el día, pidiendo a Dios que le impidiera ir. Él fue de todos modos y ella continuó orando.

Sus oraciones fueron respondidas cuando Agustín se reunió con el obispo Ambrosio en Milán y fue llevado a una fe profunda y duradera en Jesús. Agustín escribió más tarde sobre las oraciones de su madre con estas palabras: “Lo que ella pidió, que me quedara en el norte de África, fue negado. Lo que ella esperaba, mi conversión, fue concedido”.7 Agustín describió entonces la naturaleza de la oración en una parábola. Escribió:8

Un hombre en un bote que lanza una cuerda a una roca; no es con la idea de tirar de la roca al bote, sino con la idea de tirar del bote a la roca. Cristo es la roca y tiramos la cuerda en oración.

La Oración de un Gran Científico

Recuerdo que cuando era niño leía la inspiradora autobiografía de George Washington Carver, el eminente científico negro.9 Carver era un cristiano dedicado que tenía una vida de oración activa. Esto es lo que tenía que decir sobre la relación de la oración con su investigación:10

Entré en mi laboratorio y oré: “Gran Creador, háblame del universo”.

El Señor respondió: “Quieres saber demasiado”.

Le pregunté: “Gran Creador, háblame del mundo”.

Él respondió: “George, elige algo de tu tamaño”.

El Señor respondió: “Ahora, George, tienes algo de tu tamaño. ¡Te contaré sobre eso!”.

Dios procedió a revelarle a George Washington Carver más información sobre el maní de la que cualquier persona había descubierto.

La Vida de Oración de George Mueller

El mayor ejemplo del poder de la oración en los tiempos modernos que conozco se encuentra en la vida de George Mueller.11 Este hombre extraordinario vivió 93 años, de 1805 a 1898. Durante 60 años de ese tiempo, dirigió un orfanato en Bristol, Inglaterra, atendiendo a un total de 10,000 huérfanos.

Cuando Mueller estableció su orfanato, decidió que lo dirigiría completamente por fe y oración. Ni una sola vez durante los siguientes 60 años le pidió nada a nadie, excepto a Dios. No hizo publicidad. No envió solicitudespara recaudar fondos. Simplemente confió en la gracia y la misericordia de Dios.

Dios bendijo su fe y respondió fielmente a sus oraciones. Mueller recibió un total de $7.2 millones de dólares (en un momento en que el dólar valía cien veces su valor actual). Construyó cinco grandes edificios capaces de albergar a 2,000 huérfanos.

Sorprendentemente, sus huérfanos nunca se perdieron una comida, aunque estuvieron a punto de hacerlo algunas veces. En una ocasión, al principio de la historia del orfanato, todos los niños se reunieron para desayunar, y mientras cientos de niños hambrientos se sentaban expectantes, Mueller anunció que no había comida. Luego pidió a los niños que se unieran a él en oración. Él oró: “Padre, te damos gracias por la comida que nos vas a dar”. (¿Le suena familiar esa oración? Debería hacerlo. Es el tipo de oración confiada que hizo Jesús).

Se sentaron y esperaron. A los pocos minutos llamaron a la puerta. Era un panadero: “Me desperté temprano esta mañana con la idea de hornear un poco de pan para ustedes”.

Unos minutos más tarde hubo otro golpe. Era un lechero que anunciaba que su carro de reparto se había averiado frente al orfanato. Explicó que necesitaba deshacerse de su leche antes de que se echara a perder.

Cuando Mueller oraba, siempre se convencía primero de que lo que estaba orando era la voluntad de Dios. Luego, descansando en las promesas de la Biblia, se presentaría confiadamente ante el trono de Dios en oración como Abraham, defendiendo su caso argumentativamente, dando razones por las cuales Dios debería responderle.

Una vez que estaba convencido de que algo estaba bien, seguiría orando por ello hasta que llegara la respuesta.

Mantuvo un registro completo de sus oraciones. Abarca 3,000 páginas y contiene casi un millón de palabras. Relata más de 50,000 respuestas específicas a las oraciones.

También registra oraciones que parecían no tener respuesta, lo que nos lleva a uno de los mayores problemas de las oraciones. ¿Por qué a menudo parece que las oraciones no reciben respuesta? Es una pregunta con la que todos los cristianos luchan de vez en cuando, a menudo desafiando su fe en Dios.

El Misterio de la Oración sin Respuesta

El rey David disfrutó de muchas respuestas notables a sus oraciones. Pero, de vez en cuando, Dios le parecía distante. El Salmo 6 lo presenta clamando a un Dios distante, suplicando curación. “Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas. Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis angustiadores” (Salmos 6:6–7).12 En otra ocasión se lamentó: “¿Por qué estás lejos, oh Señor, y te escondes en el tiempo de la tribulación?” (Salmos 10:1). Se pueden encontrar palabras similares en el Salmo 13:1: “¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?”.

¿Ha estado alguna vez en esa posición? ¿Alguna vez sintió que no había nadie al otro lado de la línea cuando estaba orando? Si ora con regularidad, habrá experimentado el silencio de Dios. Era una experiencia común en los tiempos bíblicos, y creo que es aún más común hoy por varias razones.

Viviendo Velozmente

Una razón se relaciona con la naturaleza del mundo en el que vivimos. Nuestra sensibilidad espiritual ha sido embotada por la tecnología moderna. Debido al rápido ritmo de vida en la sociedad industrializada moderna, a menudo es difícil escuchar a Dios cuando responde. ¿Cómo podemos escucharlo cuando vivimos en el carril rápido, corriendo locamente de una cita a otra? ¿Cómo podemos escuchar a Dios cuando una radio, televisión o reproductor de CD suena constantemente? ¿Cómo podemos escuchar cuando siempre estamos agotados por el estrés? ¿Cómo podemos escuchar cuando simplemente nos negamos a tomarnos el tiempo para escuchar? El punto es que Dios puede estar respondiendo, pero no podemos escuchar.

Hemos desarrollado una mentalidad de comida rápida sobre todo en la vida. Queremos transporte rápido, comunicación rápida, medicina rápida, educación rápida — y sí, queremos religión rápida. No tenemos la paciencia para esperar en Dios. Queremos presionarlo en nuestro propio horario.

Lidiando con la Teología

La teología moderna es otro problema. Nos ha insensibilizado a la voz de Dios al decirnos que Dios ya no habla a la gente como lo hizo en los tiempos bíblicos. Se refleja en el sentimiento de malestar que experimentamos cuando una persona nos dice que Dios le ha “hablado”. El mundo considera a esas personas como “fanáticos religiosos”, por lo que los creyentes tienden a evitar escuchar la voz de Dios, ya sea audible o expresada en sueños, visiones y otras formas de revelación, incluso una palabra especial de las Escrituras.

En el extremo opuesto del espectro teológico están aquellos que creen que el Dios de la Biblia todavía opera hoy, pero sienten que pueden manipularlo para que haga lo que quieran, a través de la recitación de frases mágicas de oración. Actúan como si tuvieran a Dios en una cuerda, ordenándole que sane o proporcione las finanzas. En el proceso, hacen promesas a su pueblo que Dios nunca hizo — promesas como, “Siempre es la voluntad de Dios sanar”. Entonces, cuando Dios falla en honrar esas “promesas”, la gente se ve afectada espiritualmente cuando se les dice que tienen la culpa. Se les culpa por su falta de fe, o se les dice que tienen pecado en sus vidas.

¿Cuál es la verdadera razón por la que las oraciones a veces quedan sin respuesta? La Biblia enseña que hay varias razones. Ciertamente, la incredulidad y el pecado son dos de las razones, pero no siempre son la razón.

Las Barreras del Pecado y la Incredulidad

La importancia de orar con fe se enfatiza en toda la Biblia. Jesús dijo: “Todo lo que pidan en oración, lo recibirán, si tienen fe” (Mateo 21:22).13 Jacobo enseñó que cuando oramos debemos pedir “con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento”. Agrega: “Ese hombre no debe esperar recibir nada del Señor” (Jacobo 1:6–7). Él llama a esa persona “de doble ánimo” (Jacobo 1:8).

El pecado también se describe en toda la Biblia como un obstáculo importante para la oración. Una declaración poderosa sobre este punto se puede encontrar en Isaías 59:

1) He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; 

2) pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.

David enfatizó este punto en el Salmo 66:18: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado”. El escritor de Proverbios lo expresó de otra manera: “Jehová está lejos de los impíos; pero él oye la oración de los justos” (Proverbios 15:29). En el Nuevo Testamento, un ciego sanado por Jesús resumió este principio de manera sucinta cuando dijo a los fariseos: “Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ese oye” (Juan 9:31).

Las Barreras de la Arrogancia y el Egoísmo

La arrogancia y el egoísmo también son grandes barreras para la oración eficaz. La humildad al acercarse a Dios es una necesidad absoluta. En el Antiguo Testamento se le dijo al pueblo de Dios que “se humillara y orara” (2 Crónicas 7:14). En el Nuevo Testamento se nos dice: “Humillaos. . .bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:6–7).

Jesús ilustró la importancia de la humildad en la oración de una manera vívida en su parábola del fariseo y el recaudador de impuestos (Lucas 18:9–14). El fariseo hizo una oración en la que se felicitó por su justicia. En contraste, el recaudador de impuestos oró: “Dios, se propicio a mí, pecador”. Jesús dijo que el fariseo estaba orando para sí mismo mientras que el recaudador de impuestos “descendió a su casa justificado”. Jesús resumió el punto de su parábola con estas palabras: “cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lucas 18:14).

Jacobo pronuncia condena a las oraciones egoístas de “dame”, en Jacobo 4:3: “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. Esa afirmación siempre me recuerda al tipo que necesitaba un automóvil para ir al trabajo. Oró: “Señor, sabes que necesito un coche. Sabes que es esencial para mi sustento. Entonces, Señor, por favor dame un Corvette rojo nuevo”. Dios promete suplir nuestras necesidades, no nuestros deseos.

La Barrera de la Voluntad de Dios

La barrera más difícil de entender y aceptar para la oración es la voluntad de Dios. Dios es soberano. No puede ser manipulado ni engañado. Su sabiduría está muy por encima de la nuestra, y sus caminos no son los nuestros (Romanos 11:33).

No siempre sabemos qué es lo mejor para nosotros. De hecho, si se supiera la verdad, probablemente rara vez sepamos qué es lo mejor para nosotros. Debemos tener en cuenta que el propósito de Dios es moldearnos a la imagen de Jesús (2 Corintios 3:18). Para hacer eso, Dios en ocasiones debe permitir que la adversidad entre en nuestras vidas, primero para llamar nuestra atención y luego para desarrollar cualidades como la perseverancia, la paciencia y la compasión. ¿Cómo, por ejemplo, podría tener verdadera compasión por una persona enferma si nunca ha estado enfermo?

La eficacia de toda oración está condicionada por la voluntad de Dios. El apóstol Juan escribió: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14). No nos gusta esta condición, porque la mayoría de nosotros realmente no queremos la voluntad de Dios; queremos la nuestro.

A menudo me encuentro con este problema cuando me contactan mujeres con úteros estériles que quieren que ore para que puedan concebir un hijo. A veces me dejarán claro que están decididas a tener un hijo, aunque tengan que recurrir a la inseminación artificial. Cuando esto sucede, les señalo que están tratando de jugar a ser Dios y que mis oraciones por ellas no servirán de nada a menos que estén dispuestos a decir: “Señor, hágase tu voluntad”. Ese consejo generalmente las enoja, porque no están dispuestas a someterse a la voluntad de Dios.

Conocer la Voluntad de Dios

El otro tipo de persona problemática con la que me encuentro a menudo es la que piensa que conoce la voluntad de Dios, cuando en realidad no es así. Recuerdo bien la primera vez que me encontré con una de estas personas. Estaba en una clase de escuela dominical y estábamos en un círculo de oración, orando por peticiones específicas de oración. Cuando llegó mi turno, comencé a orar por una persona gravemente enferma. Le pedí al Señor que sanara a la persona y luego agregué: “si es Tu voluntad”.

Una mujer en el círculo explotó por esas palabras. Ella interrumpió groseramente mi oración burlándose, “¿Si es la voluntad de Dios? ¿Qué quieres decir? Por supuesto que es la voluntad de Dios. ¡No estás orando con fe!”.

Bueno, el hecho es que nadie en ese círculo de oración sabía con certeza cuál era la voluntad de Dios para esa persona críticamente enferma. Puede haber sido su voluntad llamar a esa persona a casa para estar con Él.

A veces confío en la voluntad de Dios. Me encanta orar por las personas perdidas porque sé con certeza que es la voluntad de Dios que sean salvas (2 Pedro 3:9). Me encanta orar por los descarriados, porque sé que es la voluntad de Dios que se arrepientan y sigan adelante con su santificación (Romanos 6:19–23). Me encanta orar por los matrimonios con problemas, porque sé que es la voluntad de Dios sanarlos, ya que Él odia el divorcio (Malaquías 2:16).

Pero a menudo, simplemente no conozco la voluntad de Dios, por lo que oro para que se haga Su voluntad, sabiendo que Él está ansioso por hacer que todas las cosas obren para bien para aquellos que lo aman (Romanos 8:28).

La Voluntad Permisiva de Dios

Exigir su propia voluntad en oración puede meterlo en un gran problema, porque Dios puede decidir en Su voluntad permisiva dejar que se salga con la tuya. Verá, Dios tiene una voluntad perfecta y una voluntad permisiva. Por ejemplo, es Su perfecta voluntad que todas las personas se salven. Pero, en Su voluntad permisiva, permite que los rebeldes que no se arrepientan se pierdan.

Como vimos anteriormente, Ezequías no estaba dispuesto a aceptar la perfecta voluntad de Dios de que él muriera. Se quejó, lloró y suplicó por una vida más larga. Dios le concedió su deseo, dándole 15 años más. Pero miren lo que pasó durante esos años. Él engendró a Manasés, quien se convirtió en el rey más malvado en la historia de Judá (2 Reyes 21:1–2), y, en un momento de orgullo, mostró las riquezas del Templo a los representantes del rey de Babilonia, abriendo su apetito por conquistar Jerusalén (Isaías 39:1–6).

Discernir la Voluntad de Dios

¿Cómo podemos conocer la voluntad de Dios? Una forma de buscar la voluntad de Dios es escudriñar Su Palabra, orando para que Él le dé perspicacia y discernimiento. La Palabra es “viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos…y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12).

Otra forma es llegar a conocer a Dios. Cuanto mejor lo conozca, más fácil le resultará discernir Su voluntad. Y la única manera de llegar a conocerlo es pasar tiempo con Él en Su Palabra y en oración. Es como conocer a alguien. Tiene que pasar tiempo con ellos. Al hacerlo, llegará a conocer sus gustos y disgustos.

Dios escucha la oración y responde a la oración. Cuando parece que no responde, cuando parece estar en silencio, debemos revisar los obstáculos a la oración para ver si existe alguno en nuestras vidas. Si no lo hacen, entonces debemos ejercer fe en que Dios ha escuchado y responderá en Su propio tiempo y en Su propia manera.

Varias Respuestas a la Oración 

La respuesta puede ser “Sí”, como suele ocurrir. Pero la respuesta puede ser “No”, como lo fue cuando Pablo oró por la liberación de su “aguijón en la carne” (2 Corintios 12:7). Dios se negó a eliminar el problema, pero le concedió a Pablo la gracia de afrontarlo (2 Corintios 12:9). La respuesta también puede ser “¡Espera!”. En ese caso, el Señor puede estar llamándonos a la paciencia y la perseverancia, e incluso al sufrimiento. O puede que tenga en mente algo mejor para nosotros de lo que creemos que es mejor.

La respuesta podría ser incluso una que no comprendamos, o una que aparentemente parezca desagradable o tonta. Este tipo de respuesta a menudo requiere la mayor fe, como cuando Dios le dijo a Abraham que levantara estacas y se fuera al desierto a un destino desconocido para que él, que era demasiado viejo para tener hijos, pudiera convertirse en el padre de una gran nación. O considere la locura de Dios, cuando le dijo a Moisés en el Mar Rojo, que levantara su vara cuando no había forma de escapar del ejército egipcio. O piense en Josué, a quien se le dijo que conquistara Jericó marchando y tocando cuernos.

¿Su Voluntad o la de Dios?

La conclusión es si siempre quiere lo que pide o si quiere que se haga la voluntad de Dios en su vida. La voluntad de Dios es siempre lo mejor para usted. Considere la siguiente oración:14

Pedí fuerza, para tener éxito.
Me debilitó, para que pudiera obedecer.

Pedí salud, para poder hacer grandes cosas.
Me fue dada la gracia, para poder hacer mejores cosas.

Pedí riquezas, para ser feliz.
Se me dio pobreza, para que pudiera ser sabio.

Pedí poder, para tener la alabanza de los hombres.
Se me dio debilidad, para sentir la necesidad de Dios.

Pedí todas las cosas, para poder disfrutar de la vida.
Se me dio la vida, para que pudiera disfrutar de todas las cosas.

No recibí nada de lo que pedí;
Todo lo que esperaba.

Mis oraciones fueron respondidas.

Una “oración sin respuesta” resultó en la mayor bendición que el mundo haya recibido. La oración fue hecha con angustia por un hombre desesperado en un jardín solitario hace 2,000 años: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa” (Mateo 26:39). Pero esta oración realmente fue respondida, porque cuando Jesús la oró, agregó: “No sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39).

Alabemos a Dios por la respuesta que dio a esa oración. Alabemos a Dios por las respuestas que todavía da a la oración.

Orando en los Tiempos del Fin

¿Cómo, pues, oraremos en estos tiempos del fin? La respuesta es fervientemente, persistentemente, específicamente y con fe. En cuanto al tema, hay dos cosas en particular por las que debemos orar. Uno es el avivamiento nacional. El otro es para quienes ocupan puestos de autoridad.

La Biblia nos insta encarecidamente a orar por nuestros funcionarios públicos (1 Timoteo 2:1–3); desde el ayuntamiento hasta el Congreso; desde los alcaldes hasta el presidente; y desde los tribunales locales hasta la Corte Suprema. La oración por los funcionarios públicos es especialmente importante porque Satanás es el “príncipe de este mundo” (Juan 12:31). Sí, fue derrotado en la Cruz, pero aún no se han actualizado todos los aspectos de su derrota. Es por eso que Juan escribió mucho después de la Cruz: “El mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19).

Dios es quien pone a todos los líderes gubernamentales en sus posiciones de autoridad, y es quien los quita (Daniel 2:21). Pero, en el momento en que Él confía la autoridad gubernamental a cualquier persona, Satanás mueve a esa persona hacia arriba en su lista de blancos y se pone en contra de ellos, buscando que hagan concesiones y controlarlos. Por eso siempre ha habido una corrupción política generalizada y siempre la habrá. Por eso se nos exhorta a orar por nuestras autoridades gobernantes.

Orando por Avivamiento

También necesitamos orar fervientemente por un avivamiento nacional. Es posible que nuestra nación haya descendido al paganismo, pero aún existe la oportunidad de un avivamiento espiritual. El avivamiento nacional más grande registrado en la Biblia fue el que ocurrió en Judá, durante el reinado de Josías. Ocurrió después del reinado del rey más malvado de Judá, Manasés, un hombre que reinó durante 55 años, más que cualquier otro de los reyes de Judá (2 Crónicas 33:1–2).

Cuando Josías ascendió al trono a la edad de 8 años, parecía no haber esperanza para su nación. Pero la Biblia dice que cuando tenía 16 años, "comenzó a buscar al Dios de David su padre” (2 Crónicas 34:3). Purgó la tierra de los ídolos y mató a los sacerdotes de las religiones falsas. Reparó el templo, restauró la Palabra de Dios a su pueblo y se arrepintió públicamente por su nación (2 Crónicas 34:3–21).

En respuesta, Dios derramó Su Espíritu, tal como había prometido que haría muchos años antes cuando le dijo a Salomón: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).

Un Llamado a la Oración

En estos tiempos del fin, oremos como nunca antes lo habíamos hecho, para que Dios levante líderes gubernamentales justos que gobiernen de acuerdo con Su Palabra, y no de acuerdo con las encuestas de opinión pública. Oremos con mayor celo para que el Señor levante líderes espirituales piadosos, para llamar a nuestra nación al arrepentimiento y guiarnos hacia un avivamiento nacional.

Ese avivamiento puede comenzar contigo, en tu corazón. Lo que debe hacer es humillarse, arrepentirse y buscar al Señor en oración por usted mismo, su familia, su iglesia, su estado y su nación.

Si Dios pudo lanzar un avivamiento nacional a través de un chico de 16 años, ¿por qué no podría hacer lo mismo a través de ti? Quizás esté pensando: “Pero Josías era un rey, y yo sólo soy un ama de casa o un simple jornalero”. Pero, si ha nacido de nuevo, entonces es hijo de un Rey, el Rey de este universo. Eso lo hace realeza espiritual, así que no subestime lo que puede lograr a través del poder del Espíritu de Dios. ¡Deje a un lado las dudas y las excusas, y ore!

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

lunes, 29 de noviembre de 2021

Libro: Viviendo para Cristo en los Tiempos del Fin – Capítulo 10 (parte 1 de 2)

    Persistir en la Oración

Por Dr. David R. Reagan

Haga clic sobre la imagen para ir al Índice


Una de las armas espirituales más grandes que deberíamos usar en estos tiempos del fin es la oración, pero es una que rara vez usamos. Es un viejo problema. En Jacobo 4:2 encontramos estas palabras: “No tenéis lo que deseáis, porque no pedís”.

Déjeme hacerle una pregunta: si dejara de orar, ¿afectaría radicalmente su vida? ¿O esa pregunta es una que no puede responder porque es como esa vieja pregunta con trampa: “¿Ha dejado de golpear a su esposa?”. En otras palabras, ¿es posible que usted sea uno de esos cristianos que no puede dejar de orar porque nunca ha comenzado realmente?1

Por otro lado, ¿es usted uno de esos cristianos que ora regularmente por un sentido del hábito o del deber — pero que duda seriamente del poder de la oración porque nunca ha sentido su efecto en su vida?

Nuevamente, pregunto: si dejara de orar, ¿afectaría radicalmente su vida?

Una Era de Incredulidad

Tal vez usted sea uno de esos cristianos a los que realmente les gustaría orar, pero ha sido víctima del concepto moderno y “sofisticado” de que la oración es simplemente un ejercicio psicológico de autoayuda y — por lo tanto, lo desanima el concepto de participar en una farsa — al, de hecho, orarse a sí mismo.

No hay duda de que vivimos en una época que no cree en la oración. El mundo se burla de la idea misma de la oración. ¿Cuántos programas de televisión o películas has visto en los que, en medio de una gran crisis, los personajes recurren a la oración? No, recurren normalmente a las armas.

La gran tragedia es que los cristianos han quedado atrapados en la filosofía de nuestra época, una filosofía que ha entronizado a la ciencia como dios. Por todos lados se nos enseña que vivimos en un universo impersonal, un mundo que es una gran máquina despiadada que obedece leyes implacables. En medio de todo esto, los pequeños humanos no somos más que pigmeos transitorios.

El resultado es que tenemos un dios vacío — un dios que no tiene corazón ni compasión, porque la ciencia no puede sentir, reír ni mostrar misericordia. La ciencia sólo puede analizar, medir, diseccionar, pesar y especular. Entonces, sentimos una sensación de falta de sentido; una pérdida de significado; una erosión de la esperanza; una falta de poder.

Rituales Sin Sentido

Oh, muchos de nosotros, que nos llamamos cristianos, pasamos por los movimientos de la oración. Pero nuestras oraciones son a menudo poco frecuentes, vagas e incrédulas. La mayoría de nosotros hacemos oraciones que un dios de piedra podría responder:

“Padre, oramos por todos aquellos por quienes tenemos el deber de orar”.

“Padre, perdónanos todos nuestros pecados no perdonados”.

Nuestras oraciones tienden a ser rituales vacíos y sin sentido. Somos como el rey del Hamlet de Shakespeare, que trató de orar por el perdón de su pecado de asesinato para purgar su sentimiento de culpa. Su oración fue ineficaz. Como él dijo, “Ni siquiera llegó al techo”.

Cuando el rey analizó su problema, Shakespeare puso en su boca palabras de sabiduría que son tan profundas como cualquiera que el simple hombre haya escrito sobre la oración: “Mis palabras vuelan; mis pensamientos permanecen abajo. Las palabras sin pensamientos nunca van al cielo”.2

Como este rey, a menudo somos culpables de orar sin sentido. Considere, por ejemplo, las oraciones que cantamos como canciones, pero que no queremos decir en absoluto. De hecho, nos horrorizaríamos si el Señor les respondiera. Un buen ejemplo se encuentra en la popular canción de oración, “Toma mi vida y déjala ser”.3 Uno de los versos comienza con esta súplica: “Toma mi plata y mi oro, ni una pizca retendré”.

Incluso cuando ocasionalmente oramos con honestidad, fervor y específicamente por algo, la mayoría de nosotros oramos con poca o ninguna expectativa de realización. La prueba de esto es que, cuando nuestras oraciones son respondidas, o reaccionamos con asombro, o bien reaccionamos con burda incredulidad, atribuyendo la respuesta a alguna causa o proceso natural — como la suerte.

¿Un Dios Impotente?

Existe un problema muy especial con la oración que existe en toda la cristiandad. A muchos cristianos se les ha enseñado en un momento u otro que, aunque Dios una vez obró de manera maravillosa, directa e incluso milagrosa en respuesta a la oración para ordenar los eventos del hombre, ya no lo hace. Dios es diferente ahora, porque al final del primer siglo puso el universo bajo la operación de ciertas leyes inmutables de la naturaleza y, por lo tanto, los milagros ya no son posibles. La era de lo sobrenatural ha pasado para siempre. Dios ahora está limitado en lo que puede hacer.

Conozco bien esta actitud porque crecí con ella y porque todavía la encuentro todo el tiempo. En la iglesia de mi infancia, si se les pedía a los ancianos que oraran por una persona que estaba enferma, siempre oraban: “Señor, por favor ayuda a los médicos a diagnosticar este problema correctamente y, por favor, ayúdalos a recordar cómo tratarlo correctamente”. Si hubieran orado, “Señor, estamos preocupados por esta persona, por favor sánalo”, ¡habría habido varios infartos en la congregación porque se había usado la palabra “sanar”! Simplemente no creíamos en la sanidad sobrenatural.

¡Qué clase de herejía es todo esto! Puedo pensar en algunos conceptos menos bíblicos. ¿Cómo puedes creer en un Dios que se retiró en el primer siglo cuando la Palabra dice que Él es “el mismo ayer y hoy, sí y por los siglos” (Hebreos 13:8)?

¡No es de extrañar que las oraciones de tantos cristianos carezcan de poder! Como los deístas de antaño, han negado, en efecto, que Dios todavía tenga algún interés personal e íntimo en Su creación. Niegan lo sobrenatural y lo milagroso — y muchos incluso niegan la realidad del Espíritu Santo como la presencia sobrenatural de Dios en el mundo de hoy.

En el proceso, niegan el poder de la oración, porque les pregunto: ¿Por qué orar si Dios es distante, lo sobrenatural es una farsa, la era de los milagros ha cesado y el Espíritu Santo no es más que un símbolo de Dios?

¡Un Dios que Nunca Cambia!

Amigos míos, debemos despertar al hecho bíblico de que Dios sigue siendo el mismo hoy que en los tiempos bíblicos. No ha cambiado. En Malaquías 3:6 Él dice: “Yo, el Señor, no cambio”.

Necesitamos despertar al hecho de que el poder de Dios no es limitado. Necesitamos creer en el hecho de que Dios todavía está intensamente interesado en cada pequeño detalle de Su creación. Además, debemos entender que Dios todavía tiene el control de la historia. En resumen, Dios todavía está en el trono, todavía escucha las oraciones y todavía realiza milagros.

¡Qué tontería es cuando los cristianos niegan lo sobrenatural y la posibilidad de milagros y luego inclinan la cabeza y oran! Les digo, si la era de los milagros ha cesado, entonces la oración es una farsa. Porque, ¿cómo puede Dios escucharnos en oración si no ocurre algo milagroso? ¡Después de todo, usted y yo no somos transmisores de radio!

El poder de Dios es ilimitado, sin embargo, usted y yo, tan débiles, frágiles y tontos como somos, tenemos el poder de limitar la acción de Dios en nuestras propias vidas a través de nuestra incredulidad. No tenemos porque no pedimos, y cuando pedimos, no pedimos con fe.

El Ejemplo de Jesús

En Lucas 11:1 se nos dice que los discípulos de Jesús le pidieron que les enseñara a orar. ¿Alguna vez se ha detenido a pensar en el significado de esa solicitud?

No tenemos registro de que los discípulos le pidieran a Jesús que les enseñara cómo enseñar, predicar o interpretar las Escrituras. Pero se le acercaron y le dijeron: “Señor, enséñanos a orar”. ¿Por qué?

Creo que fue porque habían concluido en sus observaciones de Jesús que Su notable poder estaba relacionado con Su vida de oración. Creo que vieron que para Jesús la oración era una necesidad. Era más que una práctica ocasional de Su parte, era un hábito de toda la vida.

De hecho, era una actitud de Su mente y Su corazón. Era una atmósfera en la que vivía. Él literalmente “oraba sin cesar” — como el apóstol Pablo nos instó a hacer (1 Tesalonicenses 5:17).

Jesús oró mientras sanaba a los enfermos. Oró mientras alimentaba a los hambrientos. Oró mientras resucitaba a los muertos. Oró por Sus discípulos. Oró por sí mismo. Y oró por nosotros — por usted y por mí — en la última cena cuando oró para que todos los que pudieran creer en él fueran uno (Juan 17).

La vida del hombre más grande que jamás haya vivido fue una vida de oración. Oró porque creyó lo que predicó cuando dijo: “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo” (Juan 5:19). También dijo: “El Padre que mora en mí, hace las obras” (Juan 14:10). Jesús tenía un sentido de necesidad consciente y constante, y de ese sentido surgió una actitud continua de oración.

Nuestra Autosuficiencia

Por el contrario, ¡cuán diferentes son nuestras actitudes! Nuestro problema es que tenemos una actitud tan inexplicable de autosuficiencia. Por lo tanto, tendemos a pensar en la oración como una medida de emergencia, algo a lo que recurrir cuando todos nuestros propios esfuerzos han fallado.

Pero, como ve, el secreto de la vida de Jesús es que nunca pensó en manejar las cosas por su cuenta. Nunca se dijo a sí mismo: “Sólo confiaré en mi entrenamiento, mi experiencia, mi conocimiento o la habilidad natural con la que nací”. No, dijo: “No puedo yo hacer nada por mí mismo” (Juan 5:30).

Esa actitud debería darnos una pista de por qué tantos de nosotros tenemos una vida de oración mediocre. Piense por un momento en el momento en que vino a Cristo. Piense cómo lo hizo. Si lo hacía con sinceridad y convicción, tenía que hacerlo con la actitud de un niño pequeño. Tenía que ser un momento de humillación en el que dejaba a un lado todo su orgullo — toda su ventaja, toda su riqueza y toda su influencia. Sólo podía venir con la humildad de un niño.

Ése es el “estigma” de la oración. Porque ya ve, cada vez que ora a Dios con honestidad y sinceridad, está admitiendo su necesidad de Él. Está admitiendo que no puede manejar la situación. Está confesando que no tiene el apalancamiento adecuado para hacer frente al problema. No nos gusta hacer eso porque hiere nuestro tonto orgullo.

Aplicar la Oración a Todo

Otra cosa que podemos aprender de la vida de oración de Jesús es que Él consideró que valía la pena orar por todo en la vida. No guardó la oración sólo para los “grandes” problemas de la vida — para las emergencias. Como Jesús, usted y yo debemos aplicar la oración a todos los aspectos de nuestra vida:

A la llamada telefónica que estamos haciendo

A la carta que estamos escribiendo

A las vacaciones que estamos planeando

Al informe escolar que estamos preparando

Al juego que estamos jugando

Sí, incluso a la habitación que estamos limpiando.

Carl Sandburg lo resumió maravillosamente en su poema, “Lavandera”:4

La lavandera es miembro del Ejército de Salvación.

Y sobre la tina de espuma frotando la ropa interior limpia,

Ella canta que Jesús lavará sus pecados

Y los agravios rojos que ella ha hecho a Dios y al hombre,

Será blanca como la nieve.

Frotando la ropa interior, canta sobre el Último Gran Día de Lavado.

La lavandera en este poema es un buen ejemplo del mandato bíblico de que debemos “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Vivir en actitud de oración es algo que debemos aprender a practicar momento a momento en estos tiempos del fin.

Orar con Confianza

Otra cosa que caracterizó la vida de oración de Jesús es que oró con confianza. Considere, por ejemplo, Su oración en la tumba de Lázaro (Juan 11:41–42):5

Padre, gracias por escucharme. (Siempre me escuchas, por supuesto, pero lo dije por todas estas personas que están aquí, para que crean que me enviaste). Luego gritó: “¡Lázaro, sal!”.

¡Qué maravillosa oración! Jesús agradeció a Dios de antemano por escuchar y responder a su oración. Eso es verdaderamente orar con confianza.

La tragedia es que, aunque se supone que Jesús es nuestro ejemplo perfecto en todas las cosas, a menudo respondemos a ejemplos como este encogiéndonos de hombros y diciendo: “Bueno, tenía algún tipo de canal muy especial hacia Dios”. Descartamos Su humanidad y pasamos por alto docenas de otros ejemplos bíblicos de confianza en la oración por parte de personas aparte de nuestro Señor.

Tomemos a Abraham, por ejemplo. Él oró a Dios para que perdonara a Sodoma y Gomorra si se podían encontrar 50 personas justas, y Dios estuvo de acuerdo. Cuando Abraham encontró que el Señor estaba tan dispuesto a ceder, decidió entablar una negociación bastante audaz. “¿Qué hay de 45?”, preguntó. “Seguramente no destruirás las ciudades por la falta de cinco personas”. Una vez más, el Señor estuvo de acuerdo. Entonces, Abraham presionó la gracia del Señor. Oró de nuevo por 30, y luego 20, y finalmente, 10. Cada vez, Dios en Su gracia estuvo de acuerdo con la petición de Abraham (Génesis 18:20–33). Fue un notable ejercicio de oración audaz, si no atrevida.

O considere al rey Ezequías, el rey más grande en la historia de Judá. Cuando se enfermó gravemente, Isaías se acercó a él y le dijo que pusiera su casa en orden porque era la voluntad de Dios que muriera. Ezequías respondió clamando intensamente a Dios en oración, pidiéndole que cambiara de opinión. Le recordó al Señor su gobierno piadoso y le pidió al Señor que lo sanara. Dios respondió misericordiosamente otorgándole 15 años más de vida (Isaías 38:1–5).

La Relevancia de los Ejemplos Bíblicos

Nuevamente, tendemos a responder a estos ejemplos como si fueran irrelevantes para nosotros. “Después de todo”, pensamos, “Abraham y Ezequías eran hombres santos que tenían un favor especial a los ojos de Dios. Tenían números especiales directamente al trono de Dios. ¿Quién soy yo en contraste?

La Biblia responde a esa pregunta si es cristiano. Dice que “la oración eficaz del justo puede lograr mucho” (Jacobo 5:16). Puede estar pensando, “pero no soy tan justo”, y tiene razón. Pero si es cristiano, has sido revestido con la justicia de Jesús (Romanos 5:17–19). Además, Él sirve como su Sumo Sacerdote ante el trono de Dios, intercediendo en su favor (Hebreos 8:12).

Las Oraciones de los Injustos

A veces, Dios responde de manera notable incluso a las oraciones de los injustos. No promete escuchar sus oraciones, en el sentido de que las responderá, pero a veces lo hace en Su gracia y misericordia.

Un ejemplo clásico se puede encontrar en la vida de uno de los hombres más malvados que jamás haya ocupado el trono de Israel — el rey Acab. En 1 Reyes 16:33 el escritor dice que “Acab hizo más para provocar al Señor Dios de Israel que todos los reyes de Israel que fueron antes de él”.

El profeta Elías fue enviado por Dios para confrontar a Acab con un mensaje de juicio. Elías le dijo que perdería su trono y su vida y que los perros lamerían su sangre en las calles (1 Reyes 21:17–19). Sorprendentemente, este hombre malvado no respondió al mensaje de Elías maldiciendo a Dios. En cambio, se rasgó la ropa y se vistió de cilicio en señal de arrepentimiento. Luego ayunó y se humilló ante Dios, orando por misericordia (1 Reyes 21:27).

El Señor estaba tan conmovido por las acciones de Acab que le envió a Elías de regreso con un mensaje de misericordia. Elías recibió instrucciones de decirle a Acab que, debido a que se había humillado ante el Señor, el mal que Dios había planeado para sus días se retrasaría hasta los días de sus hijos (1 Reyes 21:28–29).

Ahora, tenga en cuenta que Acab no era un hombre de Dios. Su arrepentimiento no duró. Era un hombre completamente malvado cuyo remordimiento duró sólo un momento. Pero de ese momento surgió una oración ferviente que Dios reconoció en su misericordia.

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

sábado, 7 de octubre de 2017

Estudio Bíblico Mesiánico: Las Condiciones Subjetivas de la Oración (pdf)


Haga clic sobre la imagen para descargar el estudio


Introducción

««A manera de introducción, no existe tal cosa como una oración incondicional. Todas las oraciones bíblicas son condicionales, ya sea explícita o implícitamente. De hecho, Yeshúa (Jesús) mismo enseñó al menos tres condiciones para la oración individual: la necesidad de la fe; la necesidad de permanecer; y la necesidad de orar en Su nombre. Así pues, no existe tal cosa como la oración incondicional. En Su propia vida de oración, Jesús oró según la voluntad del Padre»».

Si desea descargar otros Estudios Bíblicos Mesiánicos, haga clic en la siguiente imagen:  


Estimados lectores: Sus valiosos aportes espirituales y financieros contribuyen enormemente a que podamos seguir publicando estos estudios bíblicos, que son de gran bendición para los creyentes de habla hispana. 

miércoles, 28 de junio de 2017

Estudio Bíblico Mesiánico: Las Condiciones Subjetivas de la Oración




…y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. 1 Juan 3:22

Introducción

A manera de introducción, no existe tal cosa como una oración incondicional. Todas las oraciones bíblicas son condicionales, ya sea explícita o implícitamente. De hecho, Yeshúa (Jesús) mismo enseñó al menos tres condiciones para la oración individual: la necesidad de la fe; la necesidad de permanecer; y la necesidad de orar en Su nombre. Así pues, no existe tal cosa como la oración incondicional. En Su propia vida de oración, Jesús oró según la voluntad del Padre.

I. Las Condiciones Subjetivas de la Oración

A. Prerrequisitos Personales

En la Escritura, hay trece prerrequisitos personales para la oración.

1. Sinceridad

El primer prerrequisito personal es la sinceridad. Esto es enseñado claramente por la Escritura.

Por ejemplo, en Job 16:17, Job dice: y de ser pura mi oración. Ésta era sincera.

Salmo 145:18: Cercano está Jehová a todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras.

Mateo 6:5 declara: Y cuando ores, no seas como los hipócritas; [que oran sólo] para ser vistos de los hombres. Esto es una señal de insinceridad. 

Marcos 12:40: y por pretexto hacen largas oraciones.

Orar pretenciosamente es insincero. Orar en sinceridad es un prerrequisito importante de la oración.

2. Reverencia

Un segundo prerrequisito personal es la reverencia.

Eclesiastés 5:2 declara: No te des prisa con tu boca.

La impetuosidad es una señal de irreverencia.

Mateo 6:9 enseña que debemos acercarnos a Dios el Padre y decir: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

Cuando nos acercamos a Dios sobre esa base, existe un sentido de reverencia.

Hebreos 12:28-29 habla acerca de: [venir] a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.

3. Humildad

El tercer prerrequisito personal es la humildad.

Salmo 10:17 declara: El deseo de los humildes oíste, oh Jehová.

En Lucas 18:9-14, Jesús habló de la historia del fariseo y el publicano. El fariseo usó su tiempo de oración simplemente para informarle a Dios cuán afortunado era Él de tener a este fariseo en Su equipo; el fariseo no expresó necesidad o petición algunas, él expresó orgullo. El publicano, sin embargo, expresó una oración de necesidad. Era una oración peticionaria y había un reconocimiento claro por parte del publicano de la suficiencia divina.

4. Importunidad o Persistencia

El cuarto prerrequisito personal es la importunidad o la persistencia.

Esto es enseñado por la parábola de la habló Jesús en Lucas 11:5-13. Un hombre de repente tuvo una visita. No tenía nada para darle al visitante, así que se mantuvo molestando a su vecino hasta que su vecino estuvo dispuesto a salirse de la cama y proveer para sus necesidades. La persistencia surgió de una crisis, lo que provocó una petición. La razón de la oración persistente es ésta que provocará resultados. El tiempo del verso 9 implica acción continua y eso es lo que la persistencia es: acción continua. 

La persistencia tiene tres niveles de oración. El primer nivel es el de pedir: seguir pidiendo, ya que esto muestra que el peticionario cree lo suficiente como para recibir y esto es importante (Santiago 1:5-6). El segundo nivel de oración es buscar: seguir buscando con el propósito de encontrar la respuesta (2 Corintios 12:9). El tercer nivel es golpear: seguir golpeando con el propósito de lograr que las puertas se abran (Romanos 1:9-12).

5. Sumisión

El quinto prerrequisito de la oración es la sumisión a la voluntad de Dios. Debemos estar en sumisión a la voluntad de Dios de forma que estemos dispuestos a recibir cualquier respuesta a nuestras oraciones que Él escoja dar.

Según Mateo 6:10, deberíamos orar: Hágase tu voluntad.

En Mateo 26:39 Yeshúa mismo oró: pero no sea como yo quiero, sino como tú.

En 2 Corintios 12:8-9, Pablo mismo estaba dispuesto a estar sometido a la voluntad de Dios con respecto a la remoción de la espina.

Según 1 Juan 5:14, debemos orar de acuerdo con Su voluntad.

6. Obediencia

Un sexto prerrequisito es el de la obediencia. 

En 1 Juan 3:22, Juan escribió: …y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de é

La oración no es efectiva si ella misma no se alinea con el carácter de Dios. Al alinearnos nosotros mismos con el carácter de Dios, nos caracterizamos por la obediencia y Dios responderá nuestras oraciones debido a que obedecemos Sus mandamientos.

7. Vehemencia

El séptimo prerrequisito es el de la vehemencia. 

Lucas 24:44 declara: Y estando en agonía, oraba más intensamente.

El contexto es el de la agonía en el Getsemaní. Jesús oró tres veces y la agonía con la que oró mostró vehemencia.

En Hechos 12:5, leemos que: …la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él [por Pedro].

8. Permaneciendo en el Mesías

El octavo prerrequisito personal es el de permanecer en el Mesías. 

Esto significa estar en comunión con el Señor. 

Juan 15:7 declara: Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 

Juan 15:1-8, el contexto del verso 7, es la símil de la vid y los pámpanos. El pámpano produce lo que la vid ha determinado. Es la vid la que determina el fruto que la rama va a producir.  Si permanecemos en Él, si permanecemos en comunión con el Señor, pedimos todo lo que Él determine. En otras palabras, esto no es una promesa general de que recibimos todo lo que pedimos. Pero si nuestros deseos son Sus deseos, si el fruto que estamos produciendo es lo que la vid quiere que produzcamos, entonces nuestros deseos son Sus deseos. En ese sentido, por supuesto, Dios responderá la petición específica.

El significado de permanecer es “mantenerse”, mantenerse en contacto vital con alguien o con algo.  Es una palabra que significa “estar unido a”, “estar totalmente sometido a”, y “depender de”. Así pues, en el contexto, Yeshúa dijo: Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros.  

Luego en el verso 10, Él dice: Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor. De esta forma, la forma en que mostramos que estamos en comunión con el Señor es guardando Sus mandamientos.

Permanecer en el Mesías significa estar tan ajustados a Jesús como para tener una comunión ininterrumpida con Él. Un creyente está permaneciendo cuando decide concienzudamente depender de Yeshúa como condición para ser fructífero. Cuando Él dijo: mis palabras permanecen en vosotros (v. 7) y Yo en vosotros (v. 4), esto señala que Jesús también está en sumisión a Su Palabra (Santiago 1:22).

9. Perdón

El noveno prerrequisito es tener un espíritu perdonador. En Mateo 6:12, el contexto de la oración modelo, Yeshúa dijo que podemos pedir el perdón de nuestros pecados debido a que perdonamos a aquellos que pecan contra nosotros.

En Marcos 11:25, Jesús dijo: Y cuando estéis orando, perdonad.

En otras palabras, un espíritu perdonador es un prerrequisito vital para la vida de oración. Si tenemos un espíritu amargo, podríamos estar vocalizando oraciones, pero esas oraciones son irreales y, aun peor, no son escuchadas.

10. Arrepentimiento

El décimo prerrequisito de la oración es el arrepentimiento verdadero. Éste es el punto de Lucas 18:13-14 cuando el publicano oró: Dios, sé propicio a mí, pecador, él estaba expresando arrepentimiento verdadero. Simplemente confesar nuestros pecados sin arrepentimiento verdadero no es provechoso.

11. Rectitud y Piedad

El undécimo requisito de la oración es la rectitud y la santidad. 

Salmo 32:6 dice: Por esto orará a ti todo santo

Salmo 34:15: Los ojos de Jehová están sobre los justos, Y atentos sus oídos al clamor de ellos.

Salmo 145:19: Cumplirá el deseo de los que le temen; Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará.

Proverbios 15:8: …la oración de los rectos es su gozo.

1 Pedro 3:12: Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.

12. Osadía

El decimosegundo requisito de la oración es la audacia. Éste es el punto de Hebreos 4:16. Debemos acercarnos a Su trono confiadamente, a la luz del hecho de que tenemos un sumo sacerdote que puede compadecerse de nuestras debilidades (v. 15).

13. Fervor

El decimotercer prerrequisito personal para la oración es el fervor. Santiago 5:16 enseña: La súplica [oración ferviente]  del justo puede mucho.

B. La Confesión de Pecados

Necesitamos confesar nuestros pecados; necesitamos “borrar la pizarra” como parte de nuestra vida de oración.

Salmo 66:18 declara: Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado.

Podríamos estar vocalizando oraciones, pero si moramos en iniquidad, la oración no será respondida.

Proverbios 28:9 enseña: El que aparta su oído para no oír la ley,
Su oración también es abominable.

Isaías 59:1-2: …vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.

La confesión de pecados es un elemento importante como una condición subjetiva. Idealmente, deberíamos confesar nuestros pecados en cuanto nos percatemos de ellos. Pero hay dos tiempos límite que la Biblia proporciona. En primer lugar, Efesios 4:26 declara: …no se ponga el sol sobre vuestro enojo. Esto enseña que el pecado debería ser confesado a la caída de la noche. En segundo lugar, 1 Corintios 11:23-33 nos amonesta a examinarnos a nosotros mismos antes de que participemos de la Comunión. La confesión de pecados es vital para la vida de oración.

Así que cuando pequemos, necesitamos aplicar 1 Juan 1:9: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

C. Vigilancia

 Con vigilancia queremos decir un estado de alerta; el estado de preparación del cuerpo con la mente; alerta mental. Esto es enseñado por Mateo 26:41: Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

Yeshúa unió el vigilar con la oración.

El mismo punto es hecho en Marcos 14:38-39: Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras.

Después de informarles a los discípulos que necesitaban caracterizarse por la vigilancia, Él les mostró lo que la vigilancia era al irse otra vez para orar. La vigilancia enfatiza un estado de alerta porque, en este contexto, los discípulos estaban durmiendo cuando Jesús hizo estas declaraciones.

D. Fe

Debido a que la fe es tan importante, la discutiremos en relación con la oración en cuatro partes. 

1. Creencia

Primero, debemos creer. Por eso, Mateo 21:21-22 declara: si tuviereis fe, y no dudareis…todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

Tenga fe en Dios; porque el que no duda, sino que cree que lo que Dios dice se llevará a cabo, entonces lo tendrá. Todas las cosas por las que ore y pida, crea que las recibirá y las tendrá.

Efesios 3:12: en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él;

Santiago 1:6-8: Pero pida con fe, no dudando nada.

La  oración de un incrédulo no será respondida, porque alguien que duda es un hombre de doble ánimo.

Y, Santiago 5:15 habla de la oración respondida y la llama oración de fe.

Tan claramente, la Biblia enseña que debemos creer.

2. El Contenido de la Fe

En segundo lugar, necesitamos hacer una pregunta. ¿Qué es lo que necesitamos creer en conexión con la oración? Necesitamos creer tres cosas. Aquí es donde ejercitamos nuestra fe.

a. La Existencia de Dios

En primer lugar, debemos creer que Dios existe; es importante que creamos en la existencia de Dios. Hebreos 11:6 declara: Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

b.  La Habilidad de Dios para Escuchar Nuestras Oraciones

La segunda cosa que necesitamos creer es que Él es capaz de escuchar y responder la oración. Esto es resaltado un número de veces en el Libro de Salmos.

Salmo 4:1: ...oye mi oración.

Salmo 6:9: Jehová ha oído mi ruego…Ha recibido mi oración.

Salmo 17:1: …Escucha mi oración.

Salmo 39:12: Oye mi oración, oh Jehová…

Salmo 54:2: Oh Dios, oye mi oración…

Salmo 55:1: Escucha, oh Dios, mi oración,  Y no te escondas de mi súplica.

Salmo 61:1: ...A mi oración atiende.

Salmo 88:2: Llegue mi oración a tu presencia…

Salmo 102:1: Jehová, escucha mi oración…

Salmo 143:1: Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos…

Observe cuán frecuentemente en el Libro de Salmos el énfasis está en que Dios escucha la oración. El salmista, quien llega a Dios en estas oraciones, claramente creyó no sólo que Dios existía sino que era capaz de escuchar y, por lo tanto, capaz de responder sus oraciones.

c. La Disposición de Dios para Responder Nuestras Oraciones

La tercera cosa que necesitamos creer es que Dios está dispuesto a responder nuestras oraciones; que Él quiere responder nuestras oraciones.

Salmo 66:19 declara: …Atendió a la voz de mi súplica.

Salmo 66:20: Bendito sea Dios, Que no echó de sí mi oración…

Mateo 7:9-11: …¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (v. 11).

Hebreos 11:6: …[Dios] es galardonador de los que le buscan. 

Santiago 1:5-6: …pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente…

3. Las Promesas de Dios

En tercer lugar, la fe debe estar basada en las promesas de Dios. Filipenses 4:19 enfatiza las promesas de Dios, por tal razón oramos.

4. La Condición Subjetiva Prerrequisita de la Oración

En cuarto lugar, la fe es una condición subjetiva prerrequisita de la oración. Esto es resaltado en dos relatos en la Escritura.

a. Fe inadecuada

El primer relato concierne a los discípulos impotentes que fueron incapaces de echar fuera un demonio, que se encuentra en Mateo 17:19-20 y Lucas 9:37-42. A partir de estos dos pasajes, podemos sacar ocho deducciones. Primera, los discípulos tenían poca fe; es decir, muy poca para esta ocasión. Segunda, no es necesario tener gran fe dado que aun la cantidad medida por una semilla de mostaza hubiera sido suficiente. Tercera, es importante tener fe consistente. Cuarta, la semilla es una cosa pequeña, pero tiene la habilidad de brotar en plantas de flores. Del mismo modo, la fe es una pequeña cosa que tiene gran habilidad. Quinta, un poco de fe aplicada consistentemente puede convertirse en grandes logros. Sexta, la oración correcta es imposible sin fe, si fe no estamos orando correctamente (Santiago 1:6). Séptima, la deficiencia de fe volverá a la oración inefectiva. Y octava, este contexto de expulsar un demonio de mudez, requiere la oración de fe.

b. Fe adecuada

El segundo relato concierne a la higuera maldecida, que se encuentra en Mateo 21:18-22 y Marcos 11:20-24. El creyente debe creer continuamente que lo que está pidiendo está ocurriendo ahora mismo; la fe deberá ejercitarse continuamente. Esta declaración implica una nota de expectativa. Además, pedir es orar y orar es pedir. En griego, la acción del verbo “recibir” en realidad se lleva a cabo antes de la acción descrita en el verbo “creer”. Lo que esto significa gramaticalmente es: Siga creyendo que lo ha recibido, pidiendo con expectativa. Deberemos seguir creyendo mientras todavía estamos pidiendo sabiendo que Dios ya ha escuchado y contestado nuestra petición; quizás no en la forma en que queríamos que lo hiciera; quizás no la respuesta que queríamos, pero Él ha respondido y necesitamos creer eso.

c. El Orden

Esto plantea una pregunta teológica. ¿Cuál es el orden? ¿Es oración y fe o fe y oración? Marcos 11:22 enseña que no es fe en la fe ni es fe en su oración, sino que su fe es en Dios. Es imposible ejercitar la fe en la petición de oración de uno sin al mismo tiempo tener fe en Dios, de quien la respuesta vendrá. Así pues, la fe en Dios viene antes de cualquier oración.

E. De Acuerdo con la Voluntad de Dios

1. Los Principios

Hay cinco principios de orar de acuerdo con la voluntad de Dios. 

En primer lugar, Dios responderá positivamente cada oración que sea consistente con Sus propios propósitos y con nuestro mejor bien. En otras palabras, Dios dirá “sí” a cada oración que hagamos que sea consistente con Sus propios propósitos y para nuestro mejor bien. Si no es para nuestro mejor bien o si no es consistente con Sus propios propósitos, Dios dirá “no”. 

El segundo principio es que la voluntad de Dios es lo que Él se propone y planea. Así que si nuestra petición de oración es consistente con Sus propósitos y planes, Él dirá “sí”. Si son inconsistentes, entonces Él dirá “no”.

El tercer principio es que Dios se obliga a Sí mismo a responder cada oración que surja dentro del ámbito de Su voluntad.

El cuarto principio es que la oración es un medio de alinear nuestros deseos con la voluntad de Dios. Es el medio por el cual nos volvemos más sensitivos a la voluntad de Dios y, por lo tanto, alineamos nuestros propios deseos con la voluntad de Dios.

El quinto principio es que cuando la voluntad de Dios es clara, podemos pedir con plena confianza.

2. Las Escrituras

Hay ocho pasajes específicos donde estos principios se encuentran.

a. Mateo 21:21-22

El primero es Mateo 21:21-22. El verso 21 declara: …si tuviereis fe, y no dudareis, …será hecho.

La fe verdadera alinea los deseos personales con la voluntad de Dios y tales peticiones están garantizadas. Cada vez que pedimos algo que está alineado con Su voluntad, entonces las respuestas positivas están garantizadas. En la Escritura, una petición con frecuencia estaba basada en las promesas de Dios y, donde una promesa es hecha, hay una respuesta garantizada a la oración. Pero si Dios no ha hecho una promesa en una categoría específica, no hay garantía de que Él responderá a la oración positivamente.

El verso 22 declara: Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

El “creyendo” del versículo 22 es la fe del verso 21 y el “todo” del verso 22 son los deseos personales que están alineados con la voluntad de Dios.

b. Mateo 26:39 y 42

El segundo pasaje es Mateo 26:39 y 42 con un relato paralelo en Lucas 22:42, que registra la oración y la respuesta. Primero está la oración. La petición era: …pase de mí esta copa… La condición era: …no sea como yo quiero, sino como tú. Luego vino la respuesta. Esta petición no estaba de acuerdo con la voluntad de Dios. El resultado fue que la petición fue negada. Dios el Padre respondió la oración de Yeshúa, pero no lo hizo en la forma en que Yeshúa quería debido a que ella misma no se alineaba con Su voluntad, con Su plan o con Sus propósitos.

c. Marcos 11:22-24

El tercer pasaje es Marcos 11:22-24. El verso 22 nos amonesta: …Tened fe en Dios.

La fe es el medio para recibir respuestas a nuestra oración. La fe verdadera siempre alinea los deseos personales con la voluntad de Dios.

Por eso el verso 23 añade: …cualquiera que…no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.

Negativamente, uno debería no dudar, no dudar en lo que Dios ha prometido porque no debería haber duda acerca de lo que Dios ha prometido. Podemos tener dudas acerca de si algo es la voluntad de Dios cuando Dios no haya hablado específicamente o hecho una promesa específica. Pero en aquellas cosas que Dios ha prometido, no debería haber ninguna duda. Tales oraciones tienen respuestas garantizadas.

No dudar es lo negativo, pero creer es lo positivo. Si Dios lo ha prometido, cuando oremos, debemos creer que Dios lo hará, y el resultado es que lo recibiremos. En Santiago 1:5, por ejemplo, Dios hizo una promesa: que aquellos que oren por sabiduría la obtendrán. Así que cuando nos acercamos a Dios y le pedimos sabiduría, necesitamos creer que Dios nos la dará porque esto es una promesa. Cuando nuestras oraciones están basadas en una promesa clara de Dios, tenemos una respuesta garantizada. 

El verso 24 procede a declarar: Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

Si la petición está en alineación con la voluntad de Dios, entonces, después de orar, uno debe creer con toda confianza que recibirá. Si cree con plena confianza, recibirá, porque es una promesa que Dios ha hecho.

d. Juan 14:13-14

El cuarto pasaje es Juan 14:13-14: Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

Una vez más, el “todo lo que” en este versículo está limitado a aquello que traerá la gloria a Dios. Si algo no le traerá gloria a Dios, Él podría no responder positivamente. Pero si le traerá gloria a Dios, Él responderá. Si un “no” como respuesta le dará a Dios la mayor gloria, que así sea. Dios puede ser glorificado con un “sí” como respuesta, o Él podría ser glorificado con un “no” como respuesta. Cualquiera sea la forma en la que Dios es glorificado, ésa es la forma en la que Él va a responder la oración.

Un buen ejemplo de esto es el aguijón en la carne de Pablo de 2 Corintios 12:7-10. ¿Iba Dios a recibir la mayor gloria con un sí o con un no como respuesta? El contexto indica que si Dios daba un sí como respuesta, era muy probable que Pablo hubiera recibido la gloria en vez de Dios. Al rechazar la petición que Pablo hizo, la respuesta negativa le dio a Dios la mayor gloria, ya que Pablo iba a tener que aprender cómo ser suficiente en la gracia de Dios. Así que en este caso, una respuesta negativa le dio a Dios la mayor gloria.

e. Juan 15:7

El quinto pasaje es Juan 15:7: Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.

El contexto de este verso es el de “permanecer en el Mesías”, que significa “estar en comunión con Él”. El tema en este contexto no es la salvación, sino el dar frutos. Así que si alguno está permaneciendo en el Mesías, no estará pidiendo nada fuera de la voluntad de Dios. Si estamos en comunión con Dios, no pediremos cosas fuera de Su voluntad. La declaración “todo lo que queréis” en este versículo está limitada por el contexto, el cual está hablando de dar frutos. Lo que sea que pida en el ámbito de dar frutos, Dios responderá porque dar frutos es parte de la voluntad revelada de Dios. Es algo que Él quiere ver en cada creyente. Toda oración en este sentido definitivamente será respondida.

f. Juan 15:16

El sexto pasaje es Juan 15:16: …para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.

El contexto aquí también es el de producir frutos y la oración aquí es la oración asociada con la productividad. La frase “todo lo que pidiereis” está limitada en este contexto a producir frutos. Dado que producir frutos es parte de la voluntad revelada de Dios, Dios responderá toda oración en este sentido. Así que lo que fue enseñado por Juan 15:7 también es enseñado por Juan 15:16. Los creyentes fueron escogidos por Dios por dos razones: primera, para que vayáis [fuera] y llevéis fruto; y segunda, que todo lo que [ellos] pidan, Él responderá. En este contexto, Él responderá sus oraciones para que puedan ser fructíferos. Creyentes que producen frutos es definitivamente parte de la voluntad de Dios. 

g. Juan 16:23-24

El séptimo pasaje es Juan 16:23-24: …todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.

Esto no es un “cheque en blanco” de que cualquier cosa que pida Dios se la dará, sin importar nada. El contexto tiene que ver con gozo y tristeza (v. 22). El gozo del creyente es una parte importante de la voluntad revelada de Dios. Dado que tal oración está dentro del dominio de la voluntad de Dios, la petición será respondida. Así que si pedimos gozo en el ámbito de nuestra salvación, lo obtendremos. Si pedimos gozo al vivir la vida espiritual, lo obtendremos. Dios desea responder este tipo de oraciones.

h. 1 Juan 5:14-15

El octavo pasaje es 1 Juan 5:14-15: …si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.

Éste es un principio absoluto. Cualquier cosa que pidamos de acuerdo con Su voluntad, Él nos escuchará. La frase alguna cosa de los pasajes anteriores está limitada por este pasaje a conforme a Su voluntad. Así que alguna cosa conforme a Su voluntad, será otorgada. Alguna cosa no conforme a Su voluntad, será negada. Ésa es la razón por la que es tan importante permanecer en comunión con el Señor. Ésa es la razón por la que es importante que nos demos cuenta de que permanecemos en las promesas de Dios; ésa es la razón por la que es importante entender que estas promesas están limitadas por condiciones específicas. La condición aquí es: conforme a Su voluntad. 

Luego el verso 15 declara: Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

Una vez más, la frase cualquiera cosa y las peticiones que le hayamos del verso 15 están limitadas por el verso 14: necesitan ser oradas de acuerdo con la voluntad de Dios. Si están conforme a la voluntad de Dios entonces, sí, las tenemos. Dios responderá las oraciones que estén conformes con Su voluntad. 

Estos ocho pasajes proveen los principios de la oración discutidos anteriormente. Dios responderá positivamente toda oración que sea consistente con Sus propios propósitos y que sean para nuestro mejor bien. La voluntad de Dios es lo que Él se propone y lo que planea, así que si pedimos de acuerdo con Su plan y propósito, la respuesta es “sí”, pero si no, la respuesta será “no”. Dios se obliga a Sí mismo a responder toda oración que esté dentro del ámbito de Su voluntad. La comunión es un medio de alinear nuestros deseos con la voluntad de Dios. Cuando la voluntad de Dios es clara o cuando tenemos una promesa clara de parte de Dios, podemos orar confiadamente de que la oración va a ser respondida.


Artículos relacionados:

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (www.endefensadelafe.org)

Original article:
Share/Bookmark