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jueves, 6 de julio de 2023

La Divinidad de Jesús (pdf)

¿Mito o Realidad?

Un Estudio Bíblico por el Dr. David R. Reagan


Fragmento:

Ésta es la edición más importante de nuestra serie Insights (Percepciones) que alguna vez hayamos publicado. Eso se debe al tema. 

Este ministerio fue llamado a existir para proclamar el pronto regreso de Jesús. Ese mensaje es crítico porque las señales de los tiempos apuntan al inminente regreso del Señor. Pero, tan importante como es, no es tan importante como el mensaje de que Jesús es Dios en la carne y que Su sacrificio en la Cruz hizo posible que la humanidad se reconciliara con Dios el Padre.

La identidad de Jesús es tan importante que decidimos ampliar esta edición de las 12 páginas habituales a 16, para que podamos cubrir el tema en profundidad.  Espero y oro que será bendecido, iluminado y espiritualmente enriquecido. Yo ciertamente lo fui mientras hacía toda la investigación necesaria para producir el resumen bíblico de las Escrituras que encontrará en el artículo principal.

Nota: Este material exclusivo está disponible en formato pdf para los colaboradores de este ministerio. Ellos lo recibirán directamente en su casilla de correo electrónico. 

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martes, 18 de abril de 2023

Libro: Jesús: El Cordero y el León – Epílogo

Epílogo

Por Dr. David R. Reagan

Haga clic sobre la imagen para ir al Índice 

Uno de mis lugares favoritos en Tierra Santa es el sitio llamado la Tumba del Jardín. Está ubicado en Jerusalén, a sólo un par de cuadras al norte de la Puerta de Damasco. 

A menudo se le conoce como “el sitio protestante” de la crucifixión y sepultura del Señor. Esto se debe a que la Iglesia del Santo Sepulcro, una iglesia católica, se encuentra en el sitio más tradicional que se encuentra dentro de las murallas de la Ciudad Vieja. 

La Tumba de Jesús 

La Tumba del Jardín también se llama a veces “Calvario de Gordon”, porque el sitio fue descubierto por un general del ejército británico llamado Gordon. 

Si la Tumba del Jardín es o no el sitio auténtico de la muerte y sepultura de Jesús es realmente irrelevante. Todos están de acuerdo en que captura la esencia del sitio tal como se describe en los Evangelios. Se encuentra junto a una colina escarpada en la que se puede ver el contorno de una calavera. El jardín contiene una tumba del primer siglo que está cincelada en roca sólida, y tiene un abrevadero en el frente para que una piedra rodante la selle. 

La simplicidad de la tumba y la belleza del jardín son simplemente abrumadoras. Es asombroso sentarse allí y contemplar el hecho de que el Hijo de Dios fue enterrado en un lugar como éste. Trae a la mente las palabras de Pablo en Filipenses 2:6-7, donde escribió estas palabras acerca de Jesús: “…el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo”. 

La Tumba de Napoleón 

Hace varios años, en nuestro camino a casa desde Israel, nuestro grupo de peregrinación se detuvo durante tres días en París. Uno de los sitios más notables que visitamos allí fue la tumba de Napoleón.

La tumba de Napoleón es el epítome del esplendor. Está ubicada en la parte trasera de una catedral, debajo de una colosal cúpula chapada en oro. Al entrar en la habitación, todo lo que ve al principio es una barandilla circular que rodea un agujero en el piso que tiene unos treinta metros de ancho. Debes inclinarte sobre la barandilla y mirar hacia abajo para ver la tumba real. Se encuentra un piso más abajo, dentro de un majestuoso sarcófago tallado en una rara piedra de color marrón oscuro. Mientras nuestro grupo estaba de pie en la barandilla mirando la tumba, la primera respuesta pronunciada por alguien fue humorística: “¡Guau! ¡Este tipo realmente tenía complejo de Napoleón!”. 

Pero el humor rápidamente se desvaneció de mis pensamientos, porque el Señor comenzó a grabar en mi corazón el contraste entre las tumbas de Napoleón y Jesús. Y mientras meditaba en las tumbas, comencé a pensar en las diferencias en las vidas. 

Un hombre entregó la gloria del cielo para convertirse en un siervo sufriente. Se acercó a las personas con amor y compasión, alimentándolas y sanándolas. Cuando le exigieron que se convirtiera en su rey, rechazó la oferta y eligió dar Su vida por sus pecados. Fue enterrado en una tumba prestada. 

El otro hombre pasó de la pobreza a la riqueza. En el proceso, manipuló a las personas y las usó como carne de cañón. Su megalomanía lo llevó a coronarse emperador. Millones murieron por él o por su culpa. Especificó que su gloriosa tumba debía diseñarse de tal manera que requiriera que la gente se inclinara ante ella (¡lo cual debes hacer mientras te inclinas sobre la barandilla para mirarla!).

Cuando se le pidió a Jesús de Nazaret que definiera la guía fundamental para la vida, dijo: “Debes amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, mente y alma”. Uno de los contemporáneos de Napoleón escribió que cuando el emperador entraba en una habitación todos podían ver escritas en su rostro las palabras: “No tendrás otro dios más que a mí”. 

¡Qué contraste en vidas! ¡Cómo ese contraste se refleja en las respectivas tumbas! 

La Visión del Mundo 

¿Qué hombre es honrado por el mundo? ¿El emperador autocoronado o el sirvo sufriente? La respuesta, por supuesto, es el arrogante que codiciaba el poder. Su nombre es sinónimo de esplendor y majestuosidad. El otro hombre, el que eligió el camino del amor sacrificial y la humildad, es despreciado por el mundo. Su nombre es una mala palabra. 

Y así es que, mientras estaba de pie ante la tumba de Napoleón, llegué a una comprensión más completa de lo que la Escritura quiere decir cuando dice: “No améis al mundo, ni las cosas  que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Juan 2:15). 

¿Y usted? ¿A quién admira? ¿Son sus héroes la gente del mundo como Donald Trump, Madonna y Nelson Mandela? ¿Ama al mundo o ama al Señor? 

Una última reflexión. Hay muchos contrastes entre las tumbas de Napoleón y Jesús, pero el más significativo, el que hace toda la diferencia, es que la tumba de Jesús está vacía. ¡Alabado sea Dios!

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 14 (parte 2 de 2)

Viviendo para Jesús en los Tiempos del Fin

Por Dr. David R. Reagan

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5) Dependa del Espíritu Santo

La mayoría de los cristianos profesantes parecen tener miedo del Espíritu Santo. Esto generalmente se debe a una falta de conocimiento con respecto al Espíritu. Por ejemplo, hay una tendencia a desestimar al Espíritu Santo como alguna clase de fuerza impersonal — como “La Fuerza” en Las Guerras de las Galaxias.

Necesitamos entender que el Espíritu Santo es una persona. Él es la presencia sobrenatural de Dios en el mundo hoy. Realiza un doble papel. Para el incrédulo, Él es el Evangelista de Dios. Él es quien obra en los corazones humanos para llevarlos a la Cruz en arrepentimiento. Nadie es salvado sin el testimonio del Espíritu (Juan 6:44, 65).

Con respecto al creyente, el Espíritu Santo es la presencia de Dios que mora en nosotros para proporcionarnos poder y guía. Él es nuestro Facilitador. Es también el Alfarero de Dios, ya una de sus responsabilidades básicas es moldear cada día a los creyentes más plenamente en la imagen de Jesús (2 Corintios 3:17:18).

Una de las ironías de la vida cristiana es que no podemos servir a Dios con nuestro propio poder. Más bien, la única forma en la que podemos servir efectivamente al Señor es dependiendo del poder de Su Espíritu Santo, que reside dentro de nosotros. Es posible apagar y contristar al Espíritu (1 Tesalonicenses 5:19; Efesios 4:30).

La Palabra nos llama a ser llenos del Espíritu (Efesios 5:18). Esto sólo puede suceder si estamos dispuestos a liberar al Espíritu para que se convierta en el Señor de nuestras vidas. La mayoría de nosotros nos contentamos con dejar que el Espíritu sea un residente en nuestras vidas. Él no quiere ser simplemente un residente; quiere ser el Presidente.

¿Es ése el caso en su vida? ¿Está el Espíritu Santo en el trono de su vida? ¿O está siendo tratado como un invitado no deseado? No hay forma de que pueda resistir las presiones de la sociedad de los tiempos del fin sin depender diariamente del poder del Espíritu de Dios.

6) Practique una Fe Tenaz

La fe viene fácil cuando todo está yendo sin problemas. Cuando hay buena salud y prosperidad, es fácil alabar al Señor. La prueba de la fe llega cuando todas las circunstancias de la vida se vuelven amargas.

Dios no les ha prometido a los creyentes un jardín de rosas. Vivimos en un mundo caído. La lluvia cae sobre justos e injustos. Los malvados prosperan. La justicia rara vez prevalece.

Es fácil para los justos desanimarse. Esto requiere la práctica de una fe tenaz — el tipo de fe que no depende de las circunstancias. Es el tipo de fe que resiste cuando las cosas se ponen duras, debido a la creencia segura de que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).

Dios nunca promete que los creyentes serán inmunes al sufrimiento. Lo que sí promete es que estará allí para atravesar las pruebas con nosotros. Promete estará nuestro lado cuando “pasemos por las aguas” y “pasemos por el fuego” (Isaías 43:2). Y Él declara que estará ahí cuando “andemos en valle de sombra de muerte” (Salmos 23:4).

¿Cuál es la calidad de su fe? Cuando la vida se vuelve amarga, ¿se vuelve a Dios o lo cuestiona o incluso lo maldice? Una de las claves para mantenerse firme es aprender las promesas de la Palabra de Dios (como Filipenses 4:6-7, 11-13, 19) y comenzar a reclamarlas en oración cuando nos enfrentemos a los desafíos de la vida.

7) Mantenga una Perspectiva Eterna

Debemos estar en el mundo, pero no ser del mundo (Juan 17:11, 16). Ése es un principio difícil de seguir. Constituye una lucha diaria.

Es muy fácil apartar la vista del Señor y enfocarnos en cambio en el mundo en el que vivimos. Las exigencias diarias son muy apremiantes. Y una de las mayores esas exigencias es que nos amoldemos al mundo — al lenguaje, la vestimenta, el entretenimiento y a los valores del mundo.

Es por eso que somos exhortados constantemente en las Escrituras a considerarnos como “peregrinos, exiliados y extranjeros”, que están de paso en este mundo (Hebreos 11:13 y 1 Pedro 2:11). Se nos dice que debemos “poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:2). Y se nos advierte que nunca nos enamoremos del mundo ni que nos sintamos cómodos con él (Romanos 12:2 y 1 Juan 2:15-16). De hecho, Jesús dijo que debemos “aborrecer nuestra vida en este mundo” (Juan. 12:25), y Su hermano, Santiago, dijo, “la amistad con el mundo es enemistad contra Dios” (Santiago 4:4).

¿Qué significa aborrecer al mundo? Significa que debemos aborrecer el malvado sistema mundial que prevalece en la sociedad. Debemos aborrecer un sistema que glorifica la violencia y la inmoralidad y que deprecia el valor de la vida.

Como C.S. Lewis dijo una vez: “Debemos vivir como comandos detrás de las líneas enemigas, preparando el camino para la llegada del Comandante en Jefe”. En otras palabras, debemos vivir anhelando el día en que Jesús irrumpirá de los cielos para traer la paz, la rectitud y la justicia a la tierra.

8) Aguarde a Jesús

Esto nos lleva a la directriz final que me gustaría enfatizar con respecto a cómo vivir para Jesús en los tiempos del fin. La Biblia nos dice rotundamente que debemos vivir “aguardando a Jesús” (Tito 2:13).

La mayoría de los cristianos están tan atrapados en el mundo, que viven pensando en cualquier cosa, menos en el regreso de Jesús. Ésta es una situación triste, porque el regreso de Jesús es nuestra “esperanza bienaventurada” (Tito 2:13). Y Su regreso es inminente.

Otro problema es que la mayoría de los cristianos conocen tan poco acerca de la profecía bíblica, que no pueden emocionarse con el regreso del Señor. ¿Cómo puede emocionarse con un evento del que no sabe nada? La ignorancia produce apatía.

Y la apatía por el regreso del Señor tiene consecuencias trágicas. Nos roba una perspectiva eterna y destruye cualquier sentido de urgencia acerca de alcanzar a las almas perdidas. También socava un poderoso motivador para vivir en santidad.

Verá, cuando una persona llega a creer verdaderamente que Jesús va a regresar y que puede regresar en cualquier momento, esa persona estará motivada a la santidad y el evangelismo. Con respecto a la santidad, el apóstol Juan lo dijo de esta manera: “Sabemos que cuando Él se manifieste [el Rapto], seremos semejantes a Él [glorificados]…Y todo aquel que tiene esta esperanza en Él, se purifica a sí mismo, así como Él es puro” (1 Juan 3:2-3).

Con respecto al evangelismo, Pedro escribe que la única razón por la que Jesús aún no ha regresado es porque Dios “es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).

Un Espejo Espiritual

Pablo nos proporciona un espejo espiritual para la conducta en los tiempos del fin. Dice que debemos “renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y vivir en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:12-13)

Cuando se mira en este espejo, ¿qué ve?

  • ¿Está caminando en el centro de la voluntad de Dios?
  • ¿Ha ordenado sus prioridades para poner a Dios en primer lugar?
  • ¿Está permaneciendo en la Palabra de Dios, probando todo por medio de ella?
  • ¿Cree en un Dios personal, bondadoso y todopoderoso que escucha y responde las oraciones y que aún hace milagros?
  • ¿Está dependiendo diariamente del poder del Espíritu Santo?
  • ¿Está practicando una fe tenaz, negándose a permitir que las calamidades de la vida le abrumen?
  • ¿Está manteniendo una perspectiva eterna, negándose a sentirse cómodo con este mundo?
  • ¿Está aguardando a Jesús diariamente?
  • ¿Está el Rapto en su corazón?
  • ¿Está la palabra “Maranata” en sus labios?

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Recurso recomendado:

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lunes, 17 de abril de 2023

Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 14 (parte 1 de 2)

Viviendo para Jesús en los Tiempos del Fin

Por Dr. David R. Reagan

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La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne. — Romanos 13:12-14

La Biblia enseña claramente que la sociedad se degenerará en los tiempos del fin, llegando a ser tan mala como lo fue en los días de Noé (Mateo 24:37-39). El apóstol Pablo, hablando como un profeta, dice que la sociedad descenderá a un hoyo negro de inmoralidad, violencia y paganismo (2 Timoteo 3:1-5). Afirma que los hombres serán “amadores de sí mismos, amadores del dinero . . .y amadores de los deleites”. Las personas serán “vanagloriosas, soberbias . . .e impías” y los hijos serán “desobedientes a los padres”.

Suena como el noticiero de la noche, ¿no es así? En resumen, hemos llegado allí. 

Señales de Persecución Venidera

Deberíamos estar profundamente preocupados por estos acontecimientos, no sólo porque estamos siendo testigos de la destrucción de nuestro amado Estados Unidos, sino porque tanto Jesús como Pablo profetizaron que, cuando estas cosas ocurriesen, la Iglesia será atacada y los cristianos individuales serán perseguidos.

Jesús dijo que, a medida que la maldad aumenta, “el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12). Declaró que, en esta atmósfera hostil, muchos cristianos profesantes “apostatarán” y procederán a cooperar en la persecución de sus antiguos hermanos y hermanas en Cristo (Mateo 24:10). Pablo indica la misma cosa cuando dice que las personas serán “aborrecedores de lo bueno” y que serán, por lo tanto, “implacables” e “impetuosos”, ultrajando a aquellos que defienden la justicia (2 Timoteo. 3:2-4).

Estamos viendo que hoy estas profecías se están haciendo realidad ante nuestros propios ojos, tanto aquí en Estados Unidos como en todo el mundo. A medida que nuestra cultura se ha secularizado y paganizado, el cristianismo, la Iglesia y los cristianos han sido atacados cada vez más como “fanáticos intolerantes”. Los ataques se van a intensificar, y va a ser cada vez más difícil para los cristianos defender la justicia. Se perderán puestos de trabajo. Las carreras profesionales serán destruidas. Los cristianos incluso serán enviados a prisión por hablar en contra de males como la homosexualidad, porque tales pronunciamientos serán etiquetados como “crímenes de odio”.

¿Qué vamos a hacer entonces aquellos de nosotros que amamos a Jesús mientras enfrentamos una creciente ola de ridículo, hostigamiento y persecución por nuestra fe? ¿Cómo debemos vivir para Cristo en los tiempos del fin? Permítame sugerir algunas pautas.1

1) Ordene Sus Prioridades

El punto de partida es revisar sus prioridades y asegurarse de que Dios es la primera en su vida. Sea honesto consigo mismo. No juegue. No se engañe a sí mismo.

La mayoría de los cristianos han permitido que sus prioridades se mezclen mucho. Por lo general, el trabajo o la carrera son la prioridad número uno; la familia es la segunda; y Dios es la tercera o incluso la cuarta, detrás de una obsesión con los deportes o algo similar.

Hágase esta pregunta: Si Dios fuera a darle una oportunidad para hacerle una petición, ¿cuál sería? ¿Le pediría dinero? ¿Poder? ¿Fama? ¿Éxito?

Salomón pidió sabiduría, pero David pidió algo diez mil veces más profundo – pidió intimidad con Dios (Salmos 27:4). Y, debido a que puso a Dios en primer lugar, declara en el Salmo 27 que no temía a la vida (versículo 1) o a la muerte (versículo 13). Ésa es también la razón por la cual es recordado como el “varón conforme al corazón de Dios” (Hechos 13:22).

2) Permanezca en la Palabra

La Biblia dice que los tiempos del fin serán una era de engaño (Mateo 24:24; 1 Timoteo 4:1; 2 Timoteo 4:3-4). En cumplimiento de esa profecía, hoy estamos siendo bombardeados con falsos, pero seductores, sistemas religiosos ofrecidos por las sectas cristianas, las religiones orientales y el Movimiento de la Nueva Era.

La mayoría de los cristianos profesantes son presa fácil del engaño espiritual, debido a que el cristiano promedio no está seguro de lo que cree. E incluso cuando es capaz de articular una creencia, por lo general no sabe por qué la cree. El resultado es que un Testigo de Jehová puede convertir a un cristiano promedio en un pretzel teológico en dos minutos.

Cualquiera puede ser engañado. Si desea protegerse contra el engaño, debe profundizar en la Palabra y permanecer en ella diariamente. Además, debe probar todo por la Palabra (1 Juan 4:1). Para los católicos, esto significa descartar doctrinas como el purgatorio, que no tienen base alguna en la Palabra. Para los protestantes, significa estar alertas a la distorsión de las Escrituras, o a la manipulación de versículos fuera de su contexto. En cada doctrina, la Biblia debe ser investigada desde Génesis hasta Apocalipsis, para ver lo que se dice sobre el tema en particular.

3) Crea en el Poder de Dios

Estoy convencido que la mayoría de los cristianos profesantes son deístas. Un deísta es una persona que cree en un dios impersonal que nunca interviene en los asuntos humanos. Según el deísmo, se supone que debemos salir adelante con nuestra razón dada por Dios, nuestros talentos y la sabiduría de las Escrituras. En cuanto al deísta se refiere, a fines del siglo primero, Dios se retiró, lo sobrenatural cesó y la era de los milagros llegó a su fin.

Pero las Escrituras hebreas enseñan que Dios nunca cambia (Malaquías 3:6). Y el Nuevo Testamento declara específicamente que “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8).

No hay forma de que podamos hacer frente a la maldad de la sociedad del tiempo del fin con nuestras propias fuerzas. Cualquiera que intente hacerlo será derrotado. Nuestra única esperanza es volvernos a un Dios que está vivo y bien, que aún está en el trono, que escucha y responde las oraciones y que todavía hace milagros.

Debemos darnos cuenta de que la Biblia enseña que podemos limitar a Dios por nuestra incredulidad. Ésta es una gran paradoja. Piénselo: Aunque Dios es todopoderoso (Lucas 1:37), nosotros, que somos impotentes en comparación, podemos, no obstante, limitar Su poder por nuestra incredulidad (Marcos 6:1-6). Eso es debido a que Dios es un caballero. Él no se impone a Sí mismo sobre nosotros. Si queremos tratar de arreglárnoslas solos, Él nos permitirá hacerlo. Él responde cuando nos acercamos a Él con fe (Santiago 1:6).

4) Persista en la Oración

Una de las mayores bendiciones que Dios les ha dado a los creyentes es la comunicación sobrenatural. Dios se preocupa por nosotros personalmente (1 Pedro 5:7), y desea comunicarse con nosotros (Santiago. 4:8). Debido a que nos ama, Él desea fervientemente nuestra comunión (Juan 4:23).

La tragedia es que la mayoría de los cristianos profesantes parecen estar inclinados a acudir a la oración como un último recurso — sólo cuando todo lo demás ha fallado y la situación se ha vuelto desesperada. Parte de esta renuencia a buscar a Dios en oración se debe al orgullo, y por eso las Escrituras nos exhortan continuamente a humillarnos (1 Pedro 5:6). Otros no dependen de la oración debido a su incredulidad. Piensan que a Dios no le importa, o piensan que ya no está activo en la historia.

Pero la Biblia dice que “no tenemos porque no pedimos” (Santiago 4:2). ¿Cuántas bendiciones de Dios ha dejado sobre la mesa debido a que trató de manejar sus problemas por usted mismo? La Biblia también dice que “la oración del justo puede mucho” (Santiago 5:16). ¿Interpreta esto en el sentido de que el poder de sus oraciones depende de su rectitud? Eso no es lo que significa. Si verdaderamente ha nacido de nuevo, entonces es una persona justa, porque está vestida con la justicia de Jesús (Isaías 61:10).

Lea la parte 2 aquí 

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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sábado, 15 de abril de 2023

Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 10 (parte 2 de 2)

La Muerte de Jesús en la Profecía

Por Dr. David R. Reagan

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El Sufrimiento Físico se Intensifica

En el versículo 14, el salmista comienza a describir el sufrimiento físico del Mesías con detalles sangrientos:

14 He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas.

15 Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte.

Sus huesos están descoyuntados. Está sufriendo de sed extrema. Su corazón está estresado hasta el punto de estallar. La muerte se cierne sobre Él.

Así es como el Evangelio de Marcos describe el sufrimiento físico de Jesús (Marcos 15:15-17,19):

15 . . . [Pilato] entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado.

16 Entonces los soldados le llevaron . . .

17 Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas . . .

19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían . . .

Juan, en su evangelio, agrega que Jesús padeció sed extrema mientras estaba colgado en la cruz, y cuando clamó: “Tengo sed”. Los soldados se burlaron de Él poniendo una esponja en Su boca que estaba llena de vinagre (Juan 19:28-29).

El Método de Ejecución

Cuando llegamos al versículo 16 del Salmo 22, nos encontramos con una de las profecías más notables de las Escrituras hebreas:

16 Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies.

Tenga en cuenta que estas palabras fueron escritas 1,000 años antes del nacimiento de Jesús. Eso significa que también fueron escritas 700 años antes de que los romanos refinaran la crucifixión como método de ejecución. Sin embargo, por inspiración del Espíritu Santo, ¡David profetizó que el Mesías moriría al tener Sus manos y pies traspasados!

El método judío de ejecución en el momento en que David escribió el salmo era la lapidación. Esto todavía era cierto mil años después, cuando Jesús vivió. Pero los judíos habían perdido el poder de implementar la pena capital bajo el dominio romano, por lo que entregaron a Jesús a las autoridades romanas cuando decidieron que debía ser ejecutado.

Las cuatro historias de los evangelios registran la ejecución de Jesús por crucifixión. El Evangelio de Marcos lo describe sucintamente de la siguiente manera (Marcos 15:22,24):

22 Y le llevaron a un lugar llamado Gólgota, que traducido es: Lugar de la Calavera. 

24 Cuando le hubieron crucificado . . .

Un Comentario Final Sobre el Sufrimiento

El profeta concluye sus observaciones sobre el sufrimiento del Mesías en los versículos 17 y 18:

17 Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan.

18 Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.

Todas las costillas del Mesías quedan al descubierto, mientras jadea por aire mientras cuelga del madero de ejecución. Y el sufrimiento emocional continúa, ya que nadie muestra compasión. En cambio, mientras Su vida se desvanece, ¡aquellos que llevan a cabo la crueldad pasan el tiempo apostando por Su ropa!

Mateo describe el cumplimiento de esta profecía de esta manera (Mateo 27:35):

35 Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes … 

Una Oración Final

En los versículos 19-21 del Salmo 22, el salmista registra una oración final pronunciada por el Mesías. Es una súplica para ser librado de Satanás:

19 Mas tú, Jehová, no te alejes; fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.

20 Libra de la espada mi alma, del poder del perro mi vida.

21 Sálvame de la boca del león, y líbrame de los cuernos de los búfalos.

Ninguno de los Evangelios registra a Jesús pronunciando tal oración en la Cruz, pero sin duda, debe haberlo hecho, tal vez en silencio o en un susurro.

En la oración, el Mesías afirma que Dios Padre está cerca de Él, aunque parezca distante, porque no puede tolerar el pecado que el Mesías debe llevar. Termina la oración pidiendo ser librado de Satanás (el león) y sus hordas demoníacas (los bueyes salvajes).

El Milagro Más Grande la Historia

Entre los versículos 21 y 22 del Salmo 22 ocurre el milagro más grande de la historia: La resurrección del Mesías. El evento no se menciona específicamente, pero ciertamente se infiere. El versículo 21 termina con una oración pidiendo ser librado del ataque de Satanás. El versículo 22 comienza con un cántico de celebración, agradeciendo a Dios por responder la oración:

22 Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré.

23 Los que teméis a Jehová, alabadle; glorificadle, descendencia toda de Jacob, y temedle vosotros, descendencia toda de Israel.

24 Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó.

25 De ti será mi alabanza en la gran congregación; mis votos pagaré delante de los que le temen.

La profecía más directa concerniente a la Resurrección en el Antiguo Testamento se encuentra en el Salmo 16:10 donde David escribió: “Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción”.

En el Nuevo Testamento, Jesús repetidamente les dijo a Sus discípulos que lo matarían y resucitaría. Fue una de Sus profecías más frecuentes. Por ejemplo, en Mateo 17:22-23 se le cita diciendo: “El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas al tercer día resucitará…”.

Lucas registra el cumplimiento de estas profecías de resurrección de la siguiente manera (Lucas 24:1-7):

1 El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. 

2 Y hallaron removida la piedra del sepulcro; 

3 y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. 

4 Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; 

5 y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? 

6 No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, 

7 diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.

Las Bendiciones de la Pasión

Los últimos seis versículos del Salmo 22 nos dan un resumen de las gloriosas consecuencias de la Cruz. La primera es la salvación para todos los que ponen su fe y confianza en Jesús como su Señor y Salvador:

26 Comerán los humildes, y serán saciados; alabarán a Jehová los que le buscan; vivirá vuestro corazón para siempre.

El apóstol Pedro resume el significado de este versículo en 1 Pedro 2:24: “quien llevó él mismo [Jesús] nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”.

La segunda consecuencia de la Cruz que se menciona en el Salmo 22 es que la obediencia de Jesús, al someterse a la humillación de la Cruz, resultará en Su glorificación ante todas las naciones de la tierra, cuando regrese para reinar sobre el mundo:

27 Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti.

28 Porque de Jehová es el reino, y él regirá las naciones.

Cuando comience ese glorioso reinado, todos los redimidos serán prosperados, mientras que aquellos que son condenados por su incredulidad se inclinarán ante Él y lo confesarán como Rey de reyes y Señor de señores antes de ser consignados al infierno:

Comerán y adorarán todos los poderosos de la tierra; se postrarán delante de él todos los que descienden al polvo, aun el que no puede conservar la vida a su propia alma.

Isaías declara que “toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará” que Jesucristo es el Señor. Esto se afirma en Romanos 14:11 y Filipenses 2:10-11.

Piénselo: Llegará un día en que Hitler y Stalin se inclinarán y confesarán el señorío de Jesús, al igual que Madeline Murray O’Hare, Charles Darwin y cualquier otra persona perversa que haya vivido. Pero no tendrá ningún impacto en su destino eterno. Sólo aquellos que hacen esa confesión en esta vida recibirán la bendición de que sus “corazones vivan para siempre” (Salmo 22:26).

La consecuencia final de la Cruz, que se menciona en el Salmo 22, es que durante el reinado milenario de Jesús, los redimidos (que estarán en cuerpos glorificados) enseñarán a los que nacen durante ese tiempo de la justicia de Jesús y de la suficiencia total de Su sacrificio en la Cruz:

La posteridad le servirá; esto será contado de Jehová hasta la postrera generación.

31 Vendrán, y anunciarán su justicia; a pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto.

Una Posibilidad Fascinante

Note de nuevo la última frase del Salmo 22: “Él hizo esto”. Literalmente, en hebreo, dice: “Consumado es”.

Este hecho ha llevado a algunos eruditos a teorizar que, mientras Jesús colgaba de la Cruz, muy probablemente citó todo el Salmo 22, comenzando con las palabras: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, y terminando con las palabras: “Consumado es”. Luego, los testigos simplemente escribieron las palabras de apertura y cierre que se registraron en los Evangelios (ver Mateo 27:46 y Juan 19:30).

Una Certeza que Plantea una Pregunta Crucial

Una cosa es cierta: El cumplimiento de todas las profecías del Salmo 22 en la vida de Jesús lo confirma como el Mesías prometido. Este hecho plantea una pregunta crucial, la pregunta más importante de su vida: “"¿Quién es Jesús para usted?”.

Cuando Jesús fue juzgado por las autoridades romanas, el gobernador romano, Poncio Pilato, preguntó a la multitud reunida: “¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?” (Mateo 27:22).

Ésta es la pregunta más importante dl universo. Entonces, permítame hacerle la pregunta de Pilato: “¿Qué hará usted con Jesús?”.

¿Lo aceptará como Señor y Salvador, como lo hizo el ladrón en la cruz? (Lucas 23:39-43). Si es así, entonces recibirá la misma promesa que recibió el ladrón: “Estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).

¿O se lavará las manos de Jesús, como lo hizo Pilato? (Mateo 27:24). Si es así, entonces su destino será uno de separación eterna de Dios en el lago de fuego (Juan 3:16 y Mateo 10:28).

Su destino eterno — el Cielo o el Lago de Fuego — depende de su respuesta a una pregunta: “¿Quién dices que es Jesús?”.

Una Ilustración

Me gustaría terminar con una ilustración del significado de lo que Jesús hizo por nosotros en la Cruz. En los días de los pioneros, cuando las caravanas de carretas cruzaban esta nación hacia California, había muchas cosas que los caravaneros temían, cosas como pozos de agua secos, ataques de los indios, plagas y ventiscas. Una de las vistas más temibles era un incendio en la pradera que se acercaba.

En las llanuras de Kansas, la hierba de la pradera a menudo alcanzaba casi los tres pies de altura y, cuando estaba seca, podía arder muy rápidamente. Los incendios de praderas, a menudo iniciados por un rayo, podrían viajar a una velocidad de 50 millas por hora, dependiendo de los vientos.

En consecuencia, cuando se veía humo en el horizonte, el caravanero sabía que sólo tenía unos minutos para prepararse para la protección de su caravana. Sin embargo, a pesar de lo temibles y peligrosos que eran los incendios, no hay ningún caso registrado de una caravana destruida por uno. La razón es que había una forma muy comprobada de proteger los vagones.

Lo que haría el maestro de vagones es iniciar rápidamente un incendio en el lado opuesto del tren desde donde se acercaba el incendio de la pradera. Cuando el fuego se había consumido lo suficiente, los vagones se formaban en un círculo en el área quemada. Cuando el fuego de la pradera los alcanzaba, simplemente ardía a su alrededor y seguía su camino.

¿Cómo se relaciona esta historia con la Cruz? Cuando Jesús estaba colgado en la Cruz, todos los pecados que usted y yo alguna vez hemos cometido, y alguna vez cometeremos, fueron colocados sobre Jesús, y la ira que merecemos fue derramada sobre Él.

Cuando pone su fe en Él, entra en el área donde la ira de Dios ya ha caído, y se vuelve inmune a la ira que está por venir.

La Biblia dice que cada persona en el planeta tierra está bajo la ira de Dios o la gracia de Dios, porque ésas son las dos formas en que Dios trata con el pecado (Juan 3:36). ¿Está bajo ira o gracia? Puede pasar de la ira a la gracia poniendo su fe en Jesús como su Señor y Salvador. Hágalo hoy. No se demore.

¡Qué glorioso Salvador tenemos!

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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viernes, 14 de abril de 2023

Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 10 (parte 1 de 2)

La Muerte de Jesús en la Profecía

Por Dr. David R. Reagan

Haga clic sobre la imagen para ir al Índice

Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza. 31 Después de haberle escarnecido . . . le llevaron para crucificarle. — Mateo 27:29-31

La crucifixión de Jesús fue el acto más ruin de toda la historia. Él era Dios hecho carne, quien había venido a la tierra para expresar Su amor íntimo por Su creación. Él amó. Él sanó. Él alimentó. Él consoló. Él reveló la Paternidad de Dios. Sin embargo, aquellos a quienes Él creó lo rechazaron y lo asesinaron. 1

Tampoco fueron sólo los judíos los que estuvieron involucrados en este indescriptible acto de deicidio. A medida que la Iglesia quedó atrapada en una ola de antisemitismo en sus primeros años, hubo un intento de atribuirlo todo a los judíos, lo que resultó en que fueran etiquetados como “asesinos de Cristo”. Pero la Biblia nunca hace tal acusación.

Más bien, la Biblia deja claro que toda la gente en Jerusalén en ese momento tenía la culpa. Así es como los discípulos de Jesús lo explicaron en una oración que hicieron juntos: “Porque verdaderamente, tanto Herodes como Poncio Pilato con los gentiles y el pueblo de Israel se reunieron en esta ciudad contra tu santo Siervo Jesús, al cual ungiste” (Hechos 4:27). Así que Jesús fue asesinado por los gobernantes romanos, los gentiles y los judíos.

Pero incluso este versículo no es suficiente para describir a todos aquellos que tienen la sangre de Jesús en sus manos. Porque ya ve, Jesús murió por los pecados de toda la humanidad. Por lo tanto, todos nosotros somos culpables de Su muerte, porque “todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Esa es la razón por la que, cuando los grandes pintores cristianos de la Edad Media pintaban un cuadro de la crucifixión, siempre ponían su propio retrato entre las personas que estaban al pie de la cruz.

Una Profecía Increíble

Una de las profecías más notables en toda la Biblia es una acerca de la muerte del Mesías. Es muy detallada, y profetiza con precisión cada aspecto de la muerte del Mesías. En el proceso, se convierte en una prueba absoluta de que la Biblia es la Palabra de Dios y que Jesús era Dios en la carne.

La profecía constituye la totalidad del Salmo 22. Este salmo fue escrito por David, hijo de Isaí, mil años antes del nacimiento de Jesús. Considerémoslo versículo por versículo.

Un Grito de Desesperación

1 ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor?

2 Dios mío, clamo de día y no respondes; clamo de noche y no hay sosiego para mí.

Como puede ver, el salmo comienza con un grito agonizante de desesperación. David clama: “¿Dónde estás, Dios?”. Lamenta el hecho de que, aunque ha estado buscando la ayuda del Señor, tanto de día como de noche, todo lo que ha recibido como respuesta es silencio.

¿Alguna vez ha tenido esa experiencia? Si ora regularmente, la ha tenido. Sucede porque Dios contesta las oraciones de tres maneras: Sí, No y Espera. Podemos lidiar con “Sí” y “No”. Es la espera lo que desgasta nuestros nervios. Por lo general, deseamos gratificación instantánea, en lugar de la voluntad de Dios en Su tiempo perfecto.

David había experimentado este sentimiento antes. Un ejemplo se puede encontrar en el Salmo 6:6-7 —

6 Me he agotado de tanto gemir. Toda la noche inundo mi cama y con mis lágrimas empapo mi lecho.

7 Mis ojos están debilitados por el pesar; se han envejecido a causa de todos mis adversarios.

Este tipo de declaración no es evidencia de una pérdida de fe. El salmista ni siquiera se molestaría en clamar a Dios si hubiera perdido su fe. Es más una expresión de impaciencia y una verbalización de un sentimiento de desesperación.

Una Reafirmación de la Fe

De hecho, después de lanzar su grito de desesperación, David inmediatamente reafirma su fe en Dios. Se recuerda a sí mismo de la fidelidad de Dios:

3 Pero tú eres santo. ¡Tú, que habitas entre las alabanzas de Israel!

4 Nuestros padres esperaron en ti: Esperaron, y tú los libraste.

5 Clamaron a ti, y fueron librados; confiaron en ti, y no fueron defraudados.

Como para preservar su cordura en medio de su sufrimiento, el salmista se recuerda a sí mismo la fidelidad de Dios para responder a las necesidades desesperadas de sus antepasados.

Un Misterio

Ahora bien, una cosa es que David clame a Dios desesperado en su frágil humanidad, pero ¿cómo se puede explicar el hecho de que Jesús, el Hijo de Dios, exclamó el mismo grito lastimero mientras estaba colgado en la cruz?

Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? — Mateo 27:46

Una vez más, ¿cómo se pueden explicar tales palabras que salen de la boca del Hijo de Dios? Creo que, al igual que con David, esta expresión no estaba relacionada con una pérdida de fe. Más bien, fue un grito desesperado de agonía inexpresable y lamento por la separación de Dios Padre que Jesús experimentó en la Cruz.

Sufrimiento Espiritual

Verás, el mayor sufrimiento que Jesús experimentó en su pasión no fue físico o emocional — fue espiritual.

Piénselo: Él había experimentado eternamente una perfecta comunión de amor con Dios el Padre. Entonces, de repente, esa dulce comunión se rompió porque sus pecados y los míos fueron puestos sobre Jesús, y la ira de Dios, que merecemos, fue derramada sobre el Hijo. Así es como el apóstol Pablo lo expresó en 2 Corintios 5:21:

Al que no conoció pecado [el Hijo], por nosotros [Dios el Padre] lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

Una vez más, por un breve momento, la comunión perfecta entre el Padre y el Hijo se rompió porque nuestros pecados fueron puestos sobre Jesús, y la santidad de Dios no puede tolerar el pecado. Dios el Padre tuvo que darle la espalda a Su Hijo, lo que llevó a Jesús a clamar desde lo más profundo de Su alma: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

Sufrimiento Físico y Emocional

En el versículo 6 del Salmo 22, el salmista pasa del sufrimiento espiritual del Mesías a su angustia física y emocional.

6 Mas yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.

7 Todos los que me ven me escarnecen; estiran la boca, menean la cabeza, diciendo:

8 Se encomendó a Jehová; líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía.

La palabra hebrea traducida como “gusano” en el versículo 6 es tola, la palabra para carmesí o escarlata. También es una palabra para un cierto tipo de gusano. En este contexto, lo más probable es que se refiera a la condición roja sangrienta del Mesías después de Su flagelación — cuando habría estado tan mutilado e hinchado que ya ni siquiera se parecería a un hombre y sería objeto de burla.

Por lo tanto, este pasaje describe el intenso sufrimiento físico del Mesías combinado con el sufrimiento emocional que experimentaría cuando los espectadores se burlaban de Él y gritaban burlas cáusticas.

Encontramos el cumplimiento de esta profecía en Mateo 27:39-42 —

39Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, 

40 y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. 

41 De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: 

42 A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.

Otra Afirmación de Fe

Una vez más, en los versículos 9 al 10 del Salmo 22, el salmista tiene al Mesías reafirmando Su fe en medio de Sus intensos sufrimientos.

9 Pero tú eres el que me sacó del vientre; el que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre.

10 Sobre ti fui echado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.

Esta reafirmación de la fe es un increíble acto de voluntad, y es un ejemplo para todos nosotros. Nuestra tendencia es revolcarnos en la autocompasión cuando las cosas se ponen difíciles. David se niega a hacer esto. Aprovecha la oportunidad para reafirmar su fe, e indica proféticamente que el Mesías hará lo mismo en medio de Su pasión.

Fe Firme

Me recuerda la fe tenaz de Pablo. Cuando estaba en prisión en Roma, esperando la ejecución, escribió: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4). Procedió a instar a sus compañeros creyentes a: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4: 6). Luego reveló el secreto de su actitud positiva en medio del sufrimiento: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

En otras palabras, Pablo estaba diciendo que debemos mantener nuestros ojos enfocados en el Señor en lugar de nuestros problemas, y “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7).

Otro gran ejemplo de fe firme se puede encontrar en la vida del profeta del Antiguo Testamento, Jeremías. Él profetizó que si el pueblo judío no se arrepentía, su nación sería destruida. Vivió para ver sus profecías hacerse realidad.

Cuando el sitio de Jerusalén fue completado por los babilonios, Jeremías caminó por las calles escribiendo un lamento fúnebre en el que describió vívidamente la destrucción física y la carnicería humana que lo rodeaba. Ese lamento constituye el libro de Lamentaciones.

En medio de su lamento, como para preservar su cordura, el profeta de repente deja de llorar y vocaliza una de las más grandes declaraciones de fe firme registradas en cualquier parte de la Biblia (Lamentaciones 3:21-24):

21 Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré.

22 Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.

23 Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.

24 Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré.

Sufrimiento Emocional

Con el versículo 11 del Salmo 22, el salmista vuelve al sufrimiento emocional del Mesías:

11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca; porque no hay quien ayude.

Ésta es una profecía concerniente a la soledad que el Mesías experimentaría en Su pasión. Él sufriría emocionalmente por Su abandono por parte de todos Sus discípulos. El cumplimiento de esta profecía se registra en Mateo 26:

47 Mientras todavía hablaba [Jesús], vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos . . .

49 Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. 

50 Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron.

56 . . .Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.

Más Sufrimiento Espiritual

En el versículo 12 del Salmo 22, el enfoque vuelve al sufrimiento espiritual del Mesías:

12 Me han rodeado muchos toros; fuertes toros de Basán me han cercado.

13 Abrieron sobre mí su boca, como león rapaz y rugiente.

Creo que ésta es una profecía de que el Mesías en Su pasión estaría rodeado de hordas demoníacas que se regodearían con su muerte que se acercaba. En el Nuevo Testamento, Pedro describe a Satanás como “león rugiente, [que] anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8).

Aunque no hay un cumplimiento registrado de esta profecía en el Nuevo Testamento, no tengo duda alguna de que sucedió. Las personas que fueron testigos de la crucifixión no podían ver a los demonios con sus ojos físicos. Pero Jesús, con Sus ojos espirituales, sin duda podía verlos, mientras bailaban alrededor de la Cruz y se regodeaban en su “victoria”, al orquestar el asesinato del Hijo de Dios.

Lea la parte 2 aquí 

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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